Caballo en el mar

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Pensé y preparé palabras para decir en este momento, pero al enfrentar este querido auditorio, prevalece la felicidad, la incertidumbre y la emoción. Las palabras vendrán como quieran… Me honra que me hayan elegido para participar en este homenaje. Lito es un ejemplo muy valioso de la elección por el arte. Un individuo que a los sesenta años tuvo coraje para dejar una vida dedicada al comercio para lanzarse al vértigo sin red de ser un artista. Hay que poder hacerlo, hay que escuchar el deseo íntimo, verdadero, hay que sacudirse los prejuicios de nuestra cultura materialista.

No voy a abundar en aspectos anecdóticos personales, pero quiero recordar uno: en los años ochenta me dedicó un poema, titulado: “Presencia de Aníbal”. Pasados tantos años, quiero devolverle ese gesto, no con un poema, sino con estas palabras, que celebran la “Presencia de Lito”. Porque él está hoy acá acompañándonos –Isabel lo sabe- y en algún momento, cuando nos pongamos muy solemnes, oiremos sus carcajadas.

Lito eligió el arte y forjó una obra: renunció, se despojó, perdió para ganar. Ganó un cambio de piel, una transformación, una nueva felicidad, y nos dejó estos libros que son  una serie de símbolos que lo sobreviven. Hoy nos habla a través de los textos, escuchamos su voz. Su decisión tuvo largo aliento, ésta es su victoria, este homenaje, este encuentro es su meditado triunfo. Aquí están “El vals que Ravel bailó en Paris”, de 1990; “Los poemas del I Ching”, de 1998; “Una centuria de Kavya”, publicado en Internet, en 1998; “Propuesta de Viaje”, de 2003, y “Caballo en el mar”, de 2005. También hay un videopoema que podremos disfrutar hoy.

Su obra exhibe los mojones de una búsqueda, un itinerario, donde prevalecen los cruzamientos. “El Vals…” es un conjunto de poemas dedicados a grandes músicos; su obra pictórica, frecuentemente está dedicada a poetas. La suya es una búsqueda con diversas herramientas y que cruza andariveles, porque es una búsqueda de la totalidad. Por eso también abreva en la filosofía. Va tras la Idea, tras la Esencia.

Vamos ahora a mirar un detalle, vamos a abrir una rendija para ver si podemos visualizar algo mayor, un paisaje que nos diga algo de su poesía. Tomemos su último libro: “Caballo en el mar”. Vamos a dialogar con Lito, a preguntarle qué nos ha dejado entre manos, qué nos quiere decir. Frente al título, lo primero que hacemos es preguntarnos ¿Qué significa? Y esta pregunta desnuda un hábito y un prejuicio. ¿Tiene que significar algo? Desde el punto de vista racional, lógico, nos preguntamos qué quiere decir. El poeta empieza a incomodarnos. No es congruente plantear un caballo en el mar. Tenemos que hacer un pasaje a la imaginación, podemos pensar en hipocampos, o tal vez recordar a nuestros jinetes míticos entrando al agua –Tante Puppy, el Gitano- para ver un caballo en el mar. O podemos remitirnos a la tradición poética o mitológica. En la mitología, el caballo y el mar no están alejados. Poseidón es el dios del mar, pero también lo es de los caballos. El mito lo hace padre de Pegaso, el caballo alado, que nació de sus amores con Medusa. Muchas veces se lo representa viajando por el mar en su carro tirado por magníficos corceles o incluso por grandes hipocampos. La relación de Poseidón con los caballos tiene muchas variantes y derivaciones. Una de ellas relata que al salir del mar se convertía en caballo para seducir mujeres…

No sabemos si el poeta tuvo en cuenta algo de esto para titular su libro pero estamos intentando entender su desafío. Con cambiar una sola palabra nos hubiera tranquilizado:

Caballo en el campo

Es lógico, habitual, pero mata la poesía (la inquietud).  Lo mismo sucede si dijéramos:

Tiburón en el mar.

Sigamos, demos vuelta la página, y escuchemos qué más nos dejó dicho, qué nos dice Lito en su libro. Enseguida hay un epígrafe con un poema de Pablo Neruda; destaco un verso:

La poesía es una insurrección.

Acá resuena algo, Lito nos entrega una palabra clave: Insurrección. No se trata solamente –bien puede serlo- de una ruptura con los discursos establecidos -religiosos, políticos, sociales- sino principalmente de una insurrección en el lenguaje. Y el lenguaje nos constituye. Por eso es una insurrección profunda, íntima, que nos toca en los huesos. La palabra pierde claridad, atraviesa estructuras, polaridades, rompe para que podamos, desde otra perspectiva, reconstruirlo y ver que hay detrás. Tal vez la unión secreta de todas las cosas. En la poesía, -podemos tomar la metáfora como su instrumento privilegiado- todos los elementos son intercambiables. Puede haber caballos en el mar, tiburones en el campo.

Demos vuelta otra página: leemos el título de la primera sección: El mar

El poeta desplaza el sujeto caballo, y el mar se impone en toda su dimensión. ¿Por qué? ¿Qué nos quiere decir? La sección contiene cinco poemas: Caballo en el mar/ Arena y sombras/ Noche y mar/ en la playa/ Caballo saliendo del mar

Nos interesan el primero y el último. Leemos:

Caballo en el mar

 

Insospechado

El hombre

Hombre separado de cintura

Hombros seso deseoso

Separado

 

Se lo analizó crustáceo

Y en el cielo cangrejo

Se lo pensó escindido

De pies y manos

 

Se lo creyó reproducido

Homenajeando a la lombriz

Sinuoso matador

Honesto carnívoro

 

Vaga en otro espacio

Pisador oscuro    terroso

Caballo en el mar

Deshecho   Deshecho

 

No se trata de explicar el poema, sino de contar lo que nos sugiere. Mi lectura es ésta:

En la primera estrofa, el caballo es el hombre, y el hombre está tironeado por dos fuerzas contrarias: cintura y cabeza; animalidad y racionalidad.

Después vienen dos estrofas en las que se postulan hipótesis, los intentos de definir al hombre. “Se lo creyó crustáceo (sugiere su origen marino); cangrejo (sugiere la relación con el cosmos, por la constelación, y la palabra cielo nos lo indica); reproductor (la lombriz puede indicar el espermatozoide); y también matador, carnívoro…

Sugiero que, a continuación, hay que incluir una adversativa, que está elidida:

(Pero) el hombre no es nada de eso, es:

Un ser que vaga en un espacio “otro”, extraño a su naturaleza. Oscuro y terroso. Un caballo en el mar. Y está deshecho.

Lo que hay aquí una percepción terrible de la condición humana, y a la vez bella, por todo lo que “ser un caballo” supone de fuerza, de energía vital, de magnifico esplendor natural.

Leemos entonces: El hombre vaga en el universo, perdido y deshecho, como un caballo en el mar.

Ahora bien. ¿Qué más nos dice Lito, entre abrazos fraternos y carcajadas vitales, si avanzamos en el libro? Yo intuyo que en el último poema de la serie vuelve a la imagen que nos ocupa para cerrar un círculo que representa un recorrido:

Caballo saliendo del mar

Caballo saliendo del mar

Y los perros aullando al silencio

Caballo brotando estrella

Caballo soñoliento como Neptuno

 

Caballo saliendo blanco

Pleno de sol, de sal, de historia

Sorprendido, tomado de la mano

De la estrella de mar, del viento, del acero

 

Caballo saliendo gris

Navegando desde albas grises

Al encuentro de ríos subterráneos

Murmuradores de exilio y rojo

 

Caballo saliendo puro

A la luz y a la sombra

Y al eterno milagro

Del sol de la mañana.

De Caballo en el mar a Caballo saliendo del mar, el poeta nos habla  de un bautismo, un pasaje desde hombre (caballo) deshecho, perdido en el universo (el mar), hacia un hombre (caballo) saliendo del universo (el mar), purificado, pleno, a reencontrarse con “el milagro del sol de la mañana”. El hombre se perdió y se encontró, la vida, la experiencia, el extravío, tuvo un sentido, un pasaje bautismal que lo transformó.

En Propuesta de viaje, Lito eligió como epígrafe un verso del poeta Ovidio, que podemos hacérsela repetir ahora, en este final de charla:

“He vencido y conmigo viaja mi pasión”.

 

Que Lito, victorioso y apasionado, nos siga acompañando con sus poemas.

*

(Ponencia de Anibal Zaldivar para el Homenaje “Recordando a Lito Spiner”, que tuvo lugar en El Ventanal, el pasado domingo 4 de agosto).

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