Navegar es preciso…

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Primer encuentro de “La poesía y el mar”. Aventura y ambición humanas, con un texto de Antígona de Sófocles, y el inquietante adjetivo “deinós” aplicado al hombre. Luego: la Navegación como metáfora, y una lectura de fragmentos de mi poemario de 2004. En la segunda parte, la exquisita disertación de Daniel Martínez Rubio sobre la figura de Ulises en la Divina Comedia de Dante Alighieri. ¡Belleza! Gracias al equipo del Chalet de don Carlos y a la magia de siempre del Pinar del Norte.

El próximo sábado, la poesía y el mar en la literatura latina, con la presencia del profesor Arturo Álvarez Hernández y un grupo de estudiantes de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

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Sófocles, Antígona, 334-340 (tres traducciones)

Estrofa 1ª: Muchas son las cosas terribles, pero ninguna es más terrible que el hombre, ese ser que se dirige al otro lado del canoso mar con la ayuda del invernal noto (335), surcándolo por entre las olas que rugen en su torno, y que a la más poderosa de las diosas, la Tierra imperecedera, infatigable, agota con los arados que año tras año la remueven al labrarla con la raza caballar (340).

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Muchos misterios hay, de todos los misterios, el más grande es el hombre. Puede él surcar el mar grisáceo y llegar a la opuesta orilla empujado por las revueltas olas. Nada importa que bramen ellas, ni ue enfurezca el sol con sus ardores. Marcha seguro adonde intentar pretendía.

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Muchas cosas asombrosas existen y, con todo, nada más asombroso que el hombre. Él se dirige al otro lado del blanco mar con la ayuda del tempestuoso viento Sur, bajo las rugientes olas avanzando, y a la más poderosa de las diosas, a la imperecedera e infatigable tierra, trabaja sin descanso, haciendo girar los arados año tras año…

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δεινός (en griego antiguo): terrible; temido, respetado, reverenciado; tremendo, espantoso, formidable, aterrador, funesto, admirable, maravilloso, hábil, diestro, experto, misterioso, ominoso.

τὰ  δεινὰ: las (cosas) terribles/ misteriosas/ asombrosas (etc).

Primer verso:

πολλὰ τὰ  δεινὰ κοὐδὲν ἀνθρώπου δεινότερον πέλει

(Antígona se representó por primera vez en Grecia en el año 441 AC).

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La Divina Commedia – CANTO XXVI (versos 85 a 142)

A mis hombres los puse tan ansiosos

del camino, con esta breve arenga,

que no hubiera podido detenerlos;

y vuelta nuestra popa a la mañana,

alas locas hicimos de los remos,

inclinados siempre hacia la izquierda.

Del otro polo toda estrella se veía,

mientras que el nuestro tan bajo estaba

que del suelo marino no emergía.

Cinco veces encendida y apagada

era la luz debajo de la luna,

desde que al alto paso penetramos,

cuando una montaña vimos, oscura

por la distancia, que pareció tan alta

cual nunca había visto cima alguna.

Nuestra alegría pronto se volvió llanto,

pues de la nueva tierra un torbellino

nació, y golpeó en la proa al barco.

Tres veces en las aguas girar lo hizo;

a la cuarta, la popa levantó a lo alto,

hundió la proa ‑y como Aquél lo quiso-

el mar al fin se cerró sobre nosotros.

La Divina Comedia, Dante Alighieri (Florencia, Italia. 1265-1321)

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