Diciembre de 2009
Diario de viaje I
De espaldas a mí, frente al espejo
ella se mira y hace sus rituales
su cuerpo es alto y coronado
de ondulaciones de ceniza y oro.
Desde una distancia sideral la miro
sobre el menor abismo que nos une
y me asomo desde donde yazgo
como un saurio en el barro desnudo.
Ella sacude suave sus perfumes
en una danza breve y es un ave
ahora con las alas de su enagua
vueltas hacia mí, sonriendo en la luz.
Iglesia San Francisco (La Paz)
Araña de piedra con la cruz
en lo alto de la frente
(diadema de campanas)
vive aún respira en el agobio
de los ladrillos huecos
con el oro ya muerto en las bodegas
junto a las sandalias santas de Francisco.
Piedra sagrada (Isla del sol)
Hay que adivinar que es un puma
esa roca milenaria erosionada
en la cima de la isla.
Hay que confiar en la mirada
de la fe nativa
que consagra al sol
la siembra, la cosecha, la fortuna y las almas.
Yo no veo más que una piedra informe
pero siento su poder y hago mis ofrendas.
Templos (Ollaytaytambo)
Admirables piedras engarzadas
por la sabiduría del arquitecto
peso brutal sobre brazos y piernas
antes del látigo español.
¿Qué sabemos ahora de esas multitudes
consagradas al maíz y a la papa
y a la honra del dios
encarnado en el Inca?
Como las musas cantaban la gloria de Zeus
estos seres de tierra levantaron
templos deslumbrantes
con la única razón de la alabanza.
Diario de Viaje II
Ella va adelante
boy scout de piernas largas
y labios carnosos.
Va hacia los filos de las rocas
perdiéndose en los confines azules del lago
o en las pequeñas maravillas de las flores.
Ella sonríe y señala los colores vivos
que estallan entre las piedras
como las ropas de las pastoras
en el oscuro mar de las montañas.
Pastoras (Isla del sol)
Mujeres de rostros quemados
y labios de tierra
envueltas en prendas coloridas
son flores silvestres entre las matas.
Pastoras de largo silencio
hilan solitarias al sol
y a veces sus voces se reúnen
y risas tímidas resuenan en los ecos.
Niños (La Paz-Copacabana)
El bus recorre en zigzag
los estrechos caminos de montaña,
a la vera de la ruta
los niños extienden sus manos.
¿Qué imposible limosna piden
a los rostros que pasan velozmente?
Primer gesto de humillación
perdurable, esas manos en el vacío
piden piden desde una pobreza
que no es de hambre.
Arrojamos por la ventanilla
bananas, galletitas, dulces,
lo que tenemos a mano.
Se trata de jugar.
El viaje (Isla del sol)
Del puerto de Yumani
por el agua sagrada navegamos
apretados, mezclados los idiomas,
y los jóvenes meten bulla en la popa.
Son colombianos, mejicanos, hay
una chica coreana, otra noruega.
fuman porro sin parar
y sorben de una petaca.
A una revolución sin nombre
van, flotando en un estar sin rumbo
excesivos, alegres, fuera del mundo.
Visitan las regiones sagradas
de los incas, de los sabios aymaras
y hacen a su modo ritos que no comprenden
con la única certeza
de estar lejos de casa.
Boliviano (La Paz)
Lento, terroso,
pelo y ojos de piedra,
en su mirada
un río manso nos mide:
agudo saber que nos desarma:
velocidad estéril frente a la mansa montaña.
Después nos saluda
con una sonrisa de maíz.
Niños (Copacabana)
En un baño público juegan
entre orín acumulado y excrementos
impregnados en todas partes.
Ellos sonríen felices con los juguetes sumergidos
en el agua de los baldes.
No hay personas mayores:
una niña cobra los cincuenta céntimos
y entrega un rollo de papel higiénico.
¿Pasan el día entre esas cuatro paredes?
Diario de viaje III
Ella sorbe la sopa de quinua
con éxtasis primordial, placer
del cuerpo que entra en los sabores
como en los huertos del paraíso.
La sopa resume el milagro de la tierra:
espesura de aromas y sabores
savia nutricia de la Pachamama.
Ella suspira y sonríe
y el vapor sabroso brilla en su nariz.
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