La belleza del mundo
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Estos versos podrían ser rimas
me digo, y te abrazo, árbol
para sentir tus latidos, y podrá
la música de las palabras
ocupar un espacio en el tiempo
y te miro, árbol, para ver tus ramas
desiguales alzarse al cielo estrellado.
Arrimo mi oído a tu piel antigua
y busco adentro la fuerza que me falta
y le pido a tu savia que me empuje
silenciosamente a continuar desplegándome
cuando ya no sepa qué decir
y quede a partir de ahora
solo y aterrorizado a la intemperie.
***
Elena Bellamuerte
No eres, Muerte, quien por misterio
pueda mi mente hacer pálida
cual eres en los Cuerpos,
cual a los Cuerpos haces, ¡si he visto
posar en ti sin sombra el mirar de una niña!
De aquélla que te llamó a su partida
y partiendo sin ti, contigo me dejó
sin temer por mí. Quiso decirme
la que por ahínco de amor se hizo engañosa:
«Mírala bien a la llamada y dejada
obra de ella no llevo en mí alguna
ni enojéla,
su cetro en mí no ha usado
su paso no me sigue
ni llevo su palor ni de sus ropas hilos
sino luz de mi primer día,
y las alzadas vestes
que madre midió en primavera
y en estío ya son cortas;
ni asido a mí llevo dolor
pues ¡mírame! que antes es gozo de niña
que al seguro y ternura
de mirada de madre juega
y por extremar juego y de amor certeza
—ve que así hago contigo y lo digo a tus lágrimas—
a sus ojos se oculta.
Segura
de su susto curar con pronta vuelta».
Si he visto cómo echaste
la caída de tu vuelo ¡tan frío!
a posarse al corazón de la amorosa
y cual lo alzaste al pronto
de tanta dulzura en cortesía
porque amor defendía
de muerte allí.
¡Oh! Elena, oh niña
por haber más amor ida
mi primer conocerte fue tardío
y como sólo de todo amor se aman
quienes jugaron antes de amar
y antes de hora de amor se miraron, niños
—y esto sabías, este grave saber
tu ardiente alma guardaba;
grave pensar de amor todo conoce—
así en tiernísimo
invento de pasión quisiste esta partida
porque en tan honda hora
mi mente torpe de varón niña te viera.
Fue tu partir así suave triunfando
como se aquieta ola que vuelve
de la ribera al seno vasto
cual si fuera la fría frente amada un hondo de mar.
En tu frente un fin de ola se durmió
por caricia y como en fantasía
de serte compañía
y de mostrar que allí
ausencia o Sueño pero no muerte había;
que no busca un morir
almohada en otra muerte
pero sí sueño en sueño;
niño se aduerme en madre.
Y te dormiste en inocente victoria.
¿Te dormiste? Palabras no lo dicen.
Fue sólo un dulce querer dormir
fue sólo un dulce querer partir
pero un ardiente querer atarse
pero un ardiente querer atarme.
¿Dónde te busco, alma afanosa,
alma ganosa, buscadora alma?
Por donde vaya mi seguimiento
—alma sin cansancio seguidora—
mi palabra te alcance.
La que fue entendida
entendida en su irse
en ardiente intriga a un esperante.
Y si así no es ¡no cortes Hombre mi palabra!
Y si así no es, es porque es mucho más.
Criatura de porfía de amor
que al tiempo destejió
que llamó así su primer día,
se hizo obedecida a su porfía;
y se envolvió la frente
y embebió su cabeza
y prendió a sus cabellos
la luz de su primer sagrado día
dócil al sagrado capricho
de hora última de mujer
en el terrenal ejercicio.
Y me decía
su sonreír en hora tanta:
«Déjame jugar, sonreír. Es un instante
en que tu ser se azore.
Llévome de partida
tu comprenderme. Voyme entendida,
torpeza de amor de hombre ya no será de ti».
Niña y maestra de muerte
fingida en santo juego de un único, ardiente destino.
Fingimiento enloquecedor
que por palabra tuvo
lágrimas brotando.
Cual cae en seriedad y grave pulsa
pecho de doncella turbado
por cercanía de amor
y pónese en valentía y pensamiento
de la prueba fortísima
quedó aquél para sólo quien
fue entendida, oculta, y mostrárase de nuevo
la Amorosa.
Yo sabía muerte pero aquel partir no.
Muerte es beldad y me quedó aprendida
por juego de niña que a sonreída muerte
echó la cabeza inventora
por ingenios de amor mucho luchada.
¡Oh, qué juego de niña quisiste!
Niña del fingido morir
con más lágrimas visto que el más cierto.
Tanta lucha sudorosa hizo la abrumada cabeza
cuando la caíste a dormir tu «muerte»
en la almohada
—del Despertar Mañana—.
Ojos y alma tan dueños del mañana
que sin amargarse en lágrimas
todo lloro movieron.
Tanta certeza florecida en el ser de una niña
secos tuvo sus ojos. Todo en torno lloraba.
Oh niña del Despertar Mañana
que en luz de su primer día se hizo oculta
con sumisión de Luz, Tiempo y Muerte
en enamorada diligencia
de servir al sacro fingimiento
del más hondo capricho en levísimo juego,
de último humano querer de la ya hoy no humana.
Muerte es Beldad.
Mas muerte entusiasta
partir sin muerte en luz de un primer día
es Divinidad.
Grave y gracioso artificio
de muerte sonreída.
¡Oh, cual juego de niña
lograste, Elena, niña vencedora!
a alturas de Dios fingidora
en hora última de mujer.
Mi ser perdido en cortesía
de gallardía tanta,
de alma a todo amor alzada.
¡Cuándo será que a todo amor alzado
servido su vivir, a su boca chocada y rota última copa
pruebe otra vez, la eterna Vez del alma
el mirar de quien hoy sólo el ser de Esperada tiene
cual sólo de Esperado tengo el ser!
Macedonio Fernández
***
Si esta tristeza fuera
Si esta tristeza fuera
uno de los nombres que nos faltan,
un nombre hijo,un nombre antes,
u otra clase de amor
para nombrar a nuestro amor, amor,
una tristeza incógnita
por nuestros años-agujeros,
una tristeza después
mas sin después.
Si esta tristeza fuera
la forma más madura del amor
que este amor nuestro aloja
o simplemente cicatriz en los declives;
si esta tristeza fuera
por lo que hubiese sido
y aún así si esta tristeza fuera
calvicie de los nidos,
intolerancia del amor,
divorcio de los sueños,
viudeces crónicas.
Si esta tristeza fuera sólo vísperas
del amor a la muerte
o de la muerte del amor…
… Ay, si esta tristeza fuera…
GraCiela Vergel
***
Fern hill
Cuando yo era joven y libre bajo las ramas del manzano
en torno a la casa cadenciosa, y feliz como verde era el pasto,
y estrellada la noche sobre la cañada,
el Tiempo me dejaba gritar de alegría y trepar,
dorado en el apogeo de sus ojos,
y honrado entre los carros fui príncipe de los pueblos de manzanas,
y hubo una vez que como Dios hice que los árboles y las hojas
se dejaran llevar, con margaritas y cebada,
por los ríos de luz inesperada.
Y mientras era joven y despreocupado, famoso entre los graneros
en torno al jardín alegre, cantando a la granja que era el hogar,
en el sol que es joven solamente una vez,
el Tiempo me dejaba jugar y ser
de oro en la dulzura de su poder,
y tierno y dorado fui cazador y pastor,
los rebaños respondían a mi cuerno,
los zorros de las colinas ladraban fuerte y claro,
y el domingo cantaba despacio
en las piedras de los arroyos sagrados.
Todo el soleado día era correr y deleitarse,
los campos de heno altos como casas, la canción de las chimeneas,
era aire
y juego, amor y agua
y fuego verde como el pasto.
Y nocturnamente, bajo las simples estrellas,
mientras cabalgaba hacia el sueño
las lechuzas se llevaban la granja,
todo el trayecto de la luna yo escuchaba, bendito entre los establos,
a las aves nocturnas que volaban con las parvas,
y a los caballos que relampagueaban en la oscuridad.
Y luego despertar, y la granja,
como un vagabundo blanco de rocío,
volvía con el gallo sobre el hombro:
todo brillaba, era Adán y su compañera,
el cielo reunido nuevamente
y el sol que crecía solo para esa jornada.
Así debió haber sido después del nacimiento de la simple luz
en el lugar primero y vertiginoso,
con caballos hechizados trotando cálidamente
desde el verde establo pleno de relinchos
hacia las praderas de la alabanza.
Y venerado entre zorros y faisanes junto a la casa alegre
bajo nubes recién hechas y feliz como interminable era el corazón,
en el sol nacido una y otra vez,
corría mis caminos desatentos,
corrían mis deseos por el heno alto como la casa.
Y nada me importaba, entre mis negocios celestiales, que el Tiempo
permitiera en su viaje melodioso tan pocas de tales canciones matinales
antes de que los niños tiernos y dorados
lo acompañaran lejos de la gracia.
Y no sabía, en esos días blancos como corderos, que el Tiempo
me llevaría, tomándome de la sombra de mi mano,
hacia el desván populoso de golondrinas,
bajo la luna siempre en creciente,
ni que cabalgando hacia el sueño oiría Su fuga con los altos campos
y que despertaría en la granja para siempre ausente de una tierra sin niños.
Oh, mientras fui joven y libre en la dulzura de su poder,
el Tiempo me sostenía tierno y moribundo
pero canté en mis cadenas como el mar.
Dylan Thomas
*
Now as I was young and easy under the apple boughs
about the lilting house and happy as the grass was green,
the night above the dingle starry,
Time let me hail and climb,
golden in the heydays of his eyes,
and honoured among wagons I was prince of the apple towns
and once below a time I lordly had the trees and leaves
trail with daisies and barley
down the rivers of the windfall light.
And as I was green and carefree, famous among the barns
about the happy yard and singing as the farm was home,
in the sun that is young once only,
Time let me play and be
golden in the mercy of his means,
and green and golden I was huntsman and herdsman,
the calves sang to my horn,
the foxes on the hill barked clear and cold,
and the sabbath rang slowly
in the pebbles of the holy streams.
All the sun long it was running, it was lovely,
the hay fields high as the house, the tunes from the chimney,
it was air
and playing, lovely and watery
and fire green as grass.
And nightly under the simple stars
as I rode to sleep
the owls were bearing the farm away,
all the moon long I heard, blessed among stables,
the nightjars flying with the ricks,
and the horses flashing into the dark.
And then to awake, and the farm,
like a wanderer white with the dew,
come back, the cock on his shoulder:
it was all shining, it was Adam and maiden,
the sky gathered again
and the sun grew round that very day.
So it must have been after the birth of the simple light
in the first, spinning place,
the spellbound horses walking warm
out of the whinnying green stable
on to the fields of praise.
And honoured among foxes and pheasants by the gay house
under the new made clouds and happy as the heart was long,
in the sun born over and over,
I ran my heedless ways,
my wishes raced through the house high hay.
And nothing I cared, at my sky blue trades, that Time allows
in all his tuneful turning so few and such morning songs
before the children green and golden
follow him out of grace.
Nothing I cared, in the lamb white days, that Time would take me
up to the swallow thronged loft by the shadow of my hand,
in the moon that is always rising,
nor that riding to sleep
I should hear him fly with the high fields
and wake to the farm forever fled from the childless land.
Oh as I was young and easy in the mercy of his means,
Time held me green and dying
though I sang in my chains like the sea.
Dylan Thomas
(versión en español de Daniel Martinez Rubio)
***
Nuevos poemas
Como si el mar se separase
Y mostrara un mar más lejano
Y ése otro más, y los tres
Sólo una presunción fueran
De períodos de mares
No visitados de costas –
Ellos mismos el umbral de mares futuros –
La eternidad es éstos.
Emily Dickinson
As if the sea should part
And show a further sea –
And that a further, and the three
But a presumption be
Of periods of seas
Unvisited of shores –
Themselves the verge of seas to be –
Eternity is these.
*
No seremos examinados por lo que hicimos
Cuando los actos y la voluntad hayan terminado,
Sino por lo que nuestro Señor infiere que habríamos hecho –
Si hubiéramos sido más divinos.
E. Dickinson
Not what we did shall be the test
When act and will are done,
But what our Lord infers we would –
Had we diviner been.
***
Emily Dickinson
(versiones en español de Inés Ruvituso)
***
Las Ciudades y La Memoria 2
Al hombre que cabalga largamente por tierras agrestes le asalta el deseo de una ciudad. Finalmente llega a Isidora, ciudad donde los palacios tienen escaleras de caracol incrustadas de caracolas marinas, donde se fabrican con todas las reglas del arte catalejos y violines, donde cuando el forastero está indeciso entre dos mujeres siempre encuentra una tercera, donde las peleas de gallos degeneran en riñas sangrientas entre los que apuestan. En todas estas cosas pensaba el hombre cuando deseaba una ciudad. Isidora es, pues, la ciudad de sus sueños; con una diferencia. La ciudad soñada lo contenía joven; a Isidora llega a edad avanzada. En la plaza hay un murete desde donde los viejos miran pasar a la juventud: el hombre está sentado en fila con ellos. Los deseos ya son recuerdos.
Italo Calvino
Las ciudades invisibles
***
Virgilio y la primavera
Desde tiempos de Virgilio, la primavera es un lugar común de la poesía, un motivo para expresar el renacimiento y la generación vital: “La primavera es, no obstante, la estación útil por excelencia a la hoja de los bosques, útil a las selvas. En la primavera se infla la Tierra y con ardor implora el germen, la semilla creadora, y el padre entonces, el etéreo Júpiter, baja en lluvia fecunda y el vasto seno de su esposa inunda”, se lee en las Geórgicas.
***
Primavera a la vista
Pulida claridad de piedra diáfana,
lisa frente de estatua sin memoria:
cielo de invierno, espacio reflejado
en otro más profundo y más vacío.
El mar respira apenas, brilla apenas.
Se ha parado la luz entre los árboles,
ejército dormido. Los despierta
el viento con banderas de follajes.
Nace del mar, asalta la colina,
oleaje sin cuerpo que revienta
contra los eucaliptos amarillos
y se derrama en ecos por el llano.
El día abre los ojos y penetra
en una primavera anticipada.
Todo lo que mis manos tocan, vuela.
Está lleno de pájaros el mundo.
Octavio Paz
**
Milonga
Sobre las mesas,
botellas decapitadas de «champagne» con corbatas blancas de payaso,
baldes de níquel que trasuntan enflaquecidos brazos y espaldas de «cocottes»
El bandoneón canta con esperezos de gusano baboso,
contradice el pelo rojo de la alfombra,
imanta los pezones, los pubis y la punta de los zapatos.
Machos que se quiebran en corte ritual, la cabeza hundida entre los hombros,
la jeta hinchada de palabras soeces.
Hembras con las ancas nerviosas,
un poquito de espuma en las axilas y los ojos demasiado aceitados.
De pronto se oye un fracaso de cristales.
Las mesas dan un corcovo y pegan cuatro patadas en el aire.
Un enorme espejo se derrumba con las columnas y la gente que tenía dentro;
mientras en un oleaje de brazos y de espaldas estallan las trompadas,
como una rueda de cohetes de bengala.
Junto con el vigilante, entra la aurora vestida de violeta.
Oliverio Girondo
De su primer libro : “Veinte poemas para leer en el tranvía “
***
Casi o Metamorfosis
Lo vi intentando pasar
entre las nubes tan negras
tan de lluvia premeditada
entre el humo que no perdona
hollín de chimeneas
incineradores
y ciudades
viento, polvo y huellas.
Lo vi intentando crecer
entre el estruendo
entre el rumor
imperceptible a veces
de la gente y las cosas
moviéndose en día
casi de lluvia
de vida pesada
de fatiga
de sentirse pegajosos
y molestos.
Lo vi intentando escapar
y no pudiendo
subiendo, casi tocando
una nube, despacio
lo vi aplastándose contra
sus deseos
lo vi peleando por alcanzar el cielo
casi.
Yo lo vi.
Era un pájaro.
Pero después lo miré bien
y era un hombre.
Graciela García
***
Poema para Emily Dickinson
Del otro lado de la noche
la espera su nombre,
su subrepticio anhelo de vivir,
¡del otro lado de la noche!
Algo llora en el aire,
los sonidos diseñan el alba.
Ella piensa en la eternidad.
Alejandra Pizarnik
***
Siempre
(A Rubén Vela)
Cansada del estruendo mágico de las vocales
Cansada de inquirir con los ojos elevados
Cansada de la espera del yo de paso
Cansada de aquel amor que no sucedió
Cansada de mis pies que sólo saben caminar
Cansada de la insidiosa fuga de preguntas
Cansada de dormir y de no poder mirarme
Cansada de abrir la boca y beber el viento
Cansada de sostener las mismas vísceras
Cansada del mar indiferente a mis angustias
¡Cansada de Dios! ¡Cansada de Dios!
Cansada por fin de las muertes de turno
a la espera de la hermana mayor
la otra la gran muerte
dulce morada para tanto cansancio.
Alejandra Pizarnik
***
Tan huesolita que te ibas
tan envidiada de qué sombras la tierra ardía huesolita
la siesta ardía melodiosa tan como ibas tu sonrisa era
una piedra arrobadora y era otra piedra mi costilla
dulcequeamarga solasola cuajada de alta pedrería eran
tus voces tan palomas eran tus manos piedras finas
guitarra tan azuladiosa eras la piedra que acaricia piedra
te ibas quién te roba última brisa de la brisa o
flauta mía o leja y rota tan huesolita que te ibas tan
de la gracia mucha y poca si cuando vuelvas ves mis
días oh piedra llena llaga
hermosa!
Juan Carlos Bustriazo Ortíz
(Herejía Bermeja, En danza, 2008).
***
El Sacrificio (continuación)
El sacrificio se abre y se calcina con el peso,
No es mi cabeza la que soporta el agua
Es la humedad plena del alma
Por donde
llenándolo…penetras el pensamiento…
El sacrificio
Hurga entre la maleza
Buscando frío que no congela al muerto,
Yo
Entraba con la música que desgarra el grito,
La música
La sal y el tajo
Se reducen en partículas que saben del tiempo
Pero sacrificando un solo ojo clavado en el aire,
La bilis mece la cuna del huérfano.
El sacrificio también es oxido de hierro,
Animal…
Sal vomitiva del cosmos
Atado bajo la luz del piso.
¿Quién habita bajo el sacrificio?
La sal que avanza hacia el delirio
Sin servirse de las aguas negras de Coney Island:
…fugazmente yo las sentía como piedras lanzadas
Al polvo de las razas, una especie rota aprovechada
Para cristalizar el surgimiento de las olas.
Alex (pensativo): – la enfermedad, las calles, los cimientos
la esfera de un silencio llega
A tener tanto peso que el drama ejerce con
Entera libertad el desarrollo de una gran obra.
(No Alexander
No estas lejos,
Los tejidos oscuros quiebran tus manos,
la piel del polvo
Lleno el cáliz de carne,
El volcán gemía de tu boca).
¿Por qué temen la víspera del sacrificio?
Los aztecas rezaban con el corazón en la boca.
(Nadie oye)
Pero la pena vive en mi cabeza
Como un rayo que abre los restos y se olvida.
Del árbol seco la canción fluye
El sacrificio destruye el templo,
En el invierno
El dolor se refleja en cada luz de lengua,
En el desierto
La partitura en Sol Menor ríe.
No sacrificio
No estoy loco,
Del hombre sale la ejecución que lo sacrifica,
Yo
Materia
Pertenezco al río que muere.
Canto la melodía vacía
hasta la montaña más alta
Pero la canción mide a las criaturas del estanque
Por eso
El sacrificio que juega con el cerebro de la luz
Está abierto.
Jorge Castañeda
***
Como cualquier otro dia tan oportuno como inoportuno,
hemos de sorprendernos ante este desenlace.
El tiempo ha decidido tu ida, abriendo la puerta a una nueva recursion.
Eventualmente en el lapso de tus mejores vivencias, tus mejores dias.
Extasiada gracias a la presencia de nuestra nueva niña.
Sabemos que no quisiste soltarte, la banalidad nos ha distraido.
Esperaremos despojar nuestra culpa direccionada al tiempo perdido.
Tu sangre decae sobre su falsa asimilacion.
Cree poder apaciguar tu rastro en tu transgresion.
Abrazaremos con nuestros recuerdos cada hecho que ha de porvenir.
Y prometemos dar lugar a tu divina presencia omnipresente.
Cintia Soria
***
Cansancio
Y de los replanteos
y recontradicciones
y reconsentimientos sin o con sentimiento cansado
y de los repropósitos
y de los reademanes y rediálogos idénticamente bostezables
y del revés y del derecho
y de las vueltas y revueltas y las marañas y recámaras y
remembranzas y remembranas de pegajosísimos labios
y de lo insípido y lo sípido de lo remucho y lo repoco y lo
remenos
recansado de los recodos y repliegues y recovecos y refrotes
de lo remanoseado y relamido hasta en sus más recónditos
reductos
repletamente cansado de tanto retanteo y remasaje
y treta terca en tetas
y recomienzo erecto
y reconcubitedio
y reconcubicórneo sin remedio
y tara vana en aras de alta resonancia
y rato apenas nato ya árido tardo graso dromedario
y poro loco
y parco espasmo enano
y monstruo torvo sorbo del malogro y de lo pornodrástico
cansado hasta el estrabismo mismo de los huesos
de tanto error errante
y queja quena
y desatino tísico
y ufano urbano bípedo hidefalo
escombro caminante
por vicio y sino y tipo y líbido y oficio
recansadísimo
de tanta tanta estanca remetáfora de la náusea
y de la revirgísima inocencia
y de los instintitos perversitos
y de las ideítas reputitas
y de las ideonas reputonas
y de los reflujos y resacas de las resecas circunstancias
desde qué mares padres
y lunares mareas de resonancias huecas
y madres playas cálidas de hastío de alas calmas
sempiternísimamente archicansado
en todos los sentidos y contrasentidos de lo instintivo o sensitivo
tibio
o remeditativo o remetafísico y reartístico típico
y de los intimísimos remimos y recaricias de la lengua
y de sus regastados páramos vocablos y reconjugaciones y
recópulas
y sus remuertas reglas y necrópolis de reputrefactas palabras
simplemente cansado del cansancio
del harto tenso extenso entrenamiento al engusanamiento
y al silencio.
Oliverio Girondo
***
Los insomnes
Existe en estos seres
un primitivo deleite oceánico.
Toman por brújula el vértigo
y transitan entre lo germinal
con una pálida ternura hacia el paisaje.
El rumor cae, lacio,
y la palabra posee la lentitud
de los corales,
el ademán turgente
de las raíces náufragas.
Es breve el centelleo de los seres paseantes
lejanos a la ciega muralla de las aguas.
Madrugan
-cualquier vez-
junto al aire cetrino de los sauces,
exánimes ante barro y raíces,
porque cegaron en el borde,
precisamente,
y no supieron descender sin ojos.
Flor Schapira Fridman (De Memorias de la víspera)
***
Comentarios al Encuentro La poesía y el mar del 26-9-2020
-Bienvenida Marcela!
-Marcos nos leerá a Hölderlin.
-Aníbal: a partir de leer un libro sobre árboles buscó inspiración para terminar el poemario «La belleza del mundo»; no pasó nada, pero cuando explotó una fuente de vidrio con humus de garbanzo y «una astillita de vidrio quedó en otra fuente de la que comí, quise googlear a ver qué pasaba, pero salí al parque de enfrente, me abracé a un eucalipto y ahí, inesperadamente, nació el último poema»: «éstos versos podrían ser rima» «y te abrazo árbol . . .» «para ver tus ramas alzarse al cielo estrellado» «cuando ya no sepa qué decir y quede . . . solo y aterrorizado en la intemperie»
«De varios poemas de la semana pasada fui sacando partes, entre ellos, el Macedonio que leyó Daniel». Encontró Elena Bellamuerte (que Macedonio dedicó a su esposa) donde aparece una imagen del mar donde la bella muerte es como una ola que se retira suave, mansamente hacia el mar, y es el sueño o el olvido, pero no la muerte. Alicia mandó una foto que tomó Hernán de un ave marina muerta en la playa y una foto de esa misma especie de Playero de ala blanca (así se llama este ave) viva, muy hermosa. Leerán entre tres, Elena Bellamuerte: «no eres, Muerte» «he visto posar en ti sin sombra el mirar de una niña» «obra de ella no llevo en mí alguna» » luz de mi primer día» «de amor certeza» «a sus ojos se oculta» «amor defendía» «Oh! Elena . . . mi primer conocerte fue tardío» «fue tu partir así suave . . . en tu frente un fin de ola se durmió» «ausencia o sueño, pero no muerte había». Sigue leyendo Hernán: «fue sólo un dulce querer partir» «criatura de porfía de amor» «la luz de su primer sagrado día» «déjame jugar, sonreír» «torpeza de amor de hombre» «muerte es beldad». Finaliza leyendo Alicia: «niña del fingido morir» «ojos y almas tan dueños del mañana» «secos tuvo sus ojos, todo en torno lloraba» «luz de un primer dia es divinidad» «Elena niña vencedora» «solo de esperado tengo el ser» [cuánto amor en ese poema!]
Alicia comenta que su hijo aportó el nombre científico del Playero de ala blanca: Pringasumi palmata. Hernán dice que en el mismo lugar donde apareció el Playero, apareció luego una Raya (que a Alicia le recordó al monstruo del jardín de Bomarzo) y que luego se publicará para que cada uno elija un texto sobre qué rostro humano le despierta esa Raya.
-Graciela (para completar el momento marino) lee un poema sobre un sueño suyo «Si esta tristeza fuera»: «si esta tristeza fuera un nombre hijo» «una tristeza incógnita por nuestros años agujero» «si esta tristeza fuera tristeza crónica» «víspera» (sobre la triste muerte del amor, dice Graciela)
-Inés lee dos poemas cortitos de Emily Dickinson (que publica una sobrina porque, dice, la hermana de Emily había censurado los que publicó) Inés dice que Emily Dickinson era una mujer creyente. Lee un poema sobre el mar y otro sobre la fe. «Como si el mar se separase y mostrara un mar más lejano y ese, otro mar» «la eternidad es eso». Y otro: «no seremos examinados por lo que hicimos» «sino por lo que el Señor infiere que hubiéramos hecho si hubiéramos sido más divinos»
-Daniel Rubio elogia la lectura de tres de Macedonio y dice que la anécdota de Aníbal tira por tierra el axioma de que «Los poetas no comen vidrio» (risas).
Recomienda, de Borges «El sueño de Coleridge» basado en el sueño que Coleridge tuvo después de fumar opio y de leer un fragmento de «Kublai Kan». Nos lee en inglés (y luego Gabriela en español) un poema de Dylan Thomas, sobre ese verde galés de su niñez y escribe sobre el mar «La colina de los helechos»: «cuando yo era joven y libre» «el tiempo me dejaba gritar de alegría» «los árboles y las hojas se dejan llevar . . . por la luz» «el tiempo me dejaba jugar» «y el domingo cantaba despacio» «el juego amor y agua, juego verde como el pasto» «y luego, despertar» «la granja . . . volvía con el gallo en su hombro» «con caballos hechizados» «bajo nubes recién hechas» «corría por el heno, alto como la casa» «que el tiempo me llevaría . . . bajo la luna siempre creciente» «el tiempo me sostenía» «canté en mis cadenas como el mar». Aníbal comenta que Dylan Thomas es un poeta complejo y prístino y nos dice que otro tópico en el que podemos pensar es el mar encadenado.
-Marcela: «estoy humildemente conmovida. Prefiero escuchar. No sabía cómo era esto. Me tiré a la pileta . . . o al mar y sólo puedo sentir . . . ya hablaré»
-Marcos lee un poema de Hölderlin, de 8 ó 9 estrofas, que ha sido reconstruido y fue escrito hacia 1800 hacia sus 30 años (nació en 1750) antes de los 40 años que pasó en la penumbra de la locura y editado 100 años después, no tiene título. «Como en un día de fiesta» «a lo lejos retumba el trueno» «la viña gotea» «en el tranquilo sol se yerguen los árboles del bosque» «en un tiempo propicio» «educa la divinamente hermosa naturaleza» «cuando parece dormir . . . se entristece también el rostro de los poetas» «pero ahora es de día» «ella es más antigua aún que los dioses» «la naturaleza . . . se ha despertado» «la creadora de todo, nuevamente». Nos explica Marcos «son sólo las tres primeras estrofas sobre un campesino que va a ver su campo luego de una tormenta y siente que se ha salvado su viña, que no hubo inundación; en la segunda estrofa habla de la naturaleza y su ritmo -que no es el mismo de su psiquis- y los poetas, alude a las estaciones del año y de la noche. En la tercera estrofa aparece el día, el amanecer que es algo sagrado, que está por encima de los dioses de oriente y occidente . . . «se despierta con estrépito de armas». De la paz bucólica de la primera estrofa a las fuerzas naturales desatadas de la tercera estrofa»
-Leo, de «Ciudades invisibles» de Ïtalo Calvino, lee «Las ciudades y la memoria»: «cuando el forastero está indeciso entre dos mujeres siempre encuentra una tercera» «en la plaza los viejos miran pasar a la juventud» «los deseos ya son recuerdos»
-Daniel Pérez, de la nueva poesía argentina del año 70 y de Flor Schapira Fridman, nos lee «Los insomnes»: «transitan entre lo germinal» «la palabra posee la lentitud de los corales» «junto al aire cetrino de los sauces» (de «Memorias de la Víspera»). Comenta que le encanta Italo Calvino, «tengo El barón rampante para la que viene».
-Amalia: «Algo bueno dejó el agua, tengo el ginko florecido». Nos lee de Alejandra Pizarnik: «cansada de dios, cansada por fin de las muertes de turno» «dulce morada para tanto cansancio»
-Aníbal comenta que Cinthia Soria está sin audio ni video y que le pasó un poema para que lo lea, que ella dice que es muy surrealista: «hemos de sorprendernos ante tanto desenlace» «Extasiada gracias a la presencia de nuestra nueva niña» «la banalidad nos ha distraído» «abrazaremos cada hecho . . . por venir». Siente la tristeza de su hermano, en este momento.
-Yo leo un poema mío que, curiosamente tiene título, y no uno sino dos! Se llama «Casi o metamorfosis»: «Lo vi intentando pasar entre las nubes tan negras» «Lo vi intentando crecer entre el estruendo» «intentando escapar y no pudiendo» «lo vi aplastándose contra sus deseos . . . peleando por alcanzar el cielo, casi» «yo lo vi, era un pájaro, pero después lo miré bien y era un hombre». Y leo un poema de Alejandra Pizarnik que se llama Poema para Emily Dickinson (comentamos la sincronía que nos une hoy que ya se leyeron poemas de Pizarnik y de Dickinson) «del otro lado de la noche la espera su nombre» «ella piensa en la eternidad»
-Cristina nos leerá a Fernando Pessoa para la vez que viene, sobre un amor que va más allá de lo gestual, y a Marguerite Yourcenar de «Memorias de Adriano».
-Natalia después pasará unos poemas de Eva Murari (poeta bahiense) «Savia». Sobre el concepto de pampa como mar, nos cuenta que Juan Carlos Bustriazo Ortiz siempre llevaba un vasito de bar porque decía que ahí adentro estaba la poesía y es muy triste lo que pasó con él, prácticamente secuestrado por su esposa enfermera. Hay un ensayo de Álvaro Urrutia sobre Bustriazo Ortiz. «La tierra ardía» «la siesta ardía melodiosa» «eran tus voces tan palomas» «quién te rompe última brisa» (de «Herejía bermeja»). Aníbal cuenta que «lo curan» y pierde su conexión con la poesía.
-Patri, desde Córdoba dice: «Desde Virgilio, la primavera es un lugar común de la poesía, como en «La semilla creadora» (de «Las geórgicas»). Hay muchos temas referidos a la primavera, por contraste, en Octavio Paz: «el mar respira apenas» «ejército dormido» «oleaje sin cuerpo» «se derrama en ecos por el llano» «todo lo que mis manos tocan, vuela» «está lleno de pájaros el mundo»
-Silvia: «visité a Oliverio Girondo y a su esposa Norah Lange» De «Poemas para leer en el tranvía», su primer libro, lee «Milonga»: «botellas decapitadas de champagne» «el bandoneón canta» «machos que se quiebran» «hembras con las ancas nerviosas» «se oye un fracaso de cristales» «un enorme espejo se derrumba» «estallan las trompadas» «junto con el vigilante entra la aurora» Comenta que Girondo tiene una casa de descanso en el Delta, La recalada, adonde iba desde Retiro, buscando el verde. Luego de 20 años de su primer libro edita «Espantapájaros» y hace un enorme espantapájaros de papel maché que pasea por las calles. Norah Lange, en «45 días y 30 marineros» cuenta que han tenido como invitados a García Lorca y Neruda, entre otros.
-Zélica preparó los poemas de Borges del 64, pero «no estoy en casa», asi que nos leyó, de Rosalía de Castro , de su libro»En las orillas del sar»: «Amorosa mansión de los pájaros» «otra vez . . . halla un breve descanso mi alma»
[hasta aquí llegué porque me quedé sin conexión]…Graciela García
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Foto: Alejandra Pizarnik
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