Me quedó pendiente publicar los ocho poemas que escribí durante el recorrido por Grecia, otro modo de mirar el viaje. Ahí van…
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Náufragos
En estas aguas donde flameó Palinuro
hoy se hunden otros
heridos por los dioses.
Anónimos hombres sin patria
buscando fundar una historia
expulsados de su propia tierra.
Las barrigas hinchadas por escudos
y por penates las roídas remeras.
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Álamos
Los dos perdimos, mar, la alegría
y aquel consuelo que llegaba
desde los grandes álamos.
Canción o rumor simplemente inclinado
donde ahora son un antiguo lamento
troncos al ras del suelo, cortados,
una esquina con negocios de ropa fina y remedios.
Así evoluciona el terrible destino
de los hombres, y ese cardumen
de hojas contra el cielo, tan bello,
ya no canta para vos ni para nadie.
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Viel Temperley
Vengo de Grecia, mar, y estoy en éxtasis.
Los restos de los dioses nos hablan todavía
como tus aguas ahora para nosotros.
Los pórticos de los templos huelen a albahaca
y los plátanos son el ombligo de los pueblos.
Vengo de Grecia, mar, y estoy en éxtasis.
Lo que hay alcanza para ver la belleza
mientras los parias de la tierra pululan
bajo la Acróplis de Atenas y saturan
las calles de orina y lágrimas.
Vengo de Grecia, mar, y estoy en éxtasis.
Tu rumor es el mismo a orillas del Egeo
te encontré en las afueras de Olimpia
deslumbrado y triste por la grandeza
destruida por Teodosio: el fanatismo
castiga el exceso de orgullo.
Vengo de Grecia, mar, y estoy en éxtasis.
Desde la máxima altura miraban hacia vos
en Delfos, en Eleusis, siempre estabas presente
cerca de los rituales que celebraban la vida:
las líneas de la belleza que todavía nos embriagan.
Vengo de Grecia, mar, y estoy en éxtasis.
Tus alas, tus peces, tu movimiento vivo,
en las rocas rotas hay flores esculpidas
junto a los más eternos pétalos de ciclamen
de higueras, olivos, y vigorosos robles.
Vengo de Grecia, mar, y estoy en éxtasis.
Estos dioses solares que nos hieren de lejos
son fragmentos que brillan de grandeza imposible
brillan entre el polvo de las generaciones
de los míseros mortales, los únicos
que hacen sagrados los santuarios.
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Atardeceres
Vio el atardecer en la chora de Naxos
y no podía creer que en apenas tres décadas
sería un anciano de noventa:
él, bajo el portal de Apolo delios
fuerte como el mar transparente
colmado de piedras pulidas
enérgico como rocas murmurantes.
Se retiró entonces, abatido y pleno,
de la luz que se apagaba sobre el agua
entre dos botes que cruzaban el mar
en direcciones opuestas.
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Aventurero
Volvió de ver los mares y trajo
de cada lugar una reliquia:
piedras únicas, forjadas por el agua
y quiso que otros la admiraran, que
comprendieran lo que había detrás
de cada una, los aromas, los climas…
lo miraron como si hablara en un idioma extraño
y él se quedó atónito y feliz y descubrió
la soledad.
41
Libro
Levantar los ojos de la página
para leer el mundo:
la gran ilusión de los poetas.
Desilusión de necesitar palabras
Para encantar otra vez la vida:
montar a Rocinante
Y recomenzar la aventura.
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Agios Giorgios beach
En la ermita y su atmósfera sagrada,
embrión en el útero,
el hombre respira los aromas
de hierbas, junto a la sal marina.
Así floto en el agua sumergidos
los oídos en la inconsciencia
rodeado de imágenes enormes
de San Jorge, el Pantocrátor y la Virgen.
Los ermitaños bajan a las tumbas
y las tapan con mármol de Paros
para continuar solos tal como vivivieron
arrullados por el rumor del mar.
Yo me enredo en las algas de tu pubis
ato mi pelo a las doradas hebras
y me deleito observando tus nalgas
piedras pulidas por el roce del tiempo.
En la ermita de tu cuerpo rezo
y me uno a los santos de esta tierra.
43
Sympósion
Hablaban de amor como de algo real
Platón y sus amigos, tomando vino,
recostados algunos se embriagaban
agobiados por los muchos discursos.
Al son de las flautistas desnudas
que luego de servir los vasos
alegraban la noche y las ideas
se diluían en el aire de Atenas.
Hablaban de amor y discutían
como si fuera una verdad a descubrir
entusiasmados en el gran debate
bebían el vino fuerte diluido con agua.
Lo mejor era después contar y recontar
lo que habían dicho y convocar
al próximo banquete.
(La numeración corresponde a su inclusión en La belleza del mundo).
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