Van los poemas de la charla de 18/9/2021. Se pierden el contexto, los comentarios, las introducciones, los rostros… pero quedan los textos para compartir con los que estuvieron y con los que no. Abrazo! Nos vemos el 2 de octubre, con un cambio de horario: a las 18.

Álamo

 El alivio del álamo en el cielo,

voz de la tierra inclinada hacia el mar

fina seda de hojas conjurando llantos

y un rumor de savia que circula en el viento.

Tibio algodón verde sobre madera luna,

entrañable altura de mi primera muerte,

bajo el sol de noviembre, en la edad

del silencio, de la huida en soledad y arena.

Siempre el alivio del álamo, siempre

campanas, párpados cerrados, abiertos,

y ondulantes olas bajo el mar

del cielo, y un cardumen en llamas.

¡Posesión o exilio entre nubes huyendo!

Anibal Zaldivar (En: Respiraciones y Estrellas, 1981/8)

*

21

Los dos perdimos, mar, la alegría

y aquel consuelo que llegaba

desde los grandes álamos.

Canción o rumor simplemente inclinado

donde ahora son un antiguo lamento

troncos al ras del suelo, cortados,

una esquina con negocios de ropa fina y remedios.

Así evoluciona el terrible destino

de los hombres, y ese cardumen

de hojas contra el cielo, tan bello,

ya  no canta para vos ni para nadie.

Anibal Zaldivar (En: La belleza del mundo, 2021)

****

“Quien no se lanza mar adentro,

nada sabe del azul profundo del agua,

ni del hervor de las aguas que bullen;

nada sabe de las noches tranquilas

cuando el navío avanza dejando una estela de silencio;

nada sabe de la alegría de quedarse sin amarras,

apoyado sólo en Dios, más seguro que el mismo océano.

Desventurado aquel que se queda en la orilla

y pone toda su esperanza en tierra firme,

la de los hombres razonables, calculadores,

seguros de sí mismos, que imaginan ser ricos

y están desnudos, que creen construir para siempre

y sólo amontonan ruinas que siempre les acusarán”

(anónimo)

*

Velas Izadas

Su corazón es un barco de velas izadas
Lejos de los mares, del tiempo, de las mareas locas
Su corazón es un barco de velas izadas
Sin nieblas, tormentos, ni siquiera un revés
Su corazón es un barco jamás navegado
Nunca se mostró por dentro, abriendo las bodegas
Su corazón es un barco que vive anclado
Nunca se arriesgó al viento, a las grandes pasiones
Nunca soltó las ataduras
Nunca se quedó a la deriva
Nunca ha sufrido un naufragio
Nunca se cruzó con piratas y aventureros
Nunca cumplió el destino de los barcos.

Ivan Lins

(Lecturas de Gustavo)

****

La balada del agua del mar 

(A Emilio Prados, cazador de nubes)

El mar

sonríe a lo lejos.

Dientes de espuma,

labios de cielo.

¿Qué vendes, oh joven turbia

con los senos al aire?

Vendo, señor, el agua

de los mares.

¿Qué llevas, oh negro joven,

mezclado con tu sangre?

Llevo, señor, el agua

de los mares.

Esas lágrimas salobres

¿de dónde vienen, madre?

Lloro, señor, el agua

de los mares.

Corazón, y esta amargura

seria, ¿de dónde nace?

¡Amarga mucho el agua

de los mares!

El mar

sonríe a lo lejos.

Dientes de espuma,

labios de cielo.

Federico García Lorca

*

Media Noche

(Málaga, 6 de enero)

Duerme la calma en el puerto

bajo su colcha de laca,

mientras la luna en el cielo

clava sus anclas doradas.

¡Corazón,

rema!

Emilio Prados

(Málaga, 1899-Ciudad de México, 1962)

(Lecturas de Graciela García)

****

Extracto del relato Pontus Axeinos

del libro de relatos autobiográficos El ojo castaño de nuestro amor de Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956)

Pontus Axeinos

I

Tengo doce años y marcho de campamento a Constanta. Voy a ver el mar por primera vez. Lo conozco, naturalmente, gracias al programa infantil de la televisión, El capitán Remolino, en el que un velero del decorado se balancea sobre olas de tela que ni siquiera son azules {…}

En el viaje en autocar, junto a decenas de niños desconocidos, permanezco en mi asiento callado y nervioso: voy a ver el mar. ¿Cómo lo imagino? No lo sé. En cualquier caso, no como un lugar de este mundo. Sé que existen unicornios, sé que también existe el mar. Una quimera con cabellos de serpientes verdosas, de cristal blando. Pienso en barcos de arrastre, en catamaranes, en islas lejanas. En cualquier cosa excepto en agua. La idea del mar no está unida al agua en mi mente. Veo mi cara menuda y delgada reflejada en la ventanilla del autocar mientras cruzamos pueblos desconocidos y avanzamos junto a unas vías de tren interminables. El cielo es gigantesco, pero no tan gigantesco como imagino el mar. En la carne del cielo, como si fueran sus órganos internos, se agitan los árboles y zumban los cables de los postes eléctricos, torcidos y embadurnados de alquitrán. Pasamos también junto a campos de amapolas, manchas escarlatas en el cielo desconchado.

Estoy sumido en mis pensamientos sobre el mar y de repente veo el mar, pero no lo reconozco. Veo algo que me para el corazón pero que no puede ser el mar ni tampoco otra cosa. Es como cuando, al nacer, unido todavía al cordón umbilical, abres los ojos por primera vez y la luz aterradora te invade pero no sabes que es la luz, no sabes qué es, no tienes aún la noción de que existe algo, tampoco puedes ver nada. Simplemente se adivinaba, entre bloques, una banda verde-azul-transparente-brillante que se alzaba hasta el cuarto piso de los bloques. Los bloques estaban medio hundidos en aquella franja. “¡El mar! ¡El mar!”, gritaban los críos, apiñándose en la parte izquierda del autocar. ¡Thalassa! ¡Thalassa!

¿Cómo levitaba el mar a aquella altura formidable? ¿Quién lo había construido allí en vertical? ¿Quién había puesto el mar en pie, como una pared de zafiro oscuro? Me imaginaba a los niños que vivían allí, en el cuarto pido de los bloques, donde acababa el mar. Su madre les diría todos los días, probablemente, que no pasaran el dedo por la línea del horizonte para no cortarse con aquella cuchilla brillante, para que la sangre no se mezclara con el mar. {…}

Cuando acabó el campamento y volví a casa, permanecí de nuevo, durante todo el viaje, sentado en mi asiento del autocar, sin decir una palabra. Mis padres me esperaban en el patio de la escuela: dos extraños, dos anatomías desconocidas. Caminamos los tres lentamente en medio de la noche, entre casas sin sentido ni consistencia. La luna caminaba a nuestro paso, era tan grande que arrastraba nuestras sombras, las estiraba penosamente, como a los condenados en el potro de tortura. Al llegar a casa, el apartamento me pareció una madriguera escarbada en el suelo, el escondrijo de una rata. Lloré horas muertas en la bañera. Mis padres, con la cabeza pegada a la puerta del baño, gimoteaban al oír cómo mis lágrimas caían al agua. Pertenecía ahora a otra especie, pues había visto el mar y había resultado ileso. Pero ellos eran gente de tierra adentro, llenos de huesos y raíces.

(Lectura de Silvina)

****

Útero Cielo

Piel de inmensidad 

concavidad 

pradera

bandera de todas las banderas

país universal sin amos

tu barrio y mi barrio en la azotea

masticando alquitrán

arrabal de la luna

ciudadela de estrellas

pronombres del sol y de la lluvia

y una flor vaporosa

traza

en cámara lenta 

la historia del mundo

y el mito de las almas.

Gramática de constelaciones

vaticinios volátiles:

Luciérnagas astrólogas

tejen mapas de azares.

Tersura del vacío

disolución de la carne

y de las trivialidades.

Juegan a la pelota querubines

y belcebúes

cae el quiosquito

de vanidades.

Entre  el agua

y  el éter

una ostra celeste

y entre ciela y tierro,

una niña de gasa

nombra

al útero Cielo

y a la patria Poema.

Graciela Vergel

****

El lenguaje del mar y la literatura

el mar es mi piel, escúchame

robé la desembocadura del arroyo, los istmos

son arenas insondables, desperté aguas profundas,

la ensenada descansa en tu pendiente

mi sombra es un alga, la vena verde una incisión

beso la nube y soplo hacia la piedra

soplo bolsas de aguas negras y vertederos,

cuando escuches, tu oído será sanado:

tu voz interior está herida

acepta todos los lagos,

las lilas y la risa

al parecer he tejido un nuevo atlas

hacen falta dos ríos, no te preocupes por ellos

despliégame. Lee. Luego lánzame una flecha.

Nurduran Duman

poeta, dramaturga y promotora cultural turca.

*

El drama de la gota de agua

el viento anda lento

desatando burbujas en la espuma,

remolino que enlazando va

olitas libres de clara luz

qué es una gota sola

en el vasto jardín del sol,

una gota de rocío

perdida en la inmensidad?

la nube pasa sobre el valle

tendida su ala como lago de pan,

gota que no puede cantar una lluvia,

la marea lejos no escucha su voz

o si llama, la nube se va, se va…

es el drama de la gota de agua

que dejó de latir con el corazón del mar,

sobre la piedra dormida se hundió

una forma sola de frío cristal

qué es una gota sola

en la garganta del vendaval

o en torrentes secos

y en laberintos de sal?

qué es una gota de agua

quebrada de espejos sin señal,

así sin sombra no alcanzará jamás

otras gotas solas abrazar

o si llama, la nube se va, se va…

es el drama de la gota de agua

que dejó de latir con el corazón del mar,

sobre la piedra dormida se secó

una pena sola de puro cristal

Javier Bustos   24/2/2021

****

SHIRANAMI         OLAS BLANCAS                    

Cuando salgo a altamar

y miro alrededor, sobre el inmenso océano,

parece que las olas,

tan blancas, a los lejos

se mezclan con las nubes.

                                                        Fujiwara no Tadamichi  (1097-1164)             

Lomos de nubes

alineadas al fondo

en el confín del mar.

                                                      Masaoka   Shiki   (1867- 1902)

traducción  Teresa  Herrero

(Lectura de Ana Lía)

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El mar

NECESITO del mar porque me enseña:
no sé si aprendo música o conciencia:
no sé si es ola sola o ser profundo
o sólo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navios.
El hecho es que hasta cuando estoy dormido
de algún modo magnético circulo
en la universidad del oleaje.
No son sólo las conchas trituradas
como si algún planeta tembloroso
participara paulatina muerte,
no, del fragmento reconstruyo el día,
de una racha de sal la estalactita
y de una cucharada el dios inmenso.

Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,
incesante viento, agua y arena.

Parece poco para el hombre joven
que aquí llegó a vivir con sus incendios,
y sin embargo el pulso que subía
y bajaba a su abismo,
el frío del azul que crepitaba,
el desmoronamiento de la estrella,
el tierno desplegarse de la ola
despilfarrando nieve con la espuma,
el poder quieto, allí, determinado
como un trono de piedra en lo profundo,
substituyó el recinto en que crecían
tristeza terca, amontonando olvido,
y cambió bruscamente mi existencia:

Pablo Neruda

**

Los labios del mar tiemblan al atardecer

y nosotros permanecemos enlazados

durante años de amorosas algas

rodando en el lecho marino.

Tiembla el oleaje y se oscura

su vibración nocturna, pero nosotros

brazos de pulpos enlazados

en amor constante circulamos, abajo.

Nos llegan los ecos del temblor de orilla

cuando la luz se apaga en el oeste

pero ya quedó en nosotros el sol, el brillo

bajo el peso total del gran océano.

Anibal Zaldivar (En: la belleza del mundo)

(Lecturas de Amalia)

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LA REALIDAD Y EL DESEO

La realidad, sí, la realidad,

ese relámpago de lo invisible

que revela en nosotros la soledad de Dios.

Es este cielo que huye.

Es este territorio engalanado por las burbujas de la muerte.

Es esta larga mesa a la deriva

donde los comensales persisten ataviados por el prestigio de no estar.

A cada cual su copa

para medir el vino que se acaba donde empieza la sed.

A cada cual su plato

para encerrar el hambre que se extingue sin saciarse jamás.

Y cada dos la división del pan:

el milagro al revés, la comunión tan sólo en lo imposible.

Y en medio del amor,

entre uno y otro cuerpo la caída,

algo que se asemeja al latido sombrío de unas alas que vuelven desde la eternidad,

al pulso del adiós debajo de la tierra.

La realidad, sí, la realidad:

un sello de clausura sobre todas las puertas del deseo.

Olga Orozco

(Lectura de Silvia)

****

En cuanto a mi comentario sobre el poema “Álamo” de “El mar en todo” de Aníbal y lo expresado sobre el poema por Gustavo, tomé estos versos bellos:

“Tibio algodón verde sobre madera luna,

entrañable altura de mi primera muerte,

bajo el sol de noviembre, en la edad

del silencio, de la huida en soledad y arena

…”

Y agregué:

Que habiendo perdido dos árboles en una tormenta traté de despedirme de ellos con la primera frase de “La balada del álamo carolina” de Haroldo Conti:

“Uno piensa que los días de un árbol son todos iguales. Sobre todo si es un árbol viejo. No. Un día de un viejo árbol es un día del mundo”.  

Y tomé un fragmento del cuento que expresaba el sentir del árbol habitado por los pájaros:

“Al final del verano los pichones saltaron del nido y los sintió desplazarse temblorosos sobre la rama con sus delgadas patitas, tomar impulso una y otra vez y por fin lanzarse y caer en el aire como una hoja. Un árbol en verano es casi un pájaro. Se recubre de crocantes plumas que agita con el viento y sube, con sólo desearlo, desde el fondo de la tierra hasta la punta más alta, salta de una rama a otra todo pajarito, ave de madera en su verde jaula de fronda.”

**

CESARE PAVESE. LAVORARE STANCA

Lo steddazzu *

El hombre solo se levanta cuando el mar está aún oscuro
y las estrellan vacilan. Una tibieza de aliento
sube desde la orilla, donde está el lecho del mar,
y endulza el respiro. Esta es la hora en que nada
puede suceder. Hasta la pipa  entre los dientes
cuelga apagada. Es nocturno el sumiso derroche.
El hombre solo ya ha encendido un gran fuego de ramas
y lo mira enrojecer la tierra. También el mar
dentro de poco será como el fuego, llameante.

No hay cosa más amarga que el alba de un día
en el que nada ocurrirá. No hay cosa más amarga
que la inutilidad. Cuelga cansada del cielo
una estrella verdosa, sorprendida en el alba.
Ve el mar todavía oscuro y la mancha de fuego
con la que el hombre, por hacer algo, se calienta;
ve y cae del sueño entre las hoscas montañas,
donde hay un lecho de nieve. La lentitud de la hora
es cruel para quien nada espera.

¿Vale la pena que el sol se levante del mar
y la larga jornada comience? Mañana
volverá el alba tibia con la diáfana luz
y será como ayer y nunca nada ocurrirá.
El hombre solo no nada más que dormir.
Cuando la última estrella se apaga en el cielo,
el hombre lenatamente prepara la pipa y la enciende.

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, 1908-Turín, 1950), «Lavorare stanca» (1936, 1943)

Traducción de Rodolfo Alonso

* Lo estrellado, en dialecto piamontés

* En otra versión sobre el título dice: “en calabrés: la gran estrella, el lucero”

(Lecturas de Alicia)

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Encomendada

Será casualidad sí se ven las cosas de color verde y todo lo que queda dentro de las cuatro paredes de una habitación se cubre de un ligero tono verde casi gris casi amarillo según la luz?

No no es casualidad si entre un día y otro las horas se enganchan como dos dedos en tensión hasta soltarse a tal punto que ese  verde ligero se oscurece casi lila, casi marrón,         y el día no se une, queda suelto hasta volverse negro.          Y bien mirado, más bien parece una excepción           un accidente que establece una causa, entre verde y marrón, entre ese día y aquél que está más lejos.           Y hubo además un día, otro día        que se vistió de bermellón        para no ser perdido de vista    igual que una niña en la edad media.        Corriendo por un  camino  de flores hasta la casa de su abuela    ella es la encomendada y la encomienda                que aparece entre las ramas          y desaparece entre los pétalos.

Vanina Colagiovanni

(Lectura de Bonnie)

****

Intersticio sideral

Cuando la  presencia de la noche

acuna mi piel y mis sentidos,

camino por la playa solitaria,

con el alma suspendida,

en  el supremo hechizo de la   luna

y en el  sutil  aleteo  de la vida.

Cuando la arena  discrimina

la huella azul de mi pisada,

la clara esencia de una voz

en mi sangre dictamina,

que esa estrella tan lejana,

con su muerte repentina,

es el misterio más grande

o la pregunta mas nimia

Susana A. Orden

**

El principio

Veo rasgarse en silencio,

el sutil velo de la noche.

De sus labios entreabiertos

brota   sangre cósmica.

Mi alma en la hierba,

siente el filo de la herida

e inmersa en su sueño,

recorre los confines

donde todo empieza

y donde  todo termina.

Una voz susurrante

le murmura al oído

los versos incipientes

de una fugaz poesía.

Y en insólito encuentro,

danza la tierra con el cielo.

Una gota de rocío

cae  al descuido.

Y entre las nubes se filtra

huella  de luz fugitiva

que va develando el misterio

del nacimiento del  día.

                    Susana A Orden

**

Ansia

Soy hija del llano. Nunca vi montañas,

Hace pocos años que conozco el mar

Y vivo soñando con raros países

Y vivo acosada del ansia de andar.

¡Tanto que tenemos luego que estar quietos,

Tanto que más tarde hay que reposar,

Y desperdiciamos la hora presente

Y nos contentamos sólo con soñar!

¡Ay, los caminitos en ásperas cuestas,

Serpentinas claras sobre las montanas!

¿No han de hollarlos nunca mis pies andariegos?

¿No he de ir yo nunca por tierras extrañas?

¿Nunca mis pupilas, hartas de llanuras,

Han de mirar cerca las cumbres soñadas?

¿Qué es lo que me guardan los dioses herméticos?

¿Qué, en mi canastilla, pusieron las hadas?

¡Ay, noches de insomnio, de agrio descontento,

De interrogaciones vanas e impacientes!

¡A veces parece que tañen campanas

Y a veces, Dios mío, que silban serpientes!

Juana de Ibarborou

(Lectura de Inés)

****

El lienzo vacío…

Lienzos extensos se introducían por entre las piedras del muro…la

Sal del desierto aun no separada de sus crías

Se quitaba el polvo de los ojos.

El cielo se expande en el lienzo vacio como un juego de niños resucitados…

Por la noche los insectos merodean las antorchas de los umbrales

Jactándose de poseer los lirios soberbios de las bestias…

Mientras en la próxima estación esperábamos el cráneo pálido de Picasso

Para mejorar las sombras del cielo.

¿Quién succiona la boca de la abstracción

  Donde por equivocación se anuda el viento?

No es posible doblegarse sin el océano como testigo…sin el horario

De los pescadores devotos del sol, así como devotos de la soledad.

Vinculo derivado hacia los ciegos oradores

Hacia el vestigio del último lienzo precolombino

Hacia el redoble de tambores perpendiculares

Y viajeros silenciados al llamado de las parcas.

…de toda esta montaña poseída, una mano huesuda tiende el corazón

Para la tranquilidad de las ruinas…

La  lluvia azota los arrozales y reúne un brillo lunar

Para la momificación de los ancianos.

Jorge Castañeda

**

Caigocascada

Vengo casqueando en el sentido de la corriente
, mi brazo, en croll, hace la curva debajo del agua y toco al salmón que va en contra, pero a favor de lo que dicta su voluntad.


Fin
del
recorrido.

Y ahora
inverso voy
en paralelo al torrente del río
,que cae
y que renace cuando la cascada y mi cuerpo
,ya son
,burbujas en la piedra.

Leo Baldo

**

Crónica del Encuentro La Poesía y el mar del 18-9-2021

Temática: la poesía, el mar y el cielo (nubes, luna, sol, estrellas, éter . . .)

Aníbal recomienda a René Daumal «gran poeta surrealista que para mí es mejor que Breton»

-Aníbal: «el tema de hoy es difuso y amplio. Yo les mandé textos, entre ellos «La belleza del universo» de Stefan Klein, que leí durante mi convalecencia covid (yo que suelo no enfermarme nunca la pasé mal). La relación del cosmos o el éter y la poesía se puede rastrear. Carl Sagan dice que el hombre de hoy frente al cosmos es como el hombre de ayer frente al mar. Hace un planteo poético: el océano cósmico; los astrónomos y los físicos a medida que descubren, más es lo que no saben. La materia oscura es un 85 por ciento que nadie vio ni escuchó, pero sin la cual no hubiera sido posible el universo. El cielo como lo místico, como quinto elemento ya lo era en la antigüedad (Hölderlin)

Me acordé de un poema que escribí en los 80, se llama «Respiraciones y estrellas» y está en  mi primer poemario «El mar en todo». Habla de un álamo, cielo y mar: «rumor de sabia» «tibio algodón verde» «la edad del silencio» «siempre campana». Es un poema juvenil de una experiencia adolescente, álamos  que veía desde mi casa en la Avenida 7. Sensación de alivio en medio de experiencias adolescentes dolorosas. Hace poco los cortaron. Estando en Grecia, en 2009,  no sé por qué fue me acordé de los álamos y su ausencia y «los dos perdimos, oh mar, la alegría» «troncos al ras del suelo» «terrible destino de los hombres» «ya no canta para vos ni para nadie» (ver «La belleza del mundo»)

-Gustavo Zaldívar: «este poema del álamo yo lo destaqué especialmente. Elegí un fragmento en la presentación del libro. Yo sentí lo mismo frente al álamo, sobre todo la sensación de madera tibia. Estuve leyendo en mi viaje de regreso de Gesell. Yo venía pensando en Neruda y las nubes porque me fui de vuelta al mar. Traje dos poemas que forman parte de nuestra historia, del acerbo del colegio, con poemas de papá. «Quien no se lanza mar adentro nada sabe de la alegría» «desventurado aquel que se queda en la orilla» «imaginan ser ricos y están desnudos». Me acordé de otro poema, de la canción de Iván Lins (que le apasionaba a nuestro hermano que falleció), «Velas izadas» (contracara del otro poema) «tu corazón es un barco de velas elevadas» «sin niebla» «nunca navegó» «nunca soltó» «nunca vivió un naufragio»

-Graciela García (yo): traigo un poema de García Lorca, de quien el mes pasado conmemoramos un nuevo aniversario de su fusilamiento, que se llama «La balada del agua de mar» y que le dedicó expresamente  «A Emilio Prados (cazador de nubes)». «El mar sonríe a lo lejos. Dientes de espuma, labios de cielo» «Lloro, señor, el agua de los mares. Corazón, y esta amargura seria, ¿de dónde nace? ¡Amarga mucho el agua de los mares!» Me llamó la atención el hecho de que generalmente pensamos al mar asociado a la aventura, la alegría, el placer, no a la amargura y acá Lorca establece una metáfora entre las lágrimas amargas y el agua del mar. Después averigüé quién es Emilio Prados, a quien Lorca le dedica este poema. Fue un poeta español nacido en Málaga y muerto en México, en 1962, donde se exilió en 1936 a la caída de la República. Pertenece a la llamada Generación del 27, integrada por García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel, entre otros artistas y científicos con quienes entabló amistad. Formó parte de la Alianza de Intelectuales Antifascistas y llegó a ganar el Premio Nacional de Literatura. De él les voy a leer un poema breve que se llama «Media Noche»: «Duerme la calma en el puerto bajo su colcha de laca, mientras la luna en el cielo clava sus anclas doradas. ¡Corazón, rema!»

-Gustavo Z.: «parece un haiku!

-Graciela García: «si! viste?. Me gustó ese «Corazón, rema! como un llamado de «vamos adelante!»

-Aníbal: «casi como el poema de Lins que leyó antes Gustavo»

-Graciela García: «claro!»

-Silvina: «me gustó lo que dijo Aníbal: la incertidumbre frente al mar. Yo siento  desasosiego frente al mar, estoy más relacionada con las dunas y la montaña. Leo «El ojo castaño de nuestro amor» de Mircea Cartarescu, que relata cómo un niño de 12 años conoce el mar . «Ponto Euxino» (modo  antiguo de referirse al Mar Negro): «tengo 12 años y marcho de campamento a Constanza» «veré el mar por primera vez» «cómo lo imagino? No lo sé» «pienso en barcos» «en islas lejanas» «en cualquier cosa menos en agua» «el cielo es gigantesco pero no tan gigantesco como me imagino el mar» «estoy sumido en mis pensamientos sobre el mar y de repente veo el mar!» «el mar, el mar!» «como una pared de zafiro oscuro»

-Aníbal: «cuando los griegos llegan a Persia y es una traición, la «Expedición de los 10.000», cuando vuelven a Grecia gritan «talassa!» (el mar!) como volviendo al hogar».

-Silvina: «cuando conocí las dunas de Catamarca, para mí fue conocer el mar»

-Graciela Vergel: «ya conté mi primera experiencia frente al mar en un barco petrolero . . .  y esta casa es mi casa barco. Me acordé de algo: «en el cielo las estrellas . . . » Voy a mi cuaderno: «tierra inmensidad» «concavidad» «bandera» «ciudadela de estrellas» «historia del mundo» «mapa de azahares» «entre el agua y el éter una ostra celeste»

-Cristina: «fue una semana de búsqueda. En «El agua y los sueños», Gastón Bachellard tiene varias metáforas. Lo releo y cada vez me gusta más. Estábamos en una atmósfera acuática antes de nacer, tiene que ver con la vida. «Venga a mí el mar que es mi nodriza» «me ofrece el más generoso de los pechos» «canción de amor» «ardiente» «oh mar!, para mí, madre». El agua es parte nuestra.

-Aníbal: «hablamos con Cristina en la semana sobre el sentimiento oceánico»

-Javier: «la casa de Neruda está en el mar, como Graciela»

-Amalia: «no sólo está en el mar, sino que las ventanas son vitraux para que pueda verse el mar de distintos colores»

–Javier: «Nurduman Duman, poeta turca, en «El lenguaje del mar y la literatura»: «el mar es mi piel» «cuando escuches, tu oído será sanado» «despliégame» «luego lánzame una flecha». Ahora un poema mío «El drama de la gota de agua»: «el viento anda lento» «olitas» «en el vasto jardín del sol» «gota que no puede cantar una lluvia» «dejó de latir con el corazón del mar» «quebrada de espejo, sin señal» «una pena sola de puro cristal». Nunca pienso un poema como una canción (que también escribo) pero con este poema sentí que me decía «acá hay una canción», como un submundo acuático»

[a varias personas del grupo les sonó como canción]

-Ana Lía: «sigo con mis poemas japoneses: «cuando salgo a altamar y miro alrededor» «las olas . . .  se mezclan con las nubes»(Masaoka Shiki, muerto en 1902)

-Amalia: «necesito del mar porque me enseña» «hasta cuando estoy dormido . . . circulo en la universalidad del oleaje» «reconstruyo el día» «lo que antes me enseñó lo guardo» «parece poco para el hombre joven» «el tierno . . . de la ola» «cambió bruscamente mi existencia». Lee dos poemas de Aníbal traducidos al francés por ella: «los labios del mar» «durante años de amorosas algas» «brazos de pulpo enlazados en amor constante» «nos llegan los ecos del temblor de orilla»

-Silvia: «yo tomé el éter como vacío. «el alma del mundo» «un orden de conciencia» fue llamado de muchos modos; pasado y futuro ¿memoria ancestral?, aire sin rumbo, espacialidad que no se deja nombrar ni medir. Me acordé de Olga Orozco (1920-1999), buceó en las dimensiones paralelas (la definieron como surrealista) en sus libros «La oscuridad es otro sol» y «También la luz es un abismo», y en sus poemas «Quienes rondan la niebla» y «Puntos de referencia»: «pisadas de Dios» «marca de exilio» «un reino nunca visto». Otro poema, «La realidad y el deseo» dedicado a Luis Cernuda: «territorio engalanado por las burbujas de la muerte» «el vino que se acaba donde empieza la sed» «el milagro al revés» «latido sombrío de unas alas» «la realidad» «clausura . . . del deseo»

-Aníbal: «me parece que el poema de Hölderlin del siglo XIX habla del éter. Felicitamos a Silvia por su libro! Silvina también publicó un libro en papel»

-Alicia: «gracias por los textos que mandaste Aníbal; cuando estén desangelados, les recomiendo leerlos. Antes de «Trabajar cansa» de Pavese, de «El mar en todo» y los álamos, me resonó el tema por los aromos en flor que se cayeron con el temporal; puse en facebook los aromos en flor con una frase de Haroldo Conti de «La balada del álamo Carolina»: «un día de un viejo árbol es un día del mundo» «al final del verano los pichones saltaron» (del álamo) «un árbol en verano es casi un pájaro» «salta . . . todo pajarito . . . en su verde jaula de fronda». Ahora Pavese y el último poema de «Trabajar cansa», «Lo estrellado»: «el hombre solo se levanta cuando el mar está oscuro» «ésta es la hora en que nada puede suceder» «un gran fuego de ramas» «el hombre por hacer algo se calienta» «la hora es cruel para quien nada espera» «mañana . . . será como ayer»

-Bonnie: «estas consignas me llevaron a pensar en los colores. Los trabaja muy bien una joven escritora y poeta, Vanina Colagiovanni (1976) en «Lo último que se esfuma» y su poema «Encomendada»:  «será casualidad?» «un ligero color verde» «las horas se enganchan como dos dedos en tensión» «casi lila, casi marrón» «entre verde y marrón» «otro día . . . se vistió de bermellón» «ella es la encomendada». Y también me inspiré en «Juan Salvador Gaviota» de Bach, dos frases: «para volar tan rápido como el pensamiento a cualquier sitio que exista debes saber que ya has llegado “rompe las cadenas de tu pensamiento y romperás las de tu cuerpo». Hoy aprendí, como siempre. Saludos a Graciela Vergel porque sus amaneceres y sus colores me inspiran»

-Rosita: «Escribí algo: «un cielo azul abarcando lo infinito» «el viento se enreda en . . . las ramas» «nubes fugitivas . . . desprenden estrellas» «batallar cósmico». Neruda, en el final de «Huellas de dolor y esperanza»: «fe en la poesía» «de tantas veces que he nacido» «me muevo sin saber a qué mundo voy a volver» «mi extravagario, leyéndolo mucho nadie pudiera aprender nada» «el viento me llevará un día y no sabré cómo me llamo»

-Susana: «dos poemas míos, «Intersticio sideral»: «camino por la playa solitaria» «suspendida de la luna» «esa estrella tan lejana . . . es el misterio más grande». Otro, «El principio»: «sangre cósmica» «filo de la herida» «donde todo comienza, donde todo termina» «danzan las aguas con el cielo» «misterio del nacimiento del día».

-Inés: «preparé algo sobre astros y astronomía. De las cosas amarillas de una tía vieja encontré, de Juana de Ibarbourou: «Ansia»: «soy hija del llano» «hace pocos años que conozco el mar» «nos contentamos sólo con soñar!» «qué es lo que me guardan los dioses herméticos?» «a veces parece que tañen campanas y a veces, Dios mío, que  silban serpientes»

-Aníbal: «Océano que te abres» de Juana de Ibarbourou, tiene esa cuestión del deseo no cumplido. Para este mismo tópico, de Alfonsina Storni vimos «Frente al mar»

-Jorge: «llegó la hora de volar. Leo un poco de mi libro «El lienzo vacío»: «la sal del desierto . . . se quitaba el polvo de los ojos» «en la próxima estación esperábamos el cráneo . . . de Picasso» «viajeros pentagramados» «tranquilidad de las ruinas»

-Gustavo Srael: «acá, disfrutando. El cielo despierta muchas emociones, colores, interrogantes, estados de ánimo»

-Aníbal: «Leo me dejó su poema «Caigocascada»: «vengo casqueando» «mi brazo . . . hace la curva debajo del agua y toco el salmón que va en contra» «fin del recorrido» «Y ahora inverso voy» «torrente del río . . . renace cuando la cascada y mi cuerpo ya son burbujas en la piedra».

Las próximas: el mar y la música o el mar y el vino.