Mar y poesía en el siglo XX

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Una síntesis de la ponencia de Ricardo Rabitti:

“Al contemplar el mar vemos espejado en él nuestra naturaleza más profunda, esa contradictoria condición de ser a la vez uno y muchos.

   Eugenio Montale, Jorge Luis Borges lo consignaron poéticamente. Montale en Mediterráneo II:

… Tu m’hai detto primo

che il piccino fermento

del mio cuore non era che un momento

del tuo; che mi era in fondo

la tua legge rischiosa: esser vasto e diverso

e insieme fisso

Tú, el primero, me has dicho

que el pequeño fermento

de mi corazón no era más que un momento

del tuyo; que estaba en mí en profundidad

tu ley riesgosa: ser vasto y diverso

y al mismo tiempo fijo.

*

   Borges (poema El mar), por su parte, indica que el mar:

es uno y muchos mares.

   Y con respecto a nosotros (poema La luna) señala:

……………….esa rara

cosa que somos, numerosa y una.

   Esta identificación entre la esencia del mar y la nuestra le permite hacia el final del poema El mar preguntarse simultáneamente:

¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día

ulterior que sucede a la agonía.

   Simultáneamente porque en efecto dada la identidad de naturalezas entre el mar y nosotros, saber quién es uno de ellos es saber quién es el otro.

El fragmento del poema de D’Annunzio, La ola:

…….……….

Enjuaga, lava

ruge, revienta, choca,

ríe, canta,

concuerda, discrepa,

todo acoge y funde,

agudas disonancias

en sus volutas

profundas,

libres y bellas,

numerosas y locas,

poderosas y suaves,

criatura viva

que goza

de su misterio

fugaz.”

**

Textos completos:

Mediterráneo

II

Antiguo, estoy embriagado por la voz
que brota de tus bocas cuando se abren
como verdes campanas y se repelen
hacia atrás, disolviéndose.
La casa de mis veranos juveniles
-lo sabes- estaba a tu lado
allá en la tierra donde el sol calcina
y oscurecen el aire los mosquitos.
Hoy como entonces ante ti permanezco
inmóvil, mar, mas no me creo
digno ya de la solemne admonición
de tu aliento. Me dijiste primero
que el pequeño fermento
de mi corazón no era sino un instante
del tuyo, que en el fondo de mí
estaba tu arriesgada ley: ser enorme y diverso
y fijo al mismo tiempo,
para librarme así de toda suciedad,
como tú cuando arrojas a tus playas
entre estrellas de mar, corchos y algas
las inútiles sobras de tu abismo.

II
Antico (mare), sono ubriacato dalla voce
ch’esce dalle tue bocche quando si schiudono
come verdi campane e si ributtano
indietro e si disciolgono.
La casa delle mie estati lontane,
t’era accanto, lo sai,
là nel paese dove il sole cuoce
e annuvolano l’aria le zanzare.
Come allora oggi in tua presenza impietro,
mare, ma non piú degno
mi credo del solenne ammonimento
del tuo respiro. Tu m’hai detto primo
che il piccino fermento
del mio cuore non era che un momento
del tuo; che mi era in fondo
la tua legge rischiosa: esser vasto e diverso
e insieme fisso:
e svuotarmi cosí d’ogni lordura
come tu fai che sbatti sulle sponde
tra sugheri alghe asterie
le inutili macerie del tuo abisso.

*

Proteo

Antes que los remeros de Odiseo
fatigaran el mar color de vino
las inasibles formas adivino
de aquel dios cuyo nombre fue Proteo.

Pastor de los rebaños de los mares
y poseedor del don de profecía,
prefería ocultar lo que sabía
y entretejer oráculos dispares.

Urgido por las gentes asumía
la forma de un león o de una hoguera
o de árbol que da sombra a la ribera

o de agua que en el agua se perdía.
De Proteo el egipcio no te asombres,
tú, que eres uno y eres muchos hombres.

(En: El oro de los tigres, 1972)

*

La luna (frag)

De otra luna de sangre y de escarlata
habló Juan en su libro de feroces
prodigios y de júbilos atroces;
otras más claras lunas hay de plata.


Pitágoras con sangre (narra una
tradición) escribía en un espejo
y los hombres leían el reflejo
en aquel otro espejo que es la luna.

*

Los recuerdos

Los recuerdos, inútil infinito,
pero solos y unidos contra el mar, intacto,
en medio de estertores infinitos…

El mar,
voz de una libre grandeza
pero inocencia enemiga en los recuerdos,
tan rápido en borrar las huellas dulces
de un pensamiento fiel…

El mar, sus blanduras indolentes
tan feroces y esperadas tanto, tanto,
y en su agonía,
presente siempre, renovada siempre,
en el despierto pensamiento, la agonía.

Los recuerdos,
el revolverse vano
de arena que se mueve
sin pesar sobre la arena,

ecos breves y lentos,
sin voz, ecos de los adioses
a minutos que parecían felices…

Versión de Jesús López Pacheco

*

Poema leído por Anastasia:

Al atardecer suele llegar el mar,

descubre sus cardúmenes de recuerdos, sus millones

de alitas de minutos ocurriendo ni Dios sabe desde cuándo

hechos nada más que del agua de estar y golpear.

Llega cuando el sol está poniente

y el día transita por otras mensuras y cascos terrestres.

Esa es la hora del día en que ahoga el mar.

A esa hora en la casa me deja con reflujo de flores

y barnices, en duelas de los días

de amargor. 

Y yo me cobijo sobre una hoja en blanco

donde dibujo la casa con mis iniciales

en el umbral, para que el mar que voy dejando,

cuando suba, sepa que ya me visitó

al final del día, una vez más,

durante este siempre, con su tiempo evaporado.

Y me otorgue otro día.

Nestor Groppa

(Jujuy)

*

Segunda parte:

Poemas de mi autoría traducidos a portugués, francés, inglés e italiano. Y leídos por Rabitti, Noemí Pilar Molinero, Marianne Nelson, y Miriana Meli. Los poemas pertenecen a mis libros Deshojamiento (2017); Rosas del desierto (2019) y La belleza del mundo (2021).

I

Mármoles, arenas y peces triturados

no me dan tregua, mar:

¿por qué te cansas golpeando mis rodillas?

¿no ves que soy más fuerte

que vos, que te agitás

en esa taza cósmica mal llamada “océano”?

En cambio yo estoy aquí sostenido y pronto a disolverme

para que no puedas romperme ni alcanzarme.

Sin embargo mientras viva quiero darte todo

porque me embriagan el olor a peces y a tierras lejanas

que traes en tu espuma.

*

II

…estrictamente hablando, mar, estamos sólos

en este raro multiverso que

ni mis ojos ni los tuyos abarcan.

Mis lentas pupilas no vislumbran más que resplandores

fugaces, tus espumosas olas son gemidos

mínimos en el cosmos, arrogante fuerza aquí

pero en la vía láctea pequeña que habitamos

tu ruido no llega a oírse muy lejos.

Entonces solo nos queda encontrar el silencio

hacia el amor, aceptar al doliente y que

tu respiración y la mía sean música.

*

XXIV

Avergonzado bajo hasta la orilla

a mojarme los pies desnudos

gastados por la espuma de los días

como las piedras y los caracoles.

Me rodean bichos muertos

y un pequeño escorpión agonizante

donde el mar ha dejado sus venenos.

Dejo mis huellas

y espero con mis ojos

a que las borre el agua.

*

XXV

Nos alivian las nubes silenciosas

cambiantes y fijas como un río

y el san Antonio se sube a una piedrita

a mirar el abismo de la orilla.

¿Qué pensará del mar que en un momento

se llevará sus alas diminutas?

Lo alojo en mi corazón como un milagro

y me alejo de allí, bajo otro cielo.

*

X

Los labios del mar tiemblan al atardecer

y nosotros permanecemos enlazados

durante años de amorosas algas

rodando en el lecho marino.

Tiembla el oleaje y se oscura

su vibración nocturna, pero nosotros

brazos de pulpos enlazados

en amor constante circulamos, abajo.

Nos llegan los ecos del temblor de orilla

cuando la luz se apaga en el oeste

pero ya quedó en nosotros el sol, el brillo

bajo el peso total del gran océano.

*

XIII

La palabra se teje con el mar

quiere o pide ser parte de su trama.

Nadie sabe quién está más solo

el que dice algo o el que tritura las voces.

Entre las olas se dirime el enigma

mientras el acontecer hace su juego:

lo único real que persevera

a la espera del verso o el amor.

*

XIV

Llena el aire con su palabra

pero se la lleva la brisa.

Delante de mí el mar balbucea

una canción de otoño.

La prepara en su molino

triturando algas de colores.

Yo también la escucho

mientras una langosta gris

me atraviesa con su salto mudo.

El hombre insiste en llenar el aire

palabra más palabra más palabra.

Pero otro viento suave las deshace

sin detenerse.

***

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