La poesía y el mar

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Navegar es preciso, vivir no es preciso

Textos de la charla virtual del sábado 15 de marzo. Gracias Anto Roncoroni por facilitar el estudio para la conexión!

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La divina comedia

Dante Alighieri

Canto Primero

(fragmentos)

La gloria di colui che tutto move

per l’universo penetra, e risplende

in una parte più e meno altrove.

A gloria de Aquél que todo lo mueve se difunde por el universo, y resplandece en unas partes más y en otras menos. Yo estuve en el cielo que recibe mayor suma de su luz, y vi tales cosas, que ni sabe ni puede referirlas el que desciende de allá arriba; porque nuestra inteligencia, al acercarse al fin de sus deseos, profundiza tanto, que la memoria no puede volver atrás. Sin embargo, todo cuanto mi mente haya podido atesorar de lo concerniente al reino santo, será en lo sucesivo objeto de mi cántico.

*

Muchas cosas son allí permitidas a nuestras facultades, que no lo son aquí, por ser aquel lugar creado para residencia propia de la especie humana.

*

Beatriz miraba fijamente las eternas esferas, y yo fijé mis ojos en ella, desviándolos de allá arriba: contemplándola, me transformé interiormente, como Glauco al gustar la hierba que le hizo en el mar compañero de los otros Dioses. No es posible significar con palabras el acto de pasar a un grado superior la naturaleza humana; pero baste el citado ejemplo a quien la gracia divina reserve tal experiencia.

*

Por lo cual Beatriz, lanzando un piadoso suspiro, dirigió hacia mí sus ojos con aquel aspecto de que se reviste la madre al oír un desvarío de su hijo, y repuso: —Todas las cosas guardan un orden entre sí; y este orden es la forma, que hace al universo semejante a Dios. Aquí ven las altas criaturas el signo de la eterna sabiduría, que es el fin para que se ha creado el orden antedicho. En el de que hablo, todas las naturalezas propenden y, según su diversa esencia, se aproximan más o menos a su principio. ASÍ ES QUE SE DIRIGEN A DIFERENTES PUERTOS POR EL GRAN MAR DEL SER, Y CADA UNA CON EL INSTINTO QUE SE LE CONCEDIÓ PARA QUE LA LLEVE AL SUYO.

(TRADUCCION DE MANUEL ARANDA Y SAN JUAN)

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SE MUEVEN COMO NAVES HACIA DIVERSOS PUERTOS POR EL GRAN MAR DEL SER… (EN LA TRADUCCIÓN DE ALCÁNTARA)

Original:

Ne l’ordine ch’io dico sono accline tutte nature, per diverse sorti, più al principio loro e men vicine; onde si muovono a diversi porti per lo gran mar de l’essere, e ciascuna con istinto a lei dato che la porti.

(no habla de naves como traduce Alcántara)

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Canto Segundo

O voi che siete nella piccoletta barca,

desiderosi d’ascoltar, seguiti

dietro al mio legno che cantando varca…

OH vosotros, que, deseosos de escucharme, habéis seguido en una pequeña barca tras de mi bajel que navega cantando, virad para ver de nuevo vuestras playas! No os internéis en el piélago, porque quizá, perdiéndome yo, quedaríais perdidos. El agua por donde sigo no fué jamás recorrida; Minerva sopla en mi vela, Apolo me conduce y las nueve Musas me enseñan las Osas. Y vosotros los que, en corto número, levantasteis ha tiempo las miradas hacia el pan de los ángeles, del cual se vivo aquí pero sin que nadie quede harto, bien podéis dirigir vuestra nave por el alta mar, siguiendo mi estela sobre el agua que se reúne en breve. Aquellos gloriosos héroes que pasaron a Colcos no se admiraron cuando vieron a Jasón convertido en boyero, como os admiraréis ahora vosotros…

—Eleva tu agradecida mente hacia Dios, que nos ha transportado a la primera estrella. Parecíame que se extendiese sobre nosotros una nube lúcida, densa, sólida y bruñida, como un diamante herido por los rayos del Sol. La eterna margarita nos recibió dentro de sí, como el agua que, permaneciendo unida, recibe un rayo de luz. Si yo era cuerpo, y si en la Tierra no se concibe cómo una dimensión pueda admitir a otra, según debe suceder si un cuerpo penetra en otro, debería abrasarnos mucho más el deseo de contemplar aquella esencia, en que se ve cómo Dios y nuestra naturaleza se unieron. Allí se verá esto que creemos por la fe; pero sin demostración alguna, pues será conocido por sí mismo, como la primera verdad en que el hombre cree.

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Argonáuticas

Apolonio de Rodas

(fragmentos)

“Primero mencionaremos a Orfeo, al que en otro tiempo es fama que la misma Calíope, tras compartir su lecho con el tracio Eagro, alumbrara cerca de la atalaya de Pimplea. De él cuentan que las duras peñas en los montes hechizaba y el curso de los ríos con la armonía de sus cantos” (canto I, 24 y ss).

“Y detuvo su lira a la vez que su voz inmortal, ellos, aunque había cesado, adelantaban aún con ansia sus cabezas, todos a un tiempo, con los oídos atentos, embelesados por el hechizo;  tal fascinación les había infundido su canto” (canto I, 512  y ss).

“Como los jóvenes en Pito o en Ortigia o cabe las aguas de Ismeno forman un coro en honor a Febo y al son de la lira en torno al altar golpean el suelo juntos armoniosamente con sus ágiles pies; así ellos, al son de la cítara de Orfeo, batían con los remos el agua impetuosa de la mar y las olas rompían con fragor. A un lado y a otro chorreaba de espuma el negro oleaje borbotando terriblemente por el impulso de los vigorosos héroes. Semejantes al fuego destellaban las armas bajo el sol al avanzar la nave. Y sin cesar blanqueaban los largos caminos, cual sendero que entre la verde llanura se divisa” (canto I, 535 y ss).

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Navegar É Preciso 

Navegantes antiguos tenían una frase gloriosa: 
«Navegar es preciso; vivir no es preciso.» 

Quiero para mí el espíritu de esta frase, transformada 
La forma para casarla con lo que yo soy; Vivir no 
Es necesario; lo que es necesario es crear. 

No cuento gozar mi vida; ni en gozarla pienso. 
Sólo quiero tornarla grande, pese a que para eso 
Tenga que ser mi cuerpo y mi alma la leña de ese fuego. 

Sólo quiero tornarla de toda la humanidad; pese a que para eso 
Tenga que perderla como mía. 

Cada vez más así pienso. Cada vez más pongo 
En la esencia anímica de mi sangre el propósito 
Impersonal de engrandecer la patria y contribuir 
Para la evolución de la humanidad. 

Es la forma que en mí tomó el misticismo de nuestra Raza 

Fernando Pessoa

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Si los riesgos del mar considerara
ninguno se embarcara, si antes viera
bien su peligro, nadie se atreviera,
ni al bravo toro osado provocara.

Si del fogoso bruto ponderara
la furia desbocada en la carrera,
el jinete prudente, nunca hubiera,
quien con discreta mano le enfrenara.

Pero si hubiera algo tan osado,
que, no obstante el peligro, al mismo Apolo
quisiera gobernar con atrevida

mano, el rápido carro en luz bañado
todo lo hiciera, y no tomara sólo
estado, que ha de ser toda la vida.

Sor Juana Inés de la Cruz

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Canciones en el mar

I-El barco misericordioso

Llévame, mar, sobre ti, dulcemente,

     porque voy dolorida.

¡Ay! barco, no te tiemblen los costados,

     que llevas a una herida.

  Buscando voy en tu oleaje vivo

     dulzura de rodillas.

Mírame, mar, y sabe lo que llevas,

     mirando a mis mejillas.

  Entre la carga de los rojos frutos,

     entre tus jarcias vividas

y los viajeros llenos de esperanza,

     llevas mi carne lívida.

  Más allá volarás con sólo frutos,

     y velas desceñidas.

Pero entre tanto, mar, sobre este puente

     mecerás a la herida.

II-Canción de los que buscan olvidar

  Al costado de la barca

mi corazón he apegado,

al costado de la barca

de espumas ribeteado.

  Lávalo, mar, con sal eterna;

lávalo, mar, lávalo mar.

que la Tierra es para la lucha

y tú eres para consolar.

  En la proa poderosa

mi corazón he clavado.

Mírate barca que llevas

el vértice ensangrentado.

  Lávalo, mar, con sal tremenda,

lávalo, mar, lávalo mar

O me lo rompes en la proa

que no lo quiero más llevar.

  Sobre la nave toda puse

mi vida como derramada!

Múdala, mar, en los cien días

que ella será tu desposada.

  Múdala, mar, con tus cien vientos.

Lávala, mar; lávala, mar,

que otros te piden oro y perlas,

y yo te pido el olvidar!

III-Canción del hombre de proa

 El hombre sentado a la proa,

el hombre con faz de ansiedad…

¡que ardiente navega hacia el Norte;

sus ojos se agrandan de afán!

  Los rostros que yo amo, los míos,

quedaron atrás,

y mi alma los teje, los borda

encima del mar.

  El hombre que piensa en la Proa

padece de ansiar.

¡Qué lento que avanza su barco

y vuela fugaz!

  Y mi alma quisiera la marcha

tremenda quebrar,

¡que todos los rostros que amo

se quedan atrás!

  Al hombre que sufre en la proa,

el viento del mar

le anticipa los besos que espera,

y arde de ansiedad.

  Pero el viento del Norte

¡qué beso pondría en mi faz,

si los rostros que amo

quedaron atrás!

  El viajero de proa me dice:

¿Qué vas a buscar,

si en la tierra no espera la dicha?

¡No sé contestar!

  Me llamaba en mis costas inmensas

la lengua del mar,

y en mitad de la mar voy llorando,

caída la faz!

Gabriela Mistral

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EMBARCADEROS, BESOS

EMBARCADEROS, besos,

huida eterna del mundo

y su memoria.

El hombre en las orillas que abandona

con asombrado gesto se desagarra

y olvida,

como un poco de tierra,

su pie usual,

la sombra en que se envuelve

para rozar las gentes.

La viva luz se extraña

y en noche ya,

ignoramos qué camino comienza,

qué aguas quietas y oscuras son éstas

que nos alzan, nos llevan,

qué tierras nos aguardan

con qué selvas,

con qué cielos abiertos de pronto

en la tristeza.

Adiós, adiós, el mundo,

La voluntad, el orden, su silencio,

la tierra ya lejana,

y esa paz leve y fría

que dejamos, como un halo,

temblando sobre los verdes pastos.

El mar dorado

el aire en guerra,

madurarán sobre la piel

sus rosas momentáneas,

y al fin la libertad,

el largo olvido

se encontrán

al cabo de las aguas.

Ida Vitale

*

VIVIR

Es preciso echar la barca

con proa al horizonte

habilitar remos incansables

cargar un baúl con sueños

acomodar los recuerdos que incomodan.

Quizá ejercitar varios idiomas

para anclar en distintos puertos

y llevar la soledad

como valioso estandarte.

Es preciso estudiar las correntadas

y saber navegar también

en su contra.

Es necesario

izar las velas de la dignidad

en cualquier viento

guardar en las redes algún tiempo libre

honrar el ocio

y dejar por escrito las memorias

celebrando el viaje.

Vivir… en el bravísimo oleaje y rezar

en los tiempos muertos.

Silvia Bottallo

*

Nave. Sólo veo la proa y la mitad de una vela blanca.
Un lugar entre el día y la noche el mar.
Un lugar inmóvil.
Cuando el este del cielo se enciende, su blancura
enceguece. Tórnase invisible. Navega la otra cara
del mar.
Pasan los años.
Una noche desato el bote amarrado tras los peñascos
de la bahía. Me hago a la mar.
No detiene al silencio
ni siquiera el cristal de los remos en el agua.
Estoy cerca. Ella se asoma sobre el puente
orlada de su propia oscuridad y la densa cabellera.
Me mira. La gárgola de la nave se desprende
en rasante vuelo. Viene a estrellarse contra mi pecho.

(Diana Bellesi, fragmentos de Persecución del sueño)

*

Soneto

Surca mi nave llena del olvido
mar crudo a media noche y en invierno,
y entre Escila y Caribdis la gobierno
con señor que enemigo mío ha sido.

En cada remo un pensamiento anido
que el fin y el temporal tiene por tierno;
la vela hiende un viento húmedo eterno
de esperanza, de deseo, de gemido.

Lluvia de llanto, bruma de desvío
la fatigada jarcia baña y parte
que retorcida del dolor se exhibe.

La luz se oculta ya del faro mío;
tan muerta entre razón y ondas y arte
que dudo que haya vez que a puerto arribe.

Francisco Petrarca

*

La barca

Dicen que la distancia es el olvido
Pero yo no concibo esa razón
Porque yo seguiré siendo el cautivo
De los caprichos de tu corazón

Supiste esclarecer mis pensamientos
Me diste la verdad que yo soñé
Ahuyentaste de mí los sufrimientos
En la primera noche que te amé

Hoy mi playa se viste de amargura
Porque tu barca tiene que partir
A cruzar otros mares de locura
Cuida que no naufrague tu vivir
Cuando la luz del sol se esté apagando
Y te sientas cansada de vagar
Piensa que yo por ti estaré esperando
Hasta que tú decidas regresar

Supiste esclarecer mis pensamientos
Me diste la verdad que yo soñé
Ahuyentaste de mí los sufrimientos
En la primera noche que te amé

Hoy mi playa se viste de amargura
Porque tu barca tiene que partir
A cruzar otros mares de locura
Cuida que no naufrague tu vivir
Cuando la luz del sol se esté apagando
Y te sientas cansada de vagar
Piensa que yo por ti estaré esperando
Hasta que tú decidas regresar

Compositores: Roberto Cantoral Garcia

*

Ilustración de Gustave Doré

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