La poesía y el mar 18-12-21

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Textos del zoom, sábado 18 de diciembre 2021

*

«Oda a un ruiseñor»

1

Me duele el corazón y un pesado letargo
Aflige a mis sentidos, como si hubiera bebido
Cicuta o apurado un opiáceo hace sólo
Un instante y me hubiera sumido en el Leteo:
Y esto no es porque tenga envidia de tu suerte,
Sino porque feliz me siento con tu dicha
Cuando, ligera dríade alada de los árboles,
En algún melodioso lugar de verdes hayas
E innumerables sombras
Brota en el estío tu canto enajenado.

2

¡Oh, si un trago de vino largo tiempo enfriado
En las profundas cuevas de la tierra
Que supiera a Flora y a la verde campiña,
Canciones provenzales, sol, danza y regocijo;
Oh, si una copa de caliente sur,
Llena de la mismísima, ruborosa Hipocrene,
Ensartadas burbujas titilando en los bordes,
Purpúrea la boca: si pudiera beber
Y abandonar el mundo inadvertido
Y junto a ti perderme por el oscuro bosque!

3

Perderme a lo lejos, deshacerme, olvidar
Que entre las hojas tú nunca has conocido
La inquietud, el cansancio y la fiebre
Aquí, donde los hombres tan sólo se lamentan
Y tiemblan de parálisis postreras, tristes canas,
Donde crecen los jóvenes como espectros y mueren,
Donde aún el pensamiento se llena de tristeza
Y de desesperanzas, donde ni la Belleza
Puede salvaguardar sus luminosos ojos
Por los que el nuevo amor perece sin mañana.

4

¡Lejos! ¡Muy lejos! He de volar hacia ti.
No me conducirán leopardos de Baco
Sino unas invisibles y poéticas alas;
Aunque torpe y confusa se retrase mi mente:
¡Ya estoy contigo! Suave es la noche
Y tal vez en su trono aparezca la luna
Circundada de mágicas estrellas.
Pero aquí no hay luz, salvo la que acompaña
Desde el cielo el soplo de la brisa cruzando
El oscuro verdor y veredas de musgo.

5

No puedo ver qué flores hay a mis pies
Ni el blando incienso suspendido en las ramas,
Pero en la embalsamada oscuridad presiento
Cada uno de los dones con los que la estación
Dota a la hierba, los árboles silvestres, la espesura:
Pastoril eglantina y blanco espino,
Violetas marcesibles recubiertas de hojas
Y el primer nuevo brote de mediados de mayo,
La rosa del almizcle rociada de vino,
Morada rumorosa de moscas en verano.

6

A oscuras escucho. Y en más de una ocasión
He amado el alivio que depara la muerte
Invocándola con ternura en versos meditados
Para que disipara en el aire mi aliento.
Ahora más que nunca morir parece dulce,
Dejar de existir sin pena a medianoche
¡Mientras se te derrama afuera el alma
En semejante éxtasis! Seguiría tu canto
Y te habría escuchado yo en vano:
A tu réquiem conviene un pedazo de tierra.

7

¡No conoces la muerte, Pájaro inmortal!
No te hollará caído generación hambrienta.
La voz que ahora escucho mientras pasa la noche
Fue oída en otros tiempos por reyes y bufones;
Tal vez fuera este mismo canto el que una senda
Encontró en el triste corazón de Ruth, cuando
Enferma de añoranza, se sumía en el llanto
Rodeada de trigos extranjeros,
La misma que otras veces ha encantado mágicas
Ventanas que se abren a peligrosos mares
En prodigiosas tierras ya olvidadas.

8

¡Olvidadas! El mismo tañer de esta palabra
Me devuelve, ya lejos de ti, a mi soledad.
¡Adiós! La Fantasía no consigue engañarnos
Tanto, duende falaz, como dice la fama.
¡Adiós! Tu lastimero himno se desvanece
Al pasar por los prados vecinos, el tranquilo
Arroyo y la colina; ahora es enterrado
En los calveros del cercano valle.
¿He soñado despierto o ha sido una visión?
Ha volado la música. ¿Estoy despierto o duermo?

John Keats

*

Movimiento

 Una mujer sola frente al mar

es más majestuosa que él.

Puede pasar una gaviota

augurando la muerte

o puede caer el sol humedeciendo

las lonas de las carpas

hasta apagarlas,

pero una mujer

frente al mar

mece su soledad como una dueña

y no se estremece.

La luz

del mar tiene la importancia

y el movimiento de su ánimo, de su alma.

El viento suena alrededor

de la mujer

y la despierta:

ahora se trata de la playa sin luz, una mujer,

el sol caído, el sonido del mar,

carpas levantadas,

el viento que lo da vuelta todo.

Irene Gruss

*

La decisión de Odiseo

El gran hombre le da la espalda a la  isla.
Su muerte no sucederá ya en el
     paraíso
ni volverá a oír
los laudes del paraíso entre los olivos,
junto a las charcas cristalinas bajo los cipreses.
     

Da  comienzo ahora el tiempo en el que oye otra vez
ese latido que es la narración
del mar, al alba cuando su atracción es más  fuerte.


Lo que nos trajo hasta aquí
nos sacará de aquí; nuestra nave
se mece en el agua teñida del puerto.

Ahora el hechizo ha concluido.
Devuélvele su vida,
mar que sólo sabes avanzar.

Louise  Gluck

Del libro Praderas (1996)
Traducción de Andrés Catalán. Pre-Textos, 2017

*

Desde hace un mes, todos los días me visitas,  

Tu canto en mi ventana,

Alegra mis días, siento que no te has marchado

Todavía, tu aleteo, como

Un motor de nave, me avisa tu presencia, llego

A acercarme tan cerquita

Tuyo, que cuando nuestras miradas se encuentran,

se unen nuestras almas, puedo

Sentir cuánto me amas

Junto con tu vuelo, se eleva nuestro amor, a la

Eternidad…

Más allá de la vida terrenal!

Liliana Tommasiello

*

Un bosque, las dificultades.

Tropieza y no ve dónde terminan.

Se desanima.

Acepta el desafío como oportunidad.

Hace de cada nuevo tronco un ejercicio

–              es divinamente más flexible que el mundo.

Tiene varias armas:

el pensar, un sentir límpido, su cuerpo atento, su fé.

Sortea cada trampa y atraviesa.

Pero no acaban…

Ahora ve dónde era la salida

                                                 Y no era afuera.

Cierra los ojos, la luz viene de dentro.

Abre los ojos para proyectar la luz necesaria.

Abro los ojos

para proyectar la luz necesaria.

Andrea Molfetta

*

Finale

Più non muggisce, non sussurra il mare,

Il mare

Senza i sogni, incolore campo è il mare,

Il mare

Fa pietà anche il mare,

Il mare

Muovono nuvole riflesse il mare,

Il mare

A fumi tristi cedé il letto il mare,

Il mare

Morto è anche lui, vedi, il mare,

Il mare.

//

Final

Ya no muge, no susurra el mar,

El mar.

Sin los sueños, campo incoloro es el mar,

El mar.

Da lástima también el mar,

El mar.

Mueven nubes sin reflejos el mar,

El mar.

A tristes humos cedió el lecho el mar,

El mar.

Muerto también está, lo ves, el mar,

El mar.

Giusseppe Ungaretti

(traducción de Rafael Alberti)

*

A mis Odas

I

Mis Odas, es el instante de abrir vuestras alas,
id, con el mismo impulso a las bóvedas eternas
Es el momento favorable… vamos!
El rayo que ruge os ilumina,
Y la popular tempestad
Se libra al vuelo de los aquilones.

Para quien hace tiempo añora el día sagrado
La hora de la tormenta, sí, es la hora propicia.
Pero si, bajo un cielo calmo y puro
Yo hubiera, afortunado genio,
En la luz y la armonía,
Visto flotar tus vestidos de azul;

Si ningún profanador tocara tus ofrendas,
O ningún reptil impuro tus castas girnaldas,
Arrastrando nudos marchitos;
Si la tierra, a vuestro paso,
No hubiera exhalado otra nube
Que el vapor de un incienso dulce

Bendeciría a la musa, cantaría victoria,
Y le diría al poeta, lanzado hacia la gloria:
“Oh arroyo, que busca los mares,
Fluye hacia el océano del mundo,
No temas mezclar tu onda,
No son amargas sus olas!”

II

Feliz quien no escapa al olvido de las tinieblas
Feliz quien no sabe cuántos ecos fúnebres
El ruido de un nombre repica
Quien ignora si la gloria es inquieta
Si la palma del poeta
Es la palma del mártir!

Sin temer al cazador, la borrasca, al vértigo,
Feliz el ave que vuela, el que revolotea!
Feliz quien no intenta nada
Feliz quien persigue aquello que debe
Feliz quien solo para vivir vive,
Feliz quien para cantar solo canta…

III


Vosotros, oh mis cantos, adiós! Buscad vuestro humo!
Muy pronto, cuando vengáis a mi puerta cerrada,
Añoraréis, en medio de los ruidos;
Cuando, escondidos bajo velos,
Érais como las estrellas
Que brillan sólo de noche;

Y cuando, a su turno, pasándose la balanza,
Ciertos amigos, de noche, os veían en silencio,
Poetas por la lira conmovidos,
Quienes huyendo de la ciudad sonora,
Hacían crecer las flores de Isaura
En el jardín de Academo.

Como un ángel llevado por sus doradas alas,
Vosotros veníais, murmurando palabras sagradas,
Para abatir, para poner en pie,
Decíais en vuestro delirio
Todo lo que puede cantar la lira,
Todo lo que puede soñar el alma.

Disputando un noble premio en una santa arena,
Dábais todo el Olimpo a los hijos de Hipocrene,
de vuestro ardiente vuelo rivales;
Y al igual que el amante de Atalanta
Enlentecíais su curso,
Arrojándoles manzanas doradas.

Se os veía seguidos de sílfides y de hadas,
Uníais viejos haces a nuestros jóvenes trofeos,
Cantábais los campos y sus labores,
Dábais proféticos gritos,
Pedíais a los tiempos góticos
cuentos viejos siempre nuevos.

Vuestros píos laúdes consolaban las coronas,
Desde lo alto del trípode defendíais los tronos;
A menudo, sostén del inocente,
Como un tributo expiatorio,
Mezclábais, suavizando la historia,
Una lágrima en las olas de sangre.

IV

Pero el tiempo es ahora; como las golondrinas,
Partid; que una misma meta os mantenga fieles;
Y yo, si mientras combatís
De vuestra fe ningún corazón duda;
Si un alma en secreto escucha
Aquello que le diréis en voz baja;

Si cuando estáis en medio de olas de veinte crestas,
cuando el huracán busca vuestras velas bravías,
Un amigo, que de mí se lamenta,
Al veros por la tempestad batidos,
Pone un fanal en la orilla,
Se compadece, y os ofrece un puerto:

-yo menos desolado veré vuestro naufragio.
Pero el tiempo nos corre, vamos! Tomad coraje!
Hay que combatir contra los malvados
Es también cetro la lira!
Dios, en cuyo imperio son nuestras almas,
Ha puesto un poder en los cantos.

V

El poeta, inspirado aunque la tierra lo ignora,
Recuerda a esos grandes montes que la aurora
Al despertar dora antes que los otros,
Los cuales, vencedores de la sombra,
Conservan hasta la sombría noche
Del sol el último relumbre.
Víctor Hugo

Traducido por Mariano Sverdloff para Literatura del Siglo XIX.

*

«Similitud»

Y un ritmo ascendente lo subleva

Y una honda violencia desde los fondos abisales

le troza el cuerpo y lo estalla

con fuerzas enervadas

que desconocen la piedad

Pasada la lucha

se autocondena

y con una calma que también germina en sus honduras

abrumado de culpas sin expiar

se apoya en la playa

-ya sin arrebatos-

vestido de mejores modales

ordena sus brazos ondulados

y espera…

el poeta que lo sueña

lo percibe

lo perfila

ha de llegar

para transmutar fiereza

en metáfora

dulcificar sublevación en caricia espumante

y encontrar en un manojo de versos

las razones para volver a amarlo…

 silvia bottallo

*

Ese rayo…

Ese rayo que anuncia

de un magnífico sol la presencia,

ese trino temprano que se oye

convocando a su lado mil voces

esa angustia que asalta de pronto

con secretos y ocultos motivos

esa espiga que tímida asoma

anunciando futuras cosechas

esa luz que se enciende y que asusta

que ilumina y que ciega

esa puerta encantada que se abre

a un camino de dulces espinas

tienen nombre,

es único y simple: adolescencia.

(Graciela Garcia, 1970)

*

TAL VEZ

Si tu mano buscara mi mano

y la hallara

si tus ojos buscaran los míos

y los vieran

si tu voz una frase muy dulce

murmurara

tal vez yo escribiría un poema.

(Graciela García, 1970)

*

LAS ESTRELLAS

Salpicón de plata

luciérnagas del cielo, que no vuelan,

cargadas con potencia divina.

Farolitos de poetas,

diamantes derramados con maestría

por la mano creadora

allá en el firmamento,

alhajas del hada de la noche serena.

(Graciela García, 1970)

*

EL MAR

El “Moscú-Sujumi” volaba entre  montañas.

Se hablaba ya del mar.

Ya en el compartimiento vecino, los jugadores

habían  abandonado el  ajedrez y  los  naipes.

Los veraneantes se agolpaban en el pasillo,

miraban  por las ventanillas:

“¡Pronto aparecerá  el mar!”.

Algunos, agarrando por  los hombros a  sus camaradas,

rememoraban  sus encuentros con el mar.

Más para mí, en museos y  apartamentos

colgaba enmarcado bajo cristal.

Solo  lo había visto en los cuadros

y solo por  los libros sabía de él.

Y de nuevo tocaba a mis vecinos con la mano,

 obstinado en mis  preguntas:

“Decidme…¿Será pronto?  ¿Y cómo es?”.

“Espera, por ti mismo lo vas a ver…”

Y de pronto, un tirón más, y el tren salió a vastos espacios,

y de  inmediato no hubo nada  en el mundo:

todo desapareció en derredor, solo el mar.

Todo se  calló, y solo  su rumor…

Recordé de pronto:  me había ocurrido una vez.

Era  el mismo sentimiento,  pero   más fuerte,

cuando el amor ya me llamaba, ya me daba escalofríos,

y solo por los libros sabía de él.

Imprecando al amor desconsiderado,

importunaba con preguntas a los amigos:

“Decidme…¿Será pronto? ¿Y Cómo es?

“Espera, ya lo sabrás  por  ti mismo…”

E igual que ahora, en estos minutos,

en que el mar lo azuló todo,

todo desapareció, sólo ella en el mundo,

todo se calló, sólo sus palabras…

Evgueni Evtushenko -1952

Traducción José María Guell

*

Tres minutos de verdad

(A la memoria del héroe nacional cubano José Antonio Echevarria, cuyo nombre clandestino era «Manzana». )

Vivía un muchacho llamado «Manzana»
con los ojos tan puros como un manantial
y el alma tan ruidosa
                                             como una buhardilla
atestada de lienzos, guitarras y palomas.
Le gustaban las mazorcas de maíz,
el béisbol,
              los niños,
                              los árboles,
                                                 los pájaros,
y, entre el enloquecido vaivén de la pachanga,
el azar de encontrar dos milagros con pestañas.

Pero en el muchacho llamado «Manzana»,
tan parecido a un niño, comenzaba a sonar
la campanilla de la severidad
ante la falsedad y la mentira.

Y  la mentira en Cuba tenía muchas máscaras.
Bailaba en todos los salones,
y en el coche del presidente iba
sentada
          como ama y señora.
Hablaba la mentira por todos los periódicos.
Y desde la mañana, enfurecida,
mezclándose
                    a veces
                              con el rock and roll,
la mentira gritaba
                         por los altavoces
                                              de las radios.

Y el muchacho llamado «Manzana»,
no por la gloria,
                         sino por el bien de todos, simplemente,
para que toda Cuba supiera la verdad,
con sus amigos decidió ocupar la emisora.

Pistola en mano,
                         apareció de pronto,
le arrancó a los cantantes el micrófono,
y fue su voz la voz de Cuba, del valor y la fe
diciendo a todo el pueblo la verdad.
¡Tres minutos tan sólo!
                                      ¡Nada más tres minutos!
Y se escuchó un disparo…
                                          Después, sólo silencio.

La bala batistiana puso punto
a aquel discurso que no pudo terminar.
Y de nuevo, puntual, sonó el rock and roll,
y él,
                 ya invencible,
él, que había dado su vida por tres minutos de verdad,
yacía con un rostro joven y feliz…

Me dirijo a los jóvenes del mundo:
cuando en algún país gobierna la mentira,
cuando la prensa miente sin descanso,
recuerda tú a «Manzana»,
                                          juventud.

Así hay que vivir,
                          sin divertirse inútilmente.
Ir a la muerte,
                       dejando la vida cómoda,
                                                                tranquila,
para decir,
                 aunque sólo sea tres minutos,
                                                                la verdad.
¡Aunque sólo sea tres minutos!
                                   ¡Después, que venga la muerte!

Evgueni Evtushenko

*

Crónica de Graciela García

Bienvenidas Andrea (que lee y baila sus poemas) y Liliana!

-Aníbal e Inés (en castellano y en inglés, respectivamente) leen «Oda al ruiseñor» de John Keats: «si pudiera . . . junto a tí perderme por el oscuro bosque» «perderme a los lejos» «deshacerme» «el nuevo amor perece sin mañana» «he de volar hacia tí» «aquí no hay luz» «presiento cada uno de los dones con que la estación dota a la hierba» «he amado el alivio que depara la muerte» «ahora más que nunca morir parece dulce» «no conoces la muerte pájaro inmortal» «me devuelve, ya lejos de ti, a mi soledad» «he soñado despierto o fue una visión?»

-Aníbal: «poema complejo. El ruiseñor es símbolo de la poesía y míticamente dramático. Se asocia su canto a la melancolía y al dolor. Keats lo reelabora como ideal de belleza. ¿Cómo fue tu experiencia leyendo en su idioma original, Inés?»

-Inés: «es conmovedor. Fui al libro de Cortázar, que admira al autor. Es milagrosa su escritura tan joven. Es un poema donde Keats expresa emociones, la felicidad y la muerte. Cortázar dice que la muerte que expresa Keats es idealizada. Habla de lo que escucha y ve, no hace referencia al drama de Filomela y Progne. Muchos poetas han hecho poemas al ruiseñor (Colleridge, por ejemplo). En el verso 3 Keats habla de su propia muerte y refiere a su hermano más joven que muere de tuberculosis, anticipando su propia muerte. Algunos dicen que refiere a Horacio (raro pues no tuvo formación académica inglesa como otros) Era de familia muy humilde.»

-Aníbal: «como Mozart, es milagroso (no puede ser que a los 5 años «aprendió» a tocar sinfonías)

-Graciela Vergel: «traje una poeta que me tiene cautivada: Irene Gruss, a quien conocí por su muerte (deshidratada) hace 3 años este 25 de diciembre. Se acaba de publicar su obra. «Movimiento»: «una mujer sola frente al mar es más majestuosa que él» «el viento sopla alrededor de la mujer» «el sonido del mar»

-Aníbal: «habrás sentido fuerte identidad allí, cierto? Por la mujer sentada frente al mar»

-Amalia: «hoy traje una prosa. De «El corazón helado» de Almudena Grandes. «Una de las dos Españas ha de helarte el corazón», dice Machado en el prólogo. Cuando la nieta y el abuelo vuelven a Madrid, luego de un largo exilio: «¿por qué quieres venir abuelo aquí?» «éste fue el último sitio de Madrid donde estuve antes de marcharme» «llegaron al bar» «¿una caña?» (dijo el camarero) «Ah, vermouth» «Raquel se asustó, nunca había visto llorar a su abuelo» . . . «esa fue la primera vez que Raquel vio sonreír a su abuelo» «como un niño» «como todos los hijos que había sido» «Raquel no entendía nada pero sabía que estaba pasando una cosa muy importante»

-Aníbal: «hermoso homenaje»

-Ana Lía: «me decidí por una mujer, Louise Glück, que recordarán que ganó el Nobel. Glück, en lengua germana es «alegría». «La decisión de Odiseo»: «el gran hombre le da la espalda a la isla» «lo que nos trajo hasta aquí, nos sacará de aquí» «el hechizo ha concluido».

-Aníbal: «cómo han deconstruído a Odiseo las últimas poetas!»

-Liliana: «después de Keats me siento tan pequeñita con mi escritura! Yo leí en el bosque mi poema del colibrí, a raíz de la muerte de un ser querido, en pandemia. Otro, anterior, dice así: «tu canto en mi ventana» «tan cerquita tuyo . . . se juntan nuestras almas» «más allá de la vida terrenal» Imaginaba que él, ese colibrí, venía a visitarme»

-Aníbal: «quién no puede sentir esa experiencia de continuidad y muerte, que seguirá visitando tu jardín!»

-Andrea: «les leo un poema de mi próximo libro. Lo que hoy estoy leyendo es «La palabra inicial» de Hugo Mujica y, en paralelo, «Poesía última» de Hölderlin, un lujo, una edición trilingüe. El mío es de «Poemas blancos»: «un bosque, las dificultades, ella tropieza» «hace de cada nuevo árbol, un ejercicio» «ahora ve donde era la salida de esa maraña y no era afuera» «abro los ojos para proyectar la luz necesaria». Sale el libro en el 22, por editorial Charco, con audiolibro, con performance grabada en Gesell, editorial Paloma Selene.»

-Hernán: «estoy en el mar» Cita la «delantera» Ungaretti, Montale, Quasimodo.» De Ungaretti, «Finale» (lee primero en italiano y luego la versión de Rafael Alberti: «sin los sueños/ campo incoloro es el mar» «piedad también da el mar» «nubes que no reflejan, mueven el mar»

-Julio: «A mis odas», una oda que escribió Víctor Hugo a sus odas: «pero el tiempo es ahora, como las golondrinas» «escucha aquello que le direís en voz baja» «un amigo . . . pone un fanal en la orilla» «el tiempo nos corre» «vamos, tomad coraje» «Dios . . . ha puesto un poder en los campos»

-Silvia: «rescato una parte de «El oleaje» dedicado al mar pero que también puede pasarle a una mujer: «y un ritmo ascendente lo subleva» «ordena sus brazos ondulados y espera» «caricia espumante»

-Aníbal: «el impulso a escribir en 2020 tiene a Silvia como la número uno»

-Patricia Zaldívar: «una foto del mar no es el mar» . . . gracias a todos. En algún momento nos podremos encontrar. Leeré, de «Vía láctea» (incorporado a «El mar en todo») para nuestra madre: «tus ojos que nunca fueron de ceniza tiemblan hoy con un rocío celeste» «sopla una luz infinita» «lecho de claridad . . . sobre la bóveda del silencio helado» «vuelvo siempre a nacer y ser feliz» (de 2009)

-Aníbal: «en 2008 nos dieron el diagnóstico de la enfermedad incurable de nuestra madre. Pensé en escribir una prosa, hice grabaciones para algo así como «mi vida como hijo». Pero me apareció el mito de la vía láctea. Galaxia o Vía láctea= camino de leche. Qué hay entre la leche materna y la eternidad? Está en «El mar en todo» y en mi página. Gracias Patricia!»

-Alicia: «esperemos reconstruirnos! Gracias por la generosidad, por la poesía, el arte. Hagamos un brindis»

-Cristina: «fue importante para mi estar en este grupo con tanta intensidad, calidad y humanidad. Me quedo emocionada y enamorada de todos ustedes»

-Graciela García (yo): «también quiero agradecerles por la poesía y la amistad que nos unió, que disfrutamos y que nos sostuvo en momentos difíciles. También espero encontrarnos en algún momento personalmente. Sueño (literalmente) con eso, con una mesa grande tendida donde compartimos charlas, afecto, brindis. Quizás por el síndrome de abstinencia por no poder participar del zoom anterior, hoy voy a leer varios poemas. Después de mucho pensar, voy a terminar estos encuentros como los empecé: leyendo algo mío, de eso que rescaté de viejos cajones que tenía olvidados; son 3 poemas breves que, en este caso encontré la semana pasada y son de 1970, es decir de mis 15 años. Y luego, un poema de Silvia que, como le conté a Gracielita Vergel en nuestro último encuentro presencial, es lo que yo le leería a alguien que me preguntara, qué es el mar? Los míos: » . . . ese trino temprano que se oye/ convocando a su lado mil voces . . .esa angustia que asalta de pronto/con secretos y ocultos motivos. . . tienen nombre/es único y simple: adolescencia. »  El segundo se llama Tal vez: «si tu mano buscara mi mano/y la hallara/si tus ojos buscaran los míos/y los vieran/si tu voz una frase muy dulce/murmurara/tal vez yo escribiría un poema» y el tercero se llama Las estrellas: «salpicón de plata» «farolitos de poeta» «diamantes del hada de la noche serena».

-Silvia: «¡qué poeta! ¡15 años!»

-yo: «gracias Silvia, si, no lo puedo creer! «Y ahora, tu poema: «escribir el mar/ ¡qué desatino!» «dejarse mirar/ por sus mil ojos/ deshojarlo/ a brazadas/ de impotencia/ y espanto» «agitar el lápiz/del ensueño/ abrazado/ a la profunda/ noche/ de su hondura»  «y aún así ¡no poder!» Pero bien que pudiste Silvia!»

-Daniel Pérez: «de «Tres minutos de verdad» de Eugene  , «El mar»: «se hablaba ya del mar» «sólo lo había visto en los cuadros» «cómo es?» «de repente . . . sólo el mar» «importunaba con preguntas a los amigos»  «todo se cayó» «sólo ella en el mundo»

-Aníbal. «en verano, vuelven las charlas de poesía en el Chalet de Don Carlos!»

[aplausos, saludos y agradecimientos]

Graciela García

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