La poesía y el mar, 12° encuentro en cuarentena
La primera parte de la charla estuvo dedicado al tópico de «El mar y el oleaje»
Homero, La Ilíada, canto IV, versos 220 y ss.
Como las olas impelidas por el Céfiro se suceden en la ribera sonora, y primero se levantan en alta mar, braman después al romperse en la playa y en los promontorios, suben combándose a lo alto y escupen la espuma; así las falanges de los dánaos marchaban sucesivamente y sin interrupción al combate…
***
Oda Al Mar
(frag)
Aquí en la isla
el mar
y cuánto mar
se sale de sí mismo
a cada rato,
dice que sí, que no,
que no, que no, que no,
dice que si, en azul,
en espuma, en galope,
dice que no, que no.
No puede estarse quieto,
me llamo mar, repite
pegando en una piedra
sin lograr convencerla,
entonces
con siete lenguas verdes
de siete perros verdes,
de siete tigres verdes,
de siete mares verdes,
la recorre, la besa,
la humedece
y se golpea el pecho
repitiendo su nombre.
Pablo Neruda
***
Romance del Río Seco
El reo (fragmento)
(…)
Derrotado marcha al Norte
Juan Lavalle el temerario,
Sembrando la caballada,
El parque y hasta el vestuario.
No deja el camino real,
Y aunque no exige hospedaje,
Va requisando en las postas
El ganado y el carruaje.
Dicen que por el Río Seco,
Tirado en una berlina,
Pasó sin dejarse ver,
Con su escolta correntina.
Dios le ayude, porque Oribe,
El mejor de sus rivales,
Manda lo más aguerrido
De las tropas federales.
Por capaz y diligente
Se las ha confiado Rosas,
Y don Juan Manuel, en esto,
Sabe arreglar bien las cosas.
Cada división por junto,
Monta caballos de un pelo.
Y en el porte y disciplina,
Cada soldado es modelo.
Punzó la gorra de manga,
De igual color la chaqueta,
Y a listas blancas y azules
El chiripá de bayeta.
Son veteranos de aquellos
Que al entrar en la pelea,
Por dragona de los corvos
Suelen prender la manea.
Y hasta cuentan que en las cargas
Se ha visto más de un barbudo
Que para andar sin estorbo
Con las barbas hizo un nudo.
Es de verlos cuando avanzan
Con un empuje tremendo,
Entre el polvo y la humareda
Como un pajonal ardiendo.
Mas, los de la otra divisa
Topan esa llamarada
Como las olas que encrespa
Bramando la marejada.
Pues el uniforme entero
Llevan del color celeste
Con que quiere el unitario
Que su fe se manifieste.
Dicen que en su menosprecio
De la muerte, esos varones,
Se vienen hasta los cuadros
Para enlazar los cañones.
Y que cuando se entreveran,
Asombra entre el clamoreo.
El choque de las tacuaras
Superando al tiroteo.
Esa es guerra de la grande,
Y en aquel juego funesto,
El que no echa vale cuatro
Canta contra flor y el resto.
Acaso alguno desdeñe
Por lo criollos mis relatos.
Esto no es para extranjeros,
Cajetillas ni pazguatos.
A las cosas de mi tierra,
Tal como son las divulgo.
No saboreará el pastel
Quien se quede en el repulgo.
Leopoldo Lugones
***
Soledad
En ti estás todo, mar, y sin embargo,
¡qué sin ti estás, qué solo,
qué lejos, siempre, de ti mismo!
Abierto en mil heridas, cada instante,
cual mi frente,
tus olas van, como mis pensamientos,
y vienen, van y vienen,
besándose, apartándose,
en un eterno conocerse,
mar, y desconocerse.
Eres tú, y no lo sabes,
tu corazón te late y no lo siente…
¡Qué plenitud de soledad, mar sólo!
Juan Ramón Jimenez
***
El mar sigue adelante
Entre tanto guijarro de la orilla
no sabe el mar
en dónde deshacerse
¿Cuándo terminará su infernidad
que lo ciñe
a la tierra enemiga
como instrumento de tortura
y no lo deja agonizar
no le otorga un minuto de reposo?
Tigre entre la olarasca
de su absoluta impermanencia
Las vueltas
jamás serán iguales
La prisión
es siempre idéntica a sí misma
Y cada ola quisiera ser la última
quedarse congelada
en la boca de sal y arena
que mudamente
le está diciendo siempre:
Adelante
José Emilio Pacheco
***
Salmo 87
(frag)
Señor de mi salud, mi solo muro,
juez de mi defensa, a Tí voceo,
cuando está el aire claro, cuando escuro.
Entrada en tu presencia sin rodeo
y halle en tus oídos libre entrada
la dolorida voz de mi deseo.
De males crudos, de dolor colmada
el alma, y casi ya en la sepultura
está la vida breve y fatigada.
Como los que moran la región escura
y triste, con aquellos soy contado
a quien faltó el amparo y la ventura.
Libre y cautivo vivo y sepultado,
cual el que duerme ya en eterno olvido,
del todo de tu mano desechado.
Pusísteme en el pozo más sumido,
adonde a la redonda me contienen
abismos, y tinieblas y gemido.
Asiento en mí tus sañas firme tienen,
y sobre mi cabeza sucediendo
de tu furor las olas van y vienen.
(…)
No ceso de enviarte mil clamores,
y aún antes que despiertes Tú la aurora,
despierto a referirte mis dolores.
¿Por qué, Señor, tu pecho, do el bien mora,
desprecia ansí las voces de un caído
y huyes de mirarme más cada hora?
Bien sabes de mi vida cuánto ha sido
el curso miserable y cuán cuitado
los golpes de tu saña he sostenido.
Encima de mis cuestas han pasado
las olas de tus iras; tus espantos
me tienen consumido y acabado.
Un mar me anega de miseria y llantos;
no en partes, sino juntos me rodean
un escuadrón terrible de quebrantos.
A los que mi salud y bien desean,
a todos de mí, triste, los destierras,
y porque en nada a mi dolor provean,
en sus secretos, crudo, los encierras.
Fray Luis de León
***
Ulises
(frag).
“Los aires retozaban alrededor de él, aires mordaces y ansiosos. Ellas vienen: olas. Los caballos marinos de blancas crines, tascando sus frenos, con brillantes riendas de viento, corales de Mananaan”.
“Al llegar a la orla de encaje de la marea se detuvo con las patas delanteras tiesa, las orejas aguzadas en dirección al mar. Con su hocico levantado ladró al ruido de las olas, rebaños de morsas marinas. Ellas serpenteaban hacia sus patas, enroscándose, desdoblando crestas sobre crestas, rompiéndose cada novena, chapoteando, desde lejos, desde más lejos, olas y olas”.
“Airs romped round him, nipping and eager airs. They are coming, waves. The whitemaned seahorses, champing, brightwindbridled, the steeds of Mananaan”
“Their dog ambled about a bank of dwindling sand, trotting, sniffing on all sides. Looking for something lost in a past life. Suddenly he made off like a bounding hare, ears flung back, chasing the shadow of a lowskimming gull. The man’s shrieked whistle struck his limp ears. He turned, bounded back, came nearer, trotted on twinkling shanks. On a field tenney a buck, trippant, proper, unattired. At the lacefringe of the tide he halted with stiff forehoofs, seawardpointed ears. His snout lifted barked at the wavenoise, herds of seamorse. They serpented towards his feet, curling, unfurling many crests, every ninth, breaking, plashing, from far, from farther out, waves and waves”.
James Joyce
***
Prometeo encadenado, 88 ss.
¡Oh éter divino, y vientos de alas rápidas,
y fuentes de los ríos, y de las olas marinas,
sonrisa innumerable y Tierra madre universal,
y círculo omnividente del Sol;
yo os invoco: ved lo que, siendo dios, sufro de los dioses!
Mirad con qué ultrajes desgarrado he de padecer durante un tiempo infinito de años. Tal es la cadena infame que contra mí ha inventado el joven caudillo de los Felices. ¡Ay, ay! Por el sufrimiento, presente y futuro gimo, sin saber cuándo surgirá el fin de estos males.
Pero ¿qué digo? Todo lo que ha de acontecer lo sé bien de antemano y ninguna desgracia imprevista vendrá de nuevo sobre mí. Pero es preciso soportar lo más ligeramente posible la suerte decretada, sabiendo que no hay lucha contra la fuerza de la Necesidad .
Esquilo
***
La de los ojos abiertos
La vida juega en la plaza
con el ser que nunca fui
y aquí estoy
baila pensamiento
en la cuerda de mi sonrisa
y todos dicen ésto pasó y es
va pasando
va pasando
mi corazón
abre la ventana
vida
aquí estoy
mi vida
mi sola y aterida sangre
percute en el mundo
pero quiero saberme viva
pero no quiero hablar
de la muerte
y de sus extrañas manos.
Alejandra Pizarnik
***
Los locos
Los locos corren
por el pasto sin gritos
por la pradera venenosa
y por la piel, entre la luna.
Y los locos giran
sin temor al mareo.
De la casa al árbol,
de la ayuda al horror.
Cuando uno de los locos hable,
los cuerdos, retozando en la penumbra,
oirán el ruido
y verán las verdades.
Los locos que parecen aprisionados
por la muerte selecta del escándalo
tienen pechos rugosos
y bordeados de lumbre.
Y los locos lo saben.
Desde su atónito lenguaje,
por intersticios de meninges espectaculares,
los locos se precipitan
a paralizar el mundo de la muerte.
Aunque más no sea,
para sentarse a llorar.
No hay soles en sus días
Y en sus noches
sobreviven los colores de un ojo que no los ha deseado.
Por eso,
y porque la ventosa de fuego
rebalsa de temor
ante la fantasía de los sanos;
el obturador de los locos está presto
como una lanza.
Y al perforarnos de una vez
con una certera puntada entre la vida y el cielo…
Luis Alberto Spinetta
***
Joaquín V. González
Comentario sobre Joaquín V González (El divino Joaquín le decían), riojano fundador de la Universidad de La Plata.Autor de obras jurídicas, políticas,educativas y literarias.Interesado en todas la culturas, voraz lector.
En Chilecito se encuentra Samay Huasi, la casa de descanso del inmortal autor de «Mis Montañas». Se decía: «Lo particular, lo característico en el gran riojano, es su visión del mundo a través de un embrujo azulino de difusa poesía cósmica y de una ensoñación permanente, de la cual jamas despierta».
Dice Joaquín: «Nacido en plena naturaleza he aprendido a ver los fenómenos de la vida en todos los seres y en todas las cosas.La piedra, la flor, el gusano, el hombre; revelaciones distintas de la savia infinita, dispersa por todo el planeta…»
«Un día la montaña nativa habló por mi; yo transmití el mensaje del alma difusa de los seres muertos y vivos que en ella tienen nidos y sepulcros, y entonces vi, conocí, sentí que era místico. Alguien me llamó panteísta y yo le encontré razón; pero de un panteísmo natural y poético, inmanente en el espiritu saturado de su medio»
***
Kevin
Tu viejo era el POETA
Porque Supo leer esa cinta de Besson sobre Mayol y la vida acuática como eternidad
Él se la dijo al francés en profundos sueños de almohadas de corales, salinizadas
Kevin, tu viejo era el POETA
Porque sabía que dejando sin aire el control racional con el que caminamos podíamos trascender y vivir en elementos no hechos para ese ritmo conocido, terrenal, el
de este mundo.
Kevin tu viejo era el POETA
Porque interpretó cada ola y viento del mar e hizo con estos significados para vos
Kevin, tu viejo es el POETA
Es el gran Azul.
Lo conozco.
Leo Baldo
*
Nadá
En la costa
estamos
Junto a un amigo
Me dice que ve una boya
Que flota algo mansa
A 200 metros
Nada lejos
Nada cerca
Nada
En fin
Kevin tira su gamulán. Lo llevaba puesto por el frío
Corre hacia el gigante en donde el sol hace apnea y que bebe de a tragos la ginebra del capitán en su fondo.
“Vamos a nadar”, me dice
Lo sigo
Ingresamos
Hay conflicto
Marea, deriva
Palabras
Apretón de mar
“La yabo”, me sale, en una levantada de cabeza hacia delante
y cada dos, la boca traga un aire correspondiente a la técnica crol para almas abiertas
Atravesados por el jadeo de la inmensidad
, flotiberamos
, salinizados
Una epifanía distinta se nos presenta: hay branquias en las axilas de Héctor Viel Témperley
Una hora hace ya que pasamos la última rompiente
La boya,
cada vez más lejos
En la búsqueda
Somos la alquimia que soñó el pescador que siempre quiso y nunca se arrojó desde su barco
Flotiberamos
“Nos quedan 144”, dice mi amigo
“¿Para qué?”
“144 brazadas para llegar a la sinécdoque del horizonte. Nadá”
Leo Baldo
***
Escribo a lo que salga
Escribo sin modelo, a lo que salga.
Escribo de memoria, de repente.
Escribo sobre mí, sobre la gente.
Como un trágico juego sin cartas, solitario,
barajo los colores, los amores,
las urbanas personas, las violetnas palabras…
Y en vez de echarme al odio, o a la calle,
escribo a lo que salga.
Gloria Fuertes
***
El mar
Antes que el sueño (o el terror) tejiera
mitologías y cosmogonías,
antes que el tiempo se acuñara en días,
el mar, el siempre mar, ya estaba y era.
¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento
y antiguo ser que roe los pilares
de la tierra y es uno y muchos mares
y abismo y resplandor y azar y viento?
Quien lo mira lo ve por vez primera,
siempre. Con el asombro que las cosas
elementales dejan, las hermosas
tardes, la luna, el fuego de una hoguera.
¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día
ulterior que sucede a la agonía.
Jorge Luis Borges
***
El mar
1
Un mar desahogado , en la pureza inquieta como la que vive en mis ojos. Fortifica lo que si. Lo que duro. Y lo que no quedo sentado en el olvido. dónde el mar se lleva las palabras. Encontrarme en esa sed de alcanzarte. Revolucionaria como una ola. Quiero ir más allá. Sentir más. Plasmar mi alma en algún lado y que no muera.
2
Me siento acordé al mar inmenso fuerte inquieto. Alfin me sentí en línea recta. Sintiendo que era tan fuerte como lo que mis ojos veían. No hubo pasado, ni vaivén. Solo yo y el mar .
3
Cuántas veces hemos llorado por estar así de mares, de inquietas en el corazón, esperando el sol. Encontrándote en el interior. Como un recorrido a la oscuridad.
Flor Ramírez (Mariposa Blues)
***
AmarNacer/Amaneceres
A veces es de cobre
y criaturas de sangre,
un derrame de fucsias
tras la última estrella;
óleo que se evapora
cuando muere la noche,
limbo de tinta china
entre lenguas doradas.
Brota un iceberg de fuego
con su pezón naranja
y caen niñas azules,
azules y descalzas.
Cuando la niebla aBruma
nos toca ser fantasmas.
¿Y cómo saben las aves
la hora exacta?
A la hora del hambre:
arabescos puntuales
se zambullen y cantan.
Majestuosa y violeta
bisagra milenaria:
Si el cielo baja hasta el agua
y el agua se trepa al cielo,
lo fugaz y lo eterno
se amalgaman
y es la Inmortalidad
lo que amanece.
AmarNacer/Amaneceres
GraCiela Vergel (Julio 2020)
***
Oda a la boya
Flotar
ahí,
en la nada,
por la nada,
en el mísmismo
instante
de la
epifanía.
Me pregunto
si existe,
me pregunto
si se toca,
si es
aterciopelada,
remolino
gris
o bravura
Titila,
es un bicho
de luz
del adentro,
un relámpago,
un ápice
cómplice
del instante.
Nado
por vos,
por nadar
en la trama
que se
vuelve
tu voz
en la
mía
como la
boca de tu pez
en mi anzuelo
de re pente
Matías Kraber
***
El lucero
El hombre solitario se levanta
cuando el mar está oscuro todavía
y las estrellas ya vacilan. Sube
un tibio aliento de la orilla, donde
está el lecho del mar, que hace más suave
nuestra respiración. Ésta es la hora
en la que nada puede suceder.
Hasta la pipa entre los dientes pende
apagada. Es nocturno el rumor sumergido.
El hombre solo enciende un gran fuego de ramas,
lo mira enrojecer la tierra. El mar también
será, dentro de poco, un fuego deslumbrante.
No hay cosa más amarga que el alba de los días
en los que nada ocurrirá. No hay cosa
más amarga que la inutilidad.
En el cielo, cansada, hay una estrella
que pende, sorprendida por el alba, turquesa.
Mira el mar aún oscuro y la mancha del fuego
junto al cual se calienta, por hacer algo, el hombre;
mira y sale del sueño entre turbias montañas
con su lecho de nieve. La lentitud de la hora
es despiadada para quien ya no espera nada.
¿Vale la pena que el sol se alce del mar
y comience la larga jornada? Si mañana
volverá el alba tibia con la diáfana luz
y será como ayer y nunca nada
sucederá. El hombre solitario
sólo quiere dormir. Cuando la última estrella
en el cielo se apaga, lentamente
toma el hombre la pipa, la prepara y la enciende.
Cesare Pavese
***
Los sujetos trágicos (Literatura y Psicoanálisis)
El arte de la natación
“En efecto, el psicoanálisis y la literatura tienen mucho
que ver con la natación. El psicoanálisis es en cierto
sentido un arte de la natación, un arte de mantener a flote
en el mar del lenguaje a gente que está siempre tratando
de hundirse. Y un artista es aquel que nunca sabe si va a
poder nadar: ha podido nadar antes, pero no sabe si va a
poder nadar la próxima vez que entre en el lenguaje.”
Ricardo Piglia
***
Soneto 135
Todas tienen deseo, y vos el tuyo
deseo de Will, deseo exagerado
más que bastante ya que en vos me incluyo
y a tu deseo pongo un agregado.
Si tu deseo es grande y espacioso
¿no dejás que te esconda mi deseo?
Tu deseo en otros es gracioso
¿pero no me aceptás si lo poseo?
El mar, que es agua, aceptará el goteo
y con eso se colma su abundancia
si vos sos rica en Will dale al deseo
un deseo que sume a tu sustancia.
No seas mala, no mates a un servil
pensá aunque sea en uno: yo soy Will.
William Shakespeare
Versión de Miguel Montezanti
***
Extracto del cuento: El último de Tasmania
Y al pensar en avalanchas, o más bien en cualquier tipo de fuerza bruta e imparable, me acuerdo de un amigo inglés que tenemos mi hermano mayor y yo, John Latham, un científico de la atmósfera como mi hermano, pero también ejerce de poeta y humorista. El hombre lleva años trabajando en un libro de consejos para viajeros en tierra extraña, y en uno de los capítulos te cuenta cómo deber comportarte tras sufrir una avalancha en, pongamos por caso, el Himalaya. La primera regla es no asustarse. La segunda consiste en que después de ser enterrado vivió, y cuando hayan concluido los movimientos de rocas y nieve a tu alrededor, averigües dónde están arriba y abajo. Si no recuerdo mal, John dice que puede resolverse balanceando un reloj de bolsillo o un medallón con cadena. Y puedes recoger mucha más información, asegura, si estudias la conducta de las moscas de la nieve que puedan haber sido enterradas contigo.
Poco antes de morir hecho un viejo amargado, Mark Twain estaba escribiendo un libro muy similar al de John Latham, con la intención de ser útil, pero en realidad destacando lo eficaz que puede ser la vida, sobre todo hacia el final, a la hora de ponerte en tu sitio. El texto de Twain se concentraba en la etiqueta. Recuerdo que sus concejos sobre el comportamiento en un funeral incluían no traerse al perro. Como Latham, optó por agonizar riendo en vez de agonizar gimoteando sobre esas fuerzas irresistibles -ya sean físicas, económicas, biológicas, políticas, sociales, militares, históricas o tecnológicas- que pueden hacer añicos en cualquier momento nuestras esperanzas de una vida moderadamente feliz y saludable para nosotros mismos y nuestros seres queridos.
Es posible que Robert Hugues y a mucha gente como él le desagraden los libros como La conquista del paraíso, pues resultan sinsibleros y nos llevan a lamentar las desgracias de unos don nadie desaparecidos mucho tiempo atrás, como la belleza caribeña fustigada sin tasa o el último de Tasmania, que también fue una mujer, en vez de celebrar la grandeza de la Historia cuando se la observa de lejos. Pero cuando yo ahora me pregunto en qué podría consistir exactamente esa grandeza, sólo encuentro una respuesta: los millones y millones de personas que, pese a todas esas atrocidades, aún estamos bien.
Kurt Vonnegut
La cartera del cretino, octubre 2013
***
Redobles por Rancas, Extracto del capítulo 6
¨Sobre la hora y el sitio donde se parió al Cerco¨
Así nació el Cerco.
Los ranqueños vuelven de sus estancias a las cinco. Es el mejor momento para cerrar tratos de ganados o propalar bautizos y matrimonios. Como todos los días, ese crepúsculo retornaron de sus pastos. ¡Encontraron al Huiska cercado! El Huiska es un cerro pelado que no esconde mineral, ni ojo de agua, no tolera el más mísero pasto. ¿Para qué encerrarlo?
Con su collar de alambre el Huiska parecía una vaca metida en un corral
Se murieron de risa.
– ¿Quiénes serán esos locos que cercan el Huiska?
– Serán geólogos.
– Serán trabajadores del telégrafo.
– ¿Cuál telégrafo?
– Mientras no se metan con nosotros, ¿qué nos importa? – dijo el Personero Alfonso Rivera.
Esa noche, el Cerco durmió en el cerro Huiska. Los pastores salieron, al día siguiente, con la ropa salpicada de risitas. Cuando volvieron, el Cerco reptaba ya siete kilómetros. En su corral no sólo rumiaba el Huiska: mugía también el cerro Huancacala, una inmensa mandíbula negra salpicada, por voluntad de Dios, con imágenes venditas: la Madre Dolorosa, el Divino Crucificado y los doce apóstoles de piedra. El alambrado ocultaba a los santos. Los ranqueños son de pocas palabras. No dijeron nada, pero un aletazo les maltrató el rostro. En la plaza, se encontraron con otra noticia: las cuadrillas no pertenecían al Gobierno. Abdón Medrano se había tropezado esa tarde, por casualidad, en Cerro, con el Jefe de la Oficina de Telégrafos. El Jefe, un hombre avinagrado, se exasperó. <¿Qué tonterías divulgan? Esos enchaquetados no trabajan para el telégrafo. Yo conozco bien a los trabajadores de Obras Públicas. Ésos no son del Gobierno. Nunca he oído habar de ellos.>
– ¿Para qué sirve el Huiska? ¿Qué vale ese roquedal? – se volvió a reír el Personero Rivera.
– Mientras no se metan con nosotros, ¿qué importa? El que quiera apoderarse de las rocas, con su pan se lo coma.
– Ese cerco es obra del diablo. Ya lo verán. Aquí hay alguien que juega el Trinchudo.
Don Teodoro Santiago subía y bajaba sin cesar las cejas.
Se rieron. Don Santiago siempre profetiza desgracias. Anunció que se derrumbaría el campanario. ¿Se cayó? Predijo que sobrevendría una peste. ¿Estalló? Don Santiago es un hombre de luto. ¿Para qué discutir?
No debimos reírnos. En lugar de untarnos la boca con tontas palabras, debimos acometer el Cerco, matarlo y pisotearlo en la cuna. Semanas después, cuando el Gran Pánico apretó las mandíbulas, don Alfonso reconoció que nos dormimos. Don Santiago tenía razón, pero ya el Cerco infectaba todo el departamento.
Manuel Scorza
***
Casi como una primicia mundial, Amalia nos leyó fragmentos de poemas de José Mármol, el célebre autor de la novela «Amalia», cuya poesía es casi desconocida. Este poema, por ejemplo, ni google lo tiene. Y es el último texto del sábado que faltaba. Ahí va, un poema de gran calidad, lleno de signos de admiración y de oleaje, que era uno de los temas de la charla!!!!!!
Canto quinto
(fragmento)
¡Bello y grande es correr sobre las ondas
donde el alma sin límites se explaya!
Y ver la luna, el sol, y las dudosas
horas de los crepúsculos, que bañan
con sus pálidas luces tristemente
del océano la ondulante espalda!
¡Y sentir de las olas el murmullo
tranquilo y misterioso, como el alma
en esas horas lánguidas, que late
con las luces y el mar armonizada:
y sentir por la frente deslizarse
los hálitos del mar en tiernas auras
refrescando la sien enardecida,
como el aliento de mujer amada
cuando duerme y suspira en nuestros brazos,
al mundo criminal y al cielo casta!
¡Cómo entonces se afinan en el pecho
las cuerdas del amor! ¡Cómo en el alma,
vive la fe de un Dios que la examina!
¡Cómo la eternidad se muestra y habla!
¡Cómo entonces se eleva el pensamiento
Más allá de la vida y de los varios
fantasmas de la mente; y las pasiones
cómo en vez de crueles se hacen blandas!
Todas las concepciones de la mente
Son grandes en el mar y son cristianas.
Las más ricas creaciones de los genios
son debidas a él. Byron es nada
despojado de Harold, y necesita
surcar los mares de la Europa y Asia
para crear sus seres inmortales
entre los brazos de las ondas bravas.
La voz de Chateaubriand se olvidaría,
puede ser, sin sus Mártires ni Atala,
Y solo los cantó después que dijo:
¡Adiós! del mar a su adoraba Francia,
y las olas atlánticas mojaron
de ese cóndor francés las blancas alas.
José Mármol
***
Otro fragmento:
Por los mares atlánticos mecido
y al arrullo del viento y de las ondas
pulso mi triste lira conmovido
bajo tus negras cavidades ondas.
***
El mate y el mar
Quizás no haya nada en común entre la espuma del mar y la del mate que acabo de servirme. Pero existe acaso una íntima marea; una cierta manera de estar y empuñar la concavidad del lenguaje. Allí bordea el agua de la memoria,empujada por un viento siempre familiar, siempre extranjero; en olas a un tiempo iguales y distintas, que rompen un poco más lejos; y los recuerdos llegan a la orilla de tus manos.
Damián Katz. En “¿Qué se escribe cuando se escribe? Algunas reflexiones acerca de la escritura poética”. 1ª edición – Mar del Plata: Lágrimas de Circe, 2020 Libro Digital PDF
***
Abrazo, hasta el sábado.
Valerie
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Hola Valerie, podés escribirme a anibalromelio@gmail.com, y pasarme tu whatsApp para que te mande el ID del zoom, que son los sábados a las 16.30
Un gusto que participes, merci, Anibal
De tu país hemos leído poemas de Baudelaire, Rimbaud, Victor Hugo, Eluard, Perse, Valery, fragmentos de Rabelais…! Magníficos! Abrazo