LA SANGRE ES UN MAR INMENSO…

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Ayer la charla sobre La poesía y el mar estuvo presidida por el poema La sangre es un mar inmenso, de Nicolás Guillén. Leímos extractos del Canto XXI de la Ilíada, y poemas de Whitman, Montale, Ritsos, Benedetti entre otros. Al final con algunos de los asistentes continuamos la tertulia en el hall del Chalet y salió esta foto. La próxima cita es el sábado 21 a las 18.

 

LA SANGRE ES UN MAR INMENSO

La sangre es un mar inmenso
que baña todas las playas…

Sobre sangre van los hombres,
navegando en sus barcazas:
reman, que reman, que reman,
¡nunca de remar descansan!

Al negro de negra piel
la sangre el cuerpo le baña;
la misma sangre, corriendo,
hierve bajo carne blanca.

¿Quién vio la carne amarilla,
cuando las venas estallan,
sangrar sino con la roja
sangre con que todos sangran?

¡Ay del que separa niños,
porque a los hombres separa!
El sol sale cada día,
va tocando en cada casa,
da un golpe con su bastón,
y suelta una carcajada…

¡Que salga la vida al sol,
de donde tantos la aguardan,
y veréis cómo la vida
corre de sol empapada!

La vida vida saltando,
la vida suelta y sin vallas,
vida de la carne negra,
vida de la carne blanca,
y de la carne amarilla,
con sus sangres desplegadas. . .

¡Los niños, fascinados,
se van levantando,
y rodean a la madre,
que los abraza formando un grupo con ellos,
pegados a su alrededor. Continúa!:

Sobre sangre van los hombres
navegando en sus barcazas:
reman, que reman, que reman,
¡nunca de remar descansan!

Ay de quien no tenga sangre,
porque de remar acaba,
y si acaba de remar,
da con su cuerpo en la playa,
un cuerpo seco y vacío,
un cuerpo roto y sin alma,
¡un cuerpo roto y sin alma! . . .

Nicolas Guillen

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El Silencio del Mar

 

El silencio del mar

brama un juicio infinito

más concentrado que el de un cántaro

más implacable que dos gotas

 

ya acerque el horizonte o nos entregue

la muerte azul de las medusas

nuestras sospechas no lo dejan

 

el mar escucha como un sordo

es insensible como un dios

y sobrevive a los sobrevivientes

 

nunca sabré qué espero de él

ni qué conjuro deja en mis tobillos

pero cuando estos ojos se hartan de baldosas

y esperan entre el llano y las colinas

o en calles que se cierran en más calles

entonces sí me siento náufrago

y sólo el mar puede salvarme.

 

Mario Benedetti

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La mujer azul

Se mojó la mano en el mar.
Se volvió azul, la mano.
Le gustó.
Se zambulló desnuda en el mar.
Se volvió azul.
Azules también su voz y su silencio.
La mujer azul.
Todos la admiraron.
Nadie la amó.

 

Yannis Ritsos

 

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Y uno mío, de Rosas del desierto:

 

44

A veces el mar está callado

y solo traga mariposas verdes

sopladas misteriosamente por el campo.

 

A veces escarabajos suicidas

navegan con seis remos hacia el agua

atraídos por un rumor hipnótico.

 

A veces la media luna asoma

entre velos negros y su brillo

descubre a los mil gatos que nos miran.

 

Lejos el faro es una estrella rota

que nos recuerda al delicado poeta

y nos invita a hacer un largo viaje.

 

El esclavo del cielo en la terraza

esperando el mensaje de la hoguera

se adormece en la vigilia inútil.

 

No hay señales de oriente o de occidente

y yo agradezco tanto haber comido

y estar salvado adentro de una cama.

 

Sin embargo una parte de mí no está conmigo

sino adentro del mar con los hambrientos

y ya no sé si soy esa lechuza

que en la orilla deglute algo invisible.

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