La poesía y el mar 18 de julio

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Otro poema último de La Belleza del mundo y uno de Rosas del desierto sobre el oleaje…

Cuarentena y flores

28

Inepto para la guerra

tributo al jardín

las ramas de mis manos.

 

Escribo los poemas

en las hojas de un sauce

que caen al suelo.

 

Y también en los pétalos

de las camelias blancas

que se abren al frío.

*

Rosas del desierto

41

Salvo los labios que murmuran

el resto del mar está muy quieto

replegado, huraño, silencioso, lejos.

 

Salvo la boca que gime jadeando

cansada y renovada a cada instante

la espalda enorme es sorda y enigmática.

 

Salvo los dientes blancos de las olas

que ríen abiertos y se cierran de golpe

el infinito es intemperie ciega.

 

Como yo, los pastos de la orilla, las aves

los tamariscos de pestañas finas

lo miran transcurrir, lo escuchan todo el tiempo.

 

Salvo los ojos, las bocas, los oídos

que nos hacen ruidosos y evidentes

somos abismo que respira y duerme.

***

Canto V de la Odisea (fragmentos)

Mando por archivo separado la intervención de Marcos, que tuvo la gentileza de mandarnos los apuntes que tomó para su charla, con las citas incluidas. Y paso el link de canto V completo: https://es.wikisource.org/wiki/La_Odisea_(Luis_Segal%C3%A1_y_Estalella)/Canto_V

***

Odisea, libro vigésimo tercero

Ya la espada de hierro ha ejecutado
la debida labor de la venganza;
ya los ásperos dardos y la lanza
la sangre del perverso han prodigado.
A despecho de un dios y de sus mares
a su reino y su reina ha vuelto Ulises,
a despecho de un dios y de los grises
vientos y del estrépito de Ares.
Ya en el amor del compartido lecho
duerme la clara reina sobre el pecho
de su rey pero ¿dónde está aquel hombre
que en los días y noches del destierro
erraba por el mundo como un perro
y decía que Nadie era su nombre?

*

Alexander Selkirk

Sueño que el mar, el mar aquél, me encierra
Y del sueño me salvan las campanas
De Dios, que santifican las mañanas
De estos íntimos campos de Inglaterra.
Cinco años padecí mirando eternas
Cosas de soledad y de infinito,
Que ahora son esa historia que repito,
Ya como una obsesión, en las tabernas.
Dios me ha devuelto al mundo de los hombres,
A espejos, puertas, números y nombres,
Y ya no soy aquél que eternamente
Miraba el mar y su profunda estepa
¿Y cómo haré para que ese otro sepa
Que estoy aquí, salvado, entre mi gente?

J.L.Borges

***

Guillermo Hudson

En 1871, con 30 años, Hudson viaja a la provincia de Río Negro donde permanece varios meses. En 1874 viajó a Inglaterra  y ahí escribió toda su obra. Murió en 1922.

Su pasión por la ornitología. De allí las minuciosas descripciones de fauna y aves que aparecen en el libro: su canto, sus costumbres, su aleteo. Cofundador de la Real Sociedad de Protección de Aves, la primera en su tipo. Pero como no era Lord inglés, nunca fue su presidente.

Autor de La tierra purpúrea, Allá lejos y hace tiempo, entre más de 30 obras que incluyen novelas, cuentos y ensayos. Días de ocio en la Patagonia es de 1893, más de veinte años después de su viaje a Rio Negro.

*

Días de ocio en la Patagonia

Durante diez o doce minutos navegamos rápida y suavemente. Entonces se corrió la voz de que el barco había dejado de moverse y que estábamos clavados en la arena de la costa, aunque nada veíamos por la intensa oscuridad yo tenía la impresión de que seguíamos avanzando rápidamente. El viento había dejado de soplar, y a través de las nubes que delante de nosotros se entreabrían con celeridad apareció para nuestro alborozo el primer resplandor del alba. Gradualmente la oscuridad se volvía menos intensa, solo frente a nosotros quedaba una playa inmutable y negra, como una porción de las tinieblas que pocos minutos antes nos habían hecho confundir el cielo con el mar. Pero, al aumentar la luz, comprobamos que se trataba de una hilera de montículos o médanos de arena situados a  muy pequeña distancia de la embarcación. Realmente, habíamos varado; y aunque aquí el barco estaba más seguro que entre las puntiagudas rocas, la posición no dejaba de ser peligrosa, de modo que inmediatamente resolví desembarcar. Otros tres pasajeros decidieron hacerme compañía, y como la marea estaba baja, calculando que el agua nos llegaría a  la cintura, descendimos hasta el mar por medio de cuerdas, dirigiéndonos hacia la costa, a la que pronto llegamos.

No tardamos en subir a los médanos para observar el panorama que ellos escondían. ¡La Patagonia estaba allí, por fin! ¡Cuán a menudo la había visto en mi imaginación! ¡Cuántas veces había deseado ardientemente visitar ese desierto solitario, no hollado por el hombre, para descansar en la lejanía de su paz primitiva y desolada, apartado de la civilización! ¡Allí estaba, completamente abierto ante mis ojos, el desierto intacto que despierta tan extraños sentimientos en nosotros; la antigua morada de los gigantes, cuyas pisadas impresas en la playa asombraron a Magallanes y a su gente, y le valieron el nombre de Patagonia!

***

De Lunas y acacias

Poema de Nahir Mertehikian con fotos de Flavia Mertehikian

https://www.facebook.com/199745630386109/posts/1158553601171969/

***

Inasibles

Desde vagos confines de la noche,

me llegan leyendas escondidas,

de los barcos que huyeron a las sombras

y que nunca llegaron a la orilla

de esas islas que vagan caprichosas,

entre bancos de pálida neblina

y se muestran tan sólo a los que creen

en sirenas y tierras sumergidas.

Viejos mapas nos cuentan los secretos

de plantas y de flores curativas

que habitan en lugares misteriosos

y aparecen, tan solo, ciertos días.

El vuelo de los sueños las empuja,

más allá de comarca conocida.

Sus siluetas difusas se dibujan

a lo lejos, en nuestra fantasía.

Acaso son islotes desprendidos

de la mítica Atlántida perdida…

Susana A. Orden

***

El mar

Necesito del mar porque me enseña:
no sé si aprendo música o conciencia:
no sé si es ola sola o ser profundo
o sólo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navios.
El hecho es que hasta cuando estoy dormido
de algún modo magnético circulo
en la universidad del oleaje.
No son sólo las conchas trituradas
como si algún planeta tembloroso
participara paulatina muerte,
no, del fragmento reconstruyo el día,
de una racha de sal la estalactita
y de una cucharada el dios inmenso.

Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,
incesante viento, agua y arena.

Parece poco para el hombre joven
que aquí llegó a vivir con sus incendios,
y sin embargo el pulso que subía
y bajaba a su abismo,
el frío del azul que crepitaba,
el desmoronamiento de la estrella,
el tierno desplegarse de la ola
despilfarrando nieve con la espuma,
el poder quieto, allí, determinado
como un trono de piedra en lo profundo,
substituyó el recinto en que crecían
tristeza terca, amontonando olvido,
y cambió bruscamente mi existencia:
di mi adhesión al puro movimiento.

Pablo Neruda

***

Soneto de repente

Un soneto me manda hacer Violante;

en mi vida me he visto en tal aprieto,

catorce versos dicen que es soneto,

burla burlando van los tres delante.

 

Yo pensé que no hallara consonante

y estoy a la mitad de otro cuarteto;

mas si me veo en el primer terceto,

no hay cosa en los cuartetos que me espante.

 

Por el primer terceto voy entrando,

y aún parece que entré con pie derecho,

pues fin con este verso le voy dando.

 

Ya estoy en el segundo, y aún sospecho

que estoy los trece versos acabando:

contad si son catorce, y está hecho.

*

Respuesta de doña Violante Pardo a Lope de Vega

No me eches tú, Lopillo, tanto morro,

no creas que me cumples mi deseo

hilvanando un soneto, pues bien veo

que hoy la pluma la llevas en el gorro.

 

No pienses que, con verte, yo me corro,

o que estimo un soneto un devaneo,

pues soy una mujer que pienso y leo;

no trates de engañarme hoy a lo zorro.

 

Ni pienses que, de cierto, soy Violante,

ni me hables de cuartetos y tercetos,

ni aún en dónde colocas cada acento;

 

sé bien que lo que cuenta, lo importante

es el decir, al fin, de modo escueto

un concepto, una flor, un sentimiento.

Lope de Vega

***

El enigma de Edward Fitzgerald

Siete siglos transcurren, con sus luces y agonías y mutaciones, y en Inglaterra, nace un hombre, Fitzgerald, menos intelectual que Umar, pero acaso más sensible y más triste. Fitzgerald sabe que su verdadero destino es la literatura y la ensaya con indolencia y tenacidad. Lee y relee el Quijote, que casi le parece el mejor de todos los libros (pero no quiere ser injusto con Shakespeare y con dear old Virgil), y su amor se extiende al diccionario en el que busca las palabras. Entiende que todo hombre en cuya alma se encierra alguna música puede versificar diez o doce veces en el curso natural de su vida, si le son propicios los astros, pero no se propone abusar de ese módico privilegio.

JL Borges: Otras inquisiciones. Habla del inglés que tradujo (y revivió del olvido) al persa Omar Kayám, un poeta de 7 siglos antes de su época.

**

La casa

Es la casa vivida

la que me columpia a toda hora

con la secreción de sus tambores

y cuando el silencio improvisa su red de cielos

le corre por las paredes

como un agua de descanso

y los días se le estampan de perfil

de qué manera

*

Yacón

ese sabor que ha estragado la boca

—me dicen— es del yacón,

serenata de manzana, ananá y papa

enterrada bajo arcillas antiguas

 

su carne

es inefable y terrena

apasionada y distante

 

Oh boca

te pido que vueles la distancia

de las próximas mil noches

cautiva en el viento del deseo

de volver a encontrarla

Daniel Martínez Rubio

***

I ricordi

I ricordi, un inutile infinito,
Ma soli e uniti contro il mare, intatto
In mezzo a rantoli infiniti…

Il mare,
Voce di una grandezza libera,
Ma innocenza nemica nei ricordi,
Rapido a cancellare le orme dolci
D’un pensiero fedele ….

Il mare, le sue blandizie accidiose
Quanto feroci e quanto, quanto attese
E alla loro agonia,
Presente sempre , rinnovata sempre.
Nel vigile pensiero l’agonia…

I ricordi ,
Il riversarsi vano,
Di sabbia che si muove
Senza pesare sulla sabbia,
Echi brevi protratti ,
Senza voce echi degli addii
A minuti che parvero felici…

*

Los recuerdos

Los recuerdos, inútil infinito, pero solos y unidos contra el mar, intacto,

en medio de estertores infinitos…

El mar, voz de una libre grandeza

pero inocencia enemiga en los recuerdos,

tan rápido en borrar las huellas dulces de un pensamiento fiel…

El mar, sus blanduras indolentes tan feroces

y esperadas tanto, tanto, y en su agonía,

presente siempre, renovada siempre,

en el despierto pensamiento, la agonía.

Los recuerdos,

el revolverse vano

de arena que se mueve

sin pesar sobre la arena,

ecos breves y lentos, sin voz,

ecos de los adioses

a minutos que parecían felices…

Giusseppe Ungaretti

Versión de Jesús López Pacheco

Nota de Saccomanno sobre Ungaretti citada por Hernán:

https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-3333-2009-01-25.html

***

El hueso de la gaviota

Breve y liviano sobre la playa, aéreo

el último hueso de la gaviota

aguarda la disolución en manos de los elementos.

No está previsto un accidente

que modifique la situación.

El sólido cuerpo del planeta

también espera,

pasivamente espera y con dulzura

el retorno del hueso a su garganta.

Cincuenta millones de años

contra unas semanas de vuelo.

No hay injusticia en la proporción

sino confianza y un pulido equilibrio

entre el agua, el viento y la temperatura solar.

Y allí de pie, el poder humano,

buscando en el cielo un agujero

donde meter la cabeza y si es posible

una eternidad independiente

de uso privado y esqueleto eterno.

Joaquín Gianuzzi

*

Sueño del nadador

El nadador ha pulido

su artesanía de joven felino

para corresponder

a los principios míticos del agua.

La coreografía empieza desde un punto

aéreo, elastizado,

donde el filo del trampolín revela

la soledad de una energía

concentrada en suspenso y en el cielo.

El conjunto se afina hasta crear

una mínima carne liberada

de carga emocional. Ahora solo basta

el pulmón feliz. Suelta su amarra

la tensionada fibra, se desprende, salta

y en rápida parábola

entra como un cuchillo en un reinado lento.

El agua vibra al sol como estrellada.

Convertida en mujer

con un baile en su seno se incorpora

una segunda alegría. El huésped cae

y largamente se demora abajo

como probando

la impune gracia de permanecer

para siempre en la azul profundidad,

palpando sus opciones

y sus posibles sueños venideros.

Pero aquí vuelve, sacudiendo un resto

de ensoñación goteada

a su estado mortal, con paso herido,

al triste error, vacilando

entre rígidos objetos aplastados

y su cuadrado peso.

Joaquín Gianuzzi

***

Sonetos a Orfeo

Escritos, como monumento funerario

para Vera Ouckama Knof

I

Y se elevó un árbol. ¡Oh pura elevación!

¡Oh canto de Orfeo! ¡Oh gran árbol frondoso en la

oreja!

Y todo calla. Sin embargo, en el vasto silencio

hay un nuevo principio, una señal y un cambio.

Animales de quietud salen de la clara

y liberada selva de guaridas y de nidos;

y entonces revelan que no por astucia

ni por angustia se han callado,

sino para escuchar. Rugidos, gritos, bramidos

parecían pequeños a sus corazones. Y ahí donde apenas

había una choza para acoger el canto,

un humilde refugio nacido del más obscuro anhelo,

con una entrada de temblorosos quiciales,

ahí creaste tú un templo en el oído.

 

II

Muchacha casi y surgió
de esa sola ventura del canto y de la lira
y brilló luminosa en sus primaverales velos
y se hizo un lecho en mi oído.

Y se durmió en mí. Y todo era su sueño.
Los árboles que me admiraron, esas
sensibles afueras o aquellos prados ya sentidos
y cada nuevo asombro que me sobrecogía.

… Adormeció al mundo. Oh dios rapsoda, ¿de qué modo
la limitaste para que no exigiese
al punto despertar? Mira, fue y duerme.

Su muerte, ¿dónde está? ¿O hallarás todavía ese tema
antes de que tu canto se consume?
¿Y adonde huye de mí…? Muchacha casi…

Rainer María Rilke

***

Maimónides bajo el manto de Rothko

(fragmento)

Nunca observe tanto ardor

Ni tanta oración alrededor de un átomo.

Sefarad en el exilio

¿Por qué las lenguas

No explotan en tu mente?

AVERROES

Tiene la fuente magneéica en sus ojos,

Es tan fuerte el ardor

Que la piel se hace inmolar

Del otro lado del desierto,

¡un desierto infinito!

Esta a punto de caer

Sobre tu manto

( y Rothko…desnudo

No puede mas de tristeza

Su sombra

Atraviesa el cerebro de Maimónides).

Jorge Castañeda

***

Imágenes para Crusoe

(Fragmento)

¡Crusoe! Esta noche, cerca de tu Isla, el cielo que se aproxima loará al mar, y el silencio multiplicará la exclamación de los astros solitarios.
Corre las cortinas; no enciendas:
Es la noche sobre tu Isla y en su contorno, aquí y allá, dondequiera se curva el impecable vaso del mar; es la noche color de párpados, sobre los caminos entretejidos del cielo y del mar.
Todo es salado, todo es viscoso y pesado como la vida de los plasmas.
El pájaro se arrulla en su pluma, bajo un sueño aceitoso; el fruto vano, sordo de insectos, cae en el agua de las caletas, cavando su ruido.
La isla se adormece entre el circo de vastas aguas, lavada por cálidas corrientes y grasas lechadas, en la frecuentación de légamos suntuosos.
Bajo los manglares que lo fecundan, lentos peces entre el cieno han descargado burbujas de su cabeza chata; y otros que son lentos, manchados como reptiles, velan. — Los légamos son fecundados. — Oye chasquear a las huecas bestias en sus conchas. —Sobre un trozo del cielo verde hay un humo apresurado que es el enmarañado vuelo de los mosquitos.— Los grillos bajo las hojas se llaman dulcemente.— Y otras bestias que son dulces, atentas a la noche, cantan un canto más puro que el anuncio de las lluvias: es la deglutición de dos perlas hinchando su gollete amarillo…
¡Vagido de las aguas girantes y luminosas!
¡Corolas, bocas de moaré: el duelo que apunta y se ensancha! Son grandes flores móviles en viaje, flores vivientes para siempre, y que no cesarán de crecer por el mundo…
¡Oh el color de las brisas circulando sobre las aguas calmas,
las palmas de las palmeras que se menean!
Y ni un lejano ladrido de perro que signifique la choza; que signifique la choza y el humo de la tarde y las tres piedras negras bajo el olor de pimiento.
Pero los murciélagos cortan la noche blanda con pequeños gritos.
¡Alegría!, ¡oh alegría desatada en las alturas del cielo!
¡Crusoe!, ¡estás ahí! Y tu rostro se ofrece a los signos de la noche, como una invertida palma de la mano.

Saint John Perse

***

Para entonces

Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía
y el alma un ave que remonta el vuelo.

No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.

Morir cuando la luz triste retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira;
algo muy luminoso que se pierde.

Morir, y joven; antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona,
cuando la vida dice aún: «Soy tuya»,
aunque sepamos bien que nos traiciona.

Manuel Gutierrez Nájera

***

Los cuatro cuartetos

The Dry salvages

IV‌ ‌

Señora,‌ ‌en‌ ‌tu‌ ‌santuario‌ ‌que‌ ‌está‌ ‌en‌ ‌el‌ ‌promontorio,‌

Ruega‌ ‌por‌ ‌todos‌ ‌los‌ ‌navegantes,‌ ‌

Los‌ ‌dedicados‌ ‌a‌ ‌la‌ ‌pesca‌ ‌y‌ ‌aquellos‌ ‌

Que‌ ‌se‌ ‌ocupan‌ ‌en‌ ‌lícito‌ ‌comercio‌ ‌

Y‌ ‌quienes‌ ‌los‌ ‌dirigen.‌ ‌

‌ ‌

Reza‌ ‌también‌ ‌por‌ ‌las‌ ‌mujeres‌ ‌que‌ ‌han‌ ‌visto‌ ‌

Zarpar‌ ‌y‌ ‌no‌ ‌volver‌ ‌a‌ ‌sus‌ ‌maridos‌ ‌o‌ ‌a‌ ‌sus‌ ‌hijos,‌ ‌

Figlia‌ ‌del‌ ‌tuo‌ ‌figlio‌,‌

Reina‌ ‌del‌ ‌Cielo.‌ ‌

‌ ‌

Ora‌ ‌asimismo‌ ‌por‌ ‌cuantos‌ ‌navegaban‌ ‌

Y‌ ‌terminaron‌ ‌su‌ ‌viaje‌ ‌en‌ ‌la‌ ‌arena,‌ ‌

En‌ ‌los‌ ‌labios‌ ‌del‌ ‌mar‌ ‌

O‌ ‌en‌ ‌la‌ ‌sombría‌ ‌garganta‌ ‌que‌ ‌no‌ ‌los‌ ‌devolverá‌ ‌

O‌ ‌allí‌ ‌donde‌ ‌no‌ ‌puede‌ ‌ya‌ ‌alcanzarlos‌ ‌

El‌ ‌tañido‌ ‌de‌ ‌la‌ ‌campana‌ ‌del‌ ‌mar,‌ ‌

Su‌ ‌ángelus‌ ‌perpetuo.‌‌ ‌

*

The four quartets

The dry  salvages
Lady,‌ ‌whose‌ ‌shrine‌ ‌stands‌ ‌on‌ ‌the‌ ‌promontory,‌ ‌

Pray‌ ‌for‌ ‌all‌ ‌those‌ ‌who‌ ‌are‌ ‌in‌ ‌ships,‌ ‌those‌ ‌

Whose‌ ‌business‌ ‌has‌ ‌to‌ ‌do‌ ‌with‌ ‌fish,‌ ‌and‌ ‌

Those‌ ‌concerned‌ ‌with‌ ‌every‌ ‌lawful‌ ‌traffic‌ ‌

And‌ ‌those‌ ‌who‌ ‌conduct‌ ‌them.‌ ‌

‌ ‌ ‌ ‌Repeat‌ ‌a‌ ‌prayer‌ ‌also‌ ‌on‌ ‌behalf‌ ‌of‌ ‌

Women‌ ‌who‌ ‌have‌ ‌seen‌ ‌their‌ ‌sons‌ ‌or‌ ‌husbands‌ ‌

Setting‌ ‌forth,‌ ‌and‌ ‌not‌ ‌returning:‌ ‌

Figlia‌ ‌del‌ ‌tuo‌ ‌figlio,‌ ‌

Queen‌ ‌of‌ ‌Heaven.‌ ‌

‌ ‌ ‌ ‌Also‌ ‌pray‌ ‌for‌ ‌those‌ ‌who‌ ‌were‌ ‌in‌ ‌ships,‌ ‌and‌ ‌

Ended‌ ‌their‌ ‌voyage‌ ‌on‌ ‌the‌ ‌sand,‌ ‌in‌ ‌the‌ ‌sea’s‌ ‌lips‌ ‌

Or‌ ‌in‌ ‌the‌ ‌dark‌ ‌throat‌ ‌which‌ ‌will‌ ‌not‌ ‌reject‌ ‌them‌ ‌

Or‌ ‌wherever‌ ‌cannot‌ ‌reach‌ ‌them‌ ‌the‌ ‌sound‌ ‌of‌ ‌the‌ ‌sea‌ ‌bell’s‌ ‌

Perpetual‌ ‌angelus.‌ ‌

T. S. Eliot ‌

Traducción de José Emilio Pacheco

‌**

La pala vizcachera

¿Has visto trabajar la pala vizcachera?

El hombre que la maneja dobla cada vez más la cintura

y hace girar, forcejeando, los brazos de la pala.

Cuando la siente llena

la saca del pozo

y desprende sobre una pila los terrones húmedos.

 

Pero solo hay un tiempo de terrones húmedos;

viene luego la greda pegajosa

y después una tierra que se desgrana

y la pala cumple sólo la mitad de su oficio.

Excava, pero no puede quitar lo excavado

porque se le desmenuza entre las fauces.

 

Hace años que me he puesto a cavar.

Siento los brazos cansados de empuñar

el extraño socavador de almas

que saca a la luz un poco de humus promisorio

y se entierra en las centralidades y entresijos

y se desgarra en los dolores y frustraciones

que se desmenuzan entre las quijadas

Miguel Montezanti

Hasta el 25 de julio…! Cita con Orfeo…!

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