Los textos de Tandil
El sábado 2 de noviembre compartimos la charla de La poesía y el mar en el Centro Cultural La Compañía de Tandil, donde tuvimos el apoyo de Ana Lía Pagadizábal, quien se ocupó de la presentación y también del brindis final!!! Ana Lía destacó los encuentros del 2020, cuando desde el comienzo de la cuarentena se incorporó a las charlas por zoom, que se mantuvieron como un espacio de comunicación, respiración y apoyo durante todo ese año. También dijo que uno de los frutos de esos encuentros fue el nacimiento y la continuidad de varias amistades que aún hoy están vigentes…
Gracias a Liliana Edith Giannatasio, del espacio La Compañía, una casa amplia devenida en centro cultural y radio FM 101.7 y las mujeres que participaron con gran entusiasmo del encuentro, y aportaron sus lecturas.
Los textos de la charla en: www.anibalzaldivar.com
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Piedra Infinita (fragmento)
Porque compacta sombra,
o soledad,
perpetua soledad a plomo,
témpano de silencio,
rígido limbo y piedra,
tienen la misma réplica, oh cóncavo nefasto, igual ecuación fría,
responden con un eco de amargo símbolo en la sangre.
Tembloroso, sonámbulo, tornasol, taciturno,
aguzo el corazón, palpo la piedra:
frío gesto unitario,
fruto cumplido en ámbito ya duro,
tiempo cerrado, autónomo, infinito.
Secreto mar prende en su acantilado —laurel de
herrumbre — un alga cárdena.
La luz del mundo vela de tacto y ojos, ciñe de aureolas su proeza,
oh, graduada de quilate inmóvil
y cetro lívido de esfinge.
Déjame que afronte su oráculo,
que escuche su vertiginoso silencio,
que libe su fatídico polen, su planetario acíbar,
negra abeja de lápidas en redes de tinieblas.
En el viento frontal que inunda lampos de páramo y olvido,
la carne siente su bisel de hueso,
esta premura misma de la sangre
es sólo fuga que se alcanza pronto.
Ampárame a verbero, corazón, que arrostro el témpano infinito.
Los siglos le zumban en el núcleo a modo de enjambre eterno.
No hay laberinto de más vértigo que el de su isla fría.
……
Piedra es piedra:
aleación de soledad, espacio y tiempo,
ya magnitud, inmemorial olvido.
El hombre quiere amar la piedra, su estruendo de piel áspera:
lo rebate su sangre.
Pero algo suyo adora la perfección inerte.
Hay durezas, caparazones, formas tristes, con agua
o grumo vivo adentro
Ella, sin brizna de entraña, mármol lleno de mármol.
Acaso algo terrible habitó su caracol profundo;
de esperar, siglo a siglo, la valva cerró por intemperie.
Caída al fondo de ese abismo palpable en sus márgenes de espanto,
árida espalda yerta, féretro de lo estéril,
ecuador de lo triste,
no es mi desdén: ignora redonda en su materia sorda,
íntegra nada nunca.
Geometría en rigor, sola en su límite,
ceñida cantidad, estricto espacio,
asignatura ciega, pieza hermética,
contrita y sin piedad, armada en temple,
cuadrada en su sostén, compacto término,
duro numen del número,
sin pórtico a la sueño ni a la lágrima.
Si absorbe no incorpora, ajena al bello de los líquenes.
El fuego no es su dádiva, ardiente
secreto que el hombre le inventó buscándose.
Sentid: ni ruda música primaria,
cajón sordo, yunque seco, ataúd del sonido.
…
Piedra por piedra,
desierto sólido, áspero alcázar,
nudo macizo hasta lo negro.
Piedra o enigma de lo abstracto
o realidad de mito puro,
olvido de Dios ya dios de olvido.
La piedra tiene un ídolo de edad perpetua.
El hombre siente cancelar su orgullo,
prosternar su sangre.
Un gran embudo frío sorbe desde el témpano.
Todo a su alrededor en el rito inmóvil.
Oh nombre de cábala que el corazón canta y escucha,
aldaba del oráculo,
incógnito en sus ecos por espectros de símbolos,
su ráfaga de enigma bate la sangre
repercute diagonal en la frente:
tras el tumulto queda su versión del silencio.
Parapetada en su baluarte,
invicta en su reducto,
ancha y honda en su esfinge,
alrededor de sí sobre su piedra inerte,
apretada y henchida:
piedra en piedra de piedra.
Quien mira sus resquicios,
quien busca su consigna por l os sueños,
promueve lo terrible, comete el holocausto de sus ángeles,
invalida lo puro, asimila lo acerbo de su numen,
tras la dura pasión el infortunio brota en negras lianas,
porque el dolor bebe la forma de un dios amargo entre las sienes,
luego se llena de ébanos de corazón, la voz se llena de ébanos.
…..
Piedra o vanidad del tiempo que a sí se erige dólmenes.
Máscara turbia de una fábula lenta que perdura en su mímica.
Ignora las primaveras, las danzas del árbol y la sangre,
sus destellos y ruinas,
temprano sin temperatura.
Accede en su color o declina en su orgullo
sólo por la gran constancia unitaria.
La tierra cargada de su plomo triste
gira para un azar de siglos y girándulas.
Quisiera sacudir su estorbo duro,
como un tumor o lacra,
áspera cuña que interrumpe la dulzura terrestre.
…
Ved la piedra en código:
materia que solo sabe dormir, dormir, párpado a plomo,
esclava en su postura,
deriva en soledad de limbo a limbo.
Acuñada en su edad, ajena al tiempo, antepasado suyo, que ella niega,
ya nadie sabe de su vástago lejano.
Rompí su cuerpo por ver su corazón: témpano sólo.
Vacié su vaso, arena muerta contenida.
Ella, lo eterno; yo, lo efímero ardiente, la atropello a sangre y canto.
Lo sé: me mira hasta los huesos con mi lápida,
pero lloro sobre ella, porque algo suyo llora en mí su destino.
Jorge Enrique Ramponi
*
El ojo azul
Árida roca junto al mar, no habías
Tenido nunca un ser blando en tus vetas.
Sabías que existías por el golpe
Del mar, pero eras cosa muerta y ciega.
Un día te creció sobre la dura
Cabeza pétrea un ojo azul: pequeña
Corola fue, que te vivió unas horas
Tímidamente, en una fértil grieta.
Aves, el cielo, el mar, así pudiste
Mirar un rato por la flor aquella:
Ojillo azul, que al apagarse, a poco,
Ya te dejó de nuevo ciega y muerta.
La flor, que era una cosa blanda y tenue,
Tuvo piedad de ti, golpeada piedra,
Y, ser muy dulce, te creció en el seno
A riesgo de morir, ¡para que vieras!
Alfonsina Storni
*
Poema Oda Al Mar
(frag)
AQUÍ en la isla
el mar
y cuánto mar
se sale de sí mismo
a cada rato,
dice que sí, que no,
que no, que no, que no,
dice que si, en azul,
en espuma, en galope,
dice que no, que no.
No puede estarse quieto,
me llamo mar, repite
pegando en una piedra
sin lograr convencerla,
entonces
con siete lenguas verdes
de siete perros verdes,
de siete tigres verdes,
de siete mares verdes,
la recorre, la besa,
la humedece
y se golpea el pecho
repitiendo su nombre.
Pablo Neruda
*
Homero, La Ilíada, canto IV, versos 220 y ss.
Como las olas impelidas por el Céfiro se suceden en la ribera sonora, y primero se levantan en alta mar, braman después al romperse en la playa y en los promontorios, suben combándose a lo alto y escupen la espuma; así las falanges de los dánaos marchaban sucesivamente y sin interrupción al combate…
*
El milagro de la poesía
En un poema, la parte mágica siempre es accidental. Ningún poeta trabajaría ardientemente en ese complejo oficio de la poesía si no aspirase a ver cómo se produce, súbitamente, ese accidente que es la magia. Se ve obligado a afirmar, con Chesterton, que lo milagroso de los milagros es que, efectivamente, a veces se producen.
Dylan Thomas
(citado por Juan Gelman)
*
Prólogo a la obra poética
(frag)
Dos deberes tendría todo verso: comunicar un hecho preciso y tocarnos físicamente, como la cercanía del mar”…
“…el hecho estético solo puede ocurrir cuando lo escriben o lo leen…”
“El sabor de la manzana (declara Berkeley) está en el contacto de la fruta con el paladar, no en la fruta misma; análogamente (diría yo) la poesía está en el comercio del poema con el lector, no en la serie de símbolos que registran las páginas de un libro. Lo esencial es el hecho estético, el thrill, la modificación física que suscita cada lectura.
Jorge Luis Borges
*
La Eneida
(frag)
El mar como llanura
Arar, surcar el mar. II. V. 291-5 y 780. III. 495 y ss.
sat patriae Priamoque datum: si Pergama dextra
defendi possent, etiam hac defensa fuissent.
sacra suosque tibi commendat Troia penatis;
hos cape fatorum comites, his moenia quaere
magna pererrato statues quae denique ponto.’
Bastante hemos dado a la patria y a Príamo. Si con tu diestra pudieras
salvar a Pérgamo, ya por la mía habría sido salvada.
Troya te encomienda sus objetos sagrados y sus Penates.
Tómalos; compañeros de tu suerte, surca el mar
y levanta para ellos unas dignas murallas.”
longa tibi exsilia et vastum maris aequor arandum, 780
et terram Hesperiam venies, ubi Lydius arva
inter opima virum leni fluit agmine Thybris.
Te espera un largo exilio y arar la vasta llanura del mar,
y llegarás a la tierra de Hesperia donde el lidio Tiber
fluye con suave corriente entre los fértiles campos de los hombres.
vobis parta quies: nullum maris aequor arandum, 495
a vosotros se ha dado el reposo: no hay mar que debáis surcar…
Virgilio
*
Don Segundo Sombra
(frag. cap. 16)
“De pronto, una franja azul entre las pendientes de dos médanos. Y repechamos la última cuesta. De abajo para arriba, surgía algo así como un doble cielo, más oscuro, que vino a asentarse en espuma blanca a poca distancia de donde estábamos. Llegaba tan alto aquella pampa azul y lisa que no podía convencerme de que fuera agua”.
Ricardo Guiraldes
*
En busca del tiempo perdido
(frag)
“… cuando en aquellas cálidas tardes veía venir un soplo de viento del extremo horizonte, inclinando los trigales más distantes, propagándose como una ola por aquella vasta extensión y yendo a morir a mis pies, tibio y murmurante, entre los tréboles…”
Tomo I.
“…Aquí y allá, en el campo, que con la oscuridad y la humedad se parecía al mar, casitas aisladas, puesta en la falta de una colina, brillaban como barquitas que replegaron sus velas y se están quietas a lo largo de toda la noche”.
“…mi cuarto daba no a calle ni campiña, sino a los campos del mar, cuyo rumor –un rumor al que confiaba yo mi sueño, como una barca- oía durante toda la noche, tenía yo la ilusión de que esa promiscuidad con las olas no tenía más remedio que infundirme, sin que yo me diera cuenta, la noción de su encanto, como esas lecciones que se aprenden durmiendo” (T. II, Pag. 641)
Marcel Proust
*
Santos Vega
(Frag)
Pues tan quemante era el viento
Que del naciente soplaba,
Que al pasto verde tostaba;
Y en aquel mesmo momento
La higuera se deshojaba.
Y una ilusión singular
De los vapores nacía;
Pues, talmente, parecía
La inmensa llanura un mar
Que haciendo olas se mecía.
Y en aquella inundación
Ilusioria, se miraban
Los árboles que boyaban,
Allá medio en confusión
Con las lomas que asomaban.
(…)
Hilario Ascasubi
*
Campo nuestro
(frag)
Este campo fue mar
De sal y espuma.
Hoy oleaje de ovejas,
Voz de avena.
Más que tierra eres cielo,
Campo nuestro.
Puro cielo sereno…
Puro cielo.
¿De tu origen marino no conservas
Más caracol que el nido del hornero?
No olvides que el azar hinchó tus velas
Y a través de otro mar dio en tus riberas.
Ante el sobrio semblante de tus llanos
Se arrancó la golilla el castellano.
Tienes, campo, los huesos que mereces:
Grandes vértebras simples e inocentes,
Tibias rudimentarias,
Informes maxilares que atestiguan
Tu vida milenaria;
Y sin embargo, campo, no se advierte
Ni una arruga en tu frente.
Ya sólo es un silencio emocionado
Tu herbosa voz de mar desagotado.
Oliverio Girondo
*
También leímos un fragmento (los versos finales) del Canto V de la Odisea, de Homero.
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