Otro poema último de La Belleza del mundo y uno de Rosas del desierto sobre el oleaje…
Cuarentena y flores
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Inepto para la guerra
tributo al jardín
las ramas de mis manos.
Escribo los poemas
en las hojas de un sauce
que caen al suelo.
Y también en los pétalos
de las camelias blancas
que se abren al frío.
*
Rosas del desierto
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Salvo los labios que murmuran
el resto del mar está muy quieto
replegado, huraño, silencioso, lejos.
Salvo la boca que gime jadeando
cansada y renovada a cada instante
la espalda enorme es sorda y enigmática.
Salvo los dientes blancos de las olas
que ríen abiertos y se cierran de golpe
el infinito es intemperie ciega.
Como yo, los pastos de la orilla, las aves
los tamariscos de pestañas finas
lo miran transcurrir, lo escuchan todo el tiempo.
Salvo los ojos, las bocas, los oídos
que nos hacen ruidosos y evidentes
somos abismo que respira y duerme.
***
Canto V de la Odisea (fragmentos)
Mando por archivo separado la intervención de Marcos, que tuvo la gentileza de mandarnos los apuntes que tomó para su charla, con las citas incluidas. Y paso el link de canto V completo: https://es.wikisource.org/wiki/La_Odisea_(Luis_Segal%C3%A1_y_Estalella)/Canto_V
***
Odisea, libro vigésimo tercero
Ya la espada de hierro ha ejecutado
la debida labor de la venganza;
ya los ásperos dardos y la lanza
la sangre del perverso han prodigado.
A despecho de un dios y de sus mares
a su reino y su reina ha vuelto Ulises,
a despecho de un dios y de los grises
vientos y del estrépito de Ares.
Ya en el amor del compartido lecho
duerme la clara reina sobre el pecho
de su rey pero ¿dónde está aquel hombre
que en los días y noches del destierro
erraba por el mundo como un perro
y decía que Nadie era su nombre?
*
Alexander Selkirk
Sueño que el mar, el mar aquél, me encierra
Y del sueño me salvan las campanas
De Dios, que santifican las mañanas
De estos íntimos campos de Inglaterra.
Cinco años padecí mirando eternas
Cosas de soledad y de infinito,
Que ahora son esa historia que repito,
Ya como una obsesión, en las tabernas.
Dios me ha devuelto al mundo de los hombres,
A espejos, puertas, números y nombres,
Y ya no soy aquél que eternamente
Miraba el mar y su profunda estepa
¿Y cómo haré para que ese otro sepa
Que estoy aquí, salvado, entre mi gente?
J.L.Borges
***
Guillermo Hudson
En 1871, con 30 años, Hudson viaja a la provincia de Río Negro donde permanece varios meses. En 1874 viajó a Inglaterra y ahí escribió toda su obra. Murió en 1922.
Su pasión por la ornitología. De allí las minuciosas descripciones de fauna y aves que aparecen en el libro: su canto, sus costumbres, su aleteo. Cofundador de la Real Sociedad de Protección de Aves, la primera en su tipo. Pero como no era Lord inglés, nunca fue su presidente.
Autor de La tierra purpúrea, Allá lejos y hace tiempo, entre más de 30 obras que incluyen novelas, cuentos y ensayos. Días de ocio en la Patagonia es de 1893, más de veinte años después de su viaje a Rio Negro.
*
Días de ocio en la Patagonia
Durante diez o doce minutos navegamos rápida y suavemente. Entonces se corrió la voz de que el barco había dejado de moverse y que estábamos clavados en la arena de la costa, aunque nada veíamos por la intensa oscuridad yo tenía la impresión de que seguíamos avanzando rápidamente. El viento había dejado de soplar, y a través de las nubes que delante de nosotros se entreabrían con celeridad apareció para nuestro alborozo el primer resplandor del alba. Gradualmente la oscuridad se volvía menos intensa, solo frente a nosotros quedaba una playa inmutable y negra, como una porción de las tinieblas que pocos minutos antes nos habían hecho confundir el cielo con el mar. Pero, al aumentar la luz, comprobamos que se trataba de una hilera de montículos o médanos de arena situados a muy pequeña distancia de la embarcación. Realmente, habíamos varado; y aunque aquí el barco estaba más seguro que entre las puntiagudas rocas, la posición no dejaba de ser peligrosa, de modo que inmediatamente resolví desembarcar. Otros tres pasajeros decidieron hacerme compañía, y como la marea estaba baja, calculando que el agua nos llegaría a la cintura, descendimos hasta el mar por medio de cuerdas, dirigiéndonos hacia la costa, a la que pronto llegamos.
No tardamos en subir a los médanos para observar el panorama que ellos escondían. ¡La Patagonia estaba allí, por fin! ¡Cuán a menudo la había visto en mi imaginación! ¡Cuántas veces había deseado ardientemente visitar ese desierto solitario, no hollado por el hombre, para descansar en la lejanía de su paz primitiva y desolada, apartado de la civilización! ¡Allí estaba, completamente abierto ante mis ojos, el desierto intacto que despierta tan extraños sentimientos en nosotros; la antigua morada de los gigantes, cuyas pisadas impresas en la playa asombraron a Magallanes y a su gente, y le valieron el nombre de Patagonia!
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De Lunas y acacias
Poema de Nahir Mertehikian con fotos de Flavia Mertehikian
https://www.facebook.com/199745630386109/posts/1158553601171969/
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Inasibles
Desde vagos confines de la noche,
me llegan leyendas escondidas,
de los barcos que huyeron a las sombras
y que nunca llegaron a la orilla
de esas islas que vagan caprichosas,
entre bancos de pálida neblina
y se muestran tan sólo a los que creen
en sirenas y tierras sumergidas.
Viejos mapas nos cuentan los secretos
de plantas y de flores curativas
que habitan en lugares misteriosos
y aparecen, tan solo, ciertos días.
El vuelo de los sueños las empuja,
más allá de comarca conocida.
Sus siluetas difusas se dibujan
a lo lejos, en nuestra fantasía.
Acaso son islotes desprendidos
de la mítica Atlántida perdida…
Susana A. Orden
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El mar
Necesito del mar porque me enseña:
no sé si aprendo música o conciencia:
no sé si es ola sola o ser profundo
o sólo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navios.
El hecho es que hasta cuando estoy dormido
de algún modo magnético circulo
en la universidad del oleaje.
No son sólo las conchas trituradas
como si algún planeta tembloroso
participara paulatina muerte,
no, del fragmento reconstruyo el día,
de una racha de sal la estalactita
y de una cucharada el dios inmenso.
Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,
incesante viento, agua y arena.
Parece poco para el hombre joven
que aquí llegó a vivir con sus incendios,
y sin embargo el pulso que subía
y bajaba a su abismo,
el frío del azul que crepitaba,
el desmoronamiento de la estrella,
el tierno desplegarse de la ola
despilfarrando nieve con la espuma,
el poder quieto, allí, determinado
como un trono de piedra en lo profundo,
substituyó el recinto en que crecían
tristeza terca, amontonando olvido,
y cambió bruscamente mi existencia:
di mi adhesión al puro movimiento.
Pablo Neruda
***
Soneto de repente
Un soneto me manda hacer Violante;
en mi vida me he visto en tal aprieto,
catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando,
y aún parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aún sospecho
que estoy los trece versos acabando:
contad si son catorce, y está hecho.
*
Respuesta de doña Violante Pardo a Lope de Vega
No me eches tú, Lopillo, tanto morro,
no creas que me cumples mi deseo
hilvanando un soneto, pues bien veo
que hoy la pluma la llevas en el gorro.
No pienses que, con verte, yo me corro,
o que estimo un soneto un devaneo,
pues soy una mujer que pienso y leo;
no trates de engañarme hoy a lo zorro.
Ni pienses que, de cierto, soy Violante,
ni me hables de cuartetos y tercetos,
ni aún en dónde colocas cada acento;
sé bien que lo que cuenta, lo importante
es el decir, al fin, de modo escueto
un concepto, una flor, un sentimiento.
Lope de Vega
***
El enigma de Edward Fitzgerald
Siete siglos transcurren, con sus luces y agonías y mutaciones, y en Inglaterra, nace un hombre, Fitzgerald, menos intelectual que Umar, pero acaso más sensible y más triste. Fitzgerald sabe que su verdadero destino es la literatura y la ensaya con indolencia y tenacidad. Lee y relee el Quijote, que casi le parece el mejor de todos los libros (pero no quiere ser injusto con Shakespeare y con dear old Virgil), y su amor se extiende al diccionario en el que busca las palabras. Entiende que todo hombre en cuya alma se encierra alguna música puede versificar diez o doce veces en el curso natural de su vida, si le son propicios los astros, pero no se propone abusar de ese módico privilegio.
JL Borges: Otras inquisiciones. Habla del inglés que tradujo (y revivió del olvido) al persa Omar Kayám, un poeta de 7 siglos antes de su época.
**
La casa
Es la casa vivida
la que me columpia a toda hora
con la secreción de sus tambores
y cuando el silencio improvisa su red de cielos
le corre por las paredes
como un agua de descanso
y los días se le estampan de perfil
de qué manera
*
Yacón
ese sabor que ha estragado la boca
—me dicen— es del yacón,
serenata de manzana, ananá y papa
enterrada bajo arcillas antiguas
su carne
es inefable y terrena
apasionada y distante
Oh boca
te pido que vueles la distancia
de las próximas mil noches
cautiva en el viento del deseo
de volver a encontrarla
Daniel Martínez Rubio
***
I ricordi
I ricordi, un inutile infinito,
Ma soli e uniti contro il mare, intatto
In mezzo a rantoli infiniti…
Il mare,
Voce di una grandezza libera,
Ma innocenza nemica nei ricordi,
Rapido a cancellare le orme dolci
D’un pensiero fedele ….
Il mare, le sue blandizie accidiose
Quanto feroci e quanto, quanto attese
E alla loro agonia,
Presente sempre , rinnovata sempre.
Nel vigile pensiero l’agonia…
I ricordi ,
Il riversarsi vano,
Di sabbia che si muove
Senza pesare sulla sabbia,
Echi brevi protratti ,
Senza voce echi degli addii
A minuti che parvero felici…
*
Los recuerdos
Los recuerdos, inútil infinito, pero solos y unidos contra el mar, intacto,
en medio de estertores infinitos…
El mar, voz de una libre grandeza
pero inocencia enemiga en los recuerdos,
tan rápido en borrar las huellas dulces de un pensamiento fiel…
El mar, sus blanduras indolentes tan feroces
y esperadas tanto, tanto, y en su agonía,
presente siempre, renovada siempre,
en el despierto pensamiento, la agonía.
Los recuerdos,
el revolverse vano
de arena que se mueve
sin pesar sobre la arena,
ecos breves y lentos, sin voz,
ecos de los adioses
a minutos que parecían felices…
Giusseppe Ungaretti
Versión de Jesús López Pacheco
Nota de Saccomanno sobre Ungaretti citada por Hernán:
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-3333-2009-01-25.html
***
El hueso de la gaviota
Breve y liviano sobre la playa, aéreo
el último hueso de la gaviota
aguarda la disolución en manos de los elementos.
No está previsto un accidente
que modifique la situación.
El sólido cuerpo del planeta
también espera,
pasivamente espera y con dulzura
el retorno del hueso a su garganta.
Cincuenta millones de años
contra unas semanas de vuelo.
No hay injusticia en la proporción
sino confianza y un pulido equilibrio
entre el agua, el viento y la temperatura solar.
Y allí de pie, el poder humano,
buscando en el cielo un agujero
donde meter la cabeza y si es posible
una eternidad independiente
de uso privado y esqueleto eterno.
Joaquín Gianuzzi
*
Sueño del nadador
El nadador ha pulido
su artesanía de joven felino
para corresponder
a los principios míticos del agua.
La coreografía empieza desde un punto
aéreo, elastizado,
donde el filo del trampolín revela
la soledad de una energía
concentrada en suspenso y en el cielo.
El conjunto se afina hasta crear
una mínima carne liberada
de carga emocional. Ahora solo basta
el pulmón feliz. Suelta su amarra
la tensionada fibra, se desprende, salta
y en rápida parábola
entra como un cuchillo en un reinado lento.
El agua vibra al sol como estrellada.
Convertida en mujer
con un baile en su seno se incorpora
una segunda alegría. El huésped cae
y largamente se demora abajo
como probando
la impune gracia de permanecer
para siempre en la azul profundidad,
palpando sus opciones
y sus posibles sueños venideros.
Pero aquí vuelve, sacudiendo un resto
de ensoñación goteada
a su estado mortal, con paso herido,
al triste error, vacilando
entre rígidos objetos aplastados
y su cuadrado peso.
Joaquín Gianuzzi
***
Sonetos a Orfeo
Escritos, como monumento funerario
para Vera Ouckama Knof
I
Y se elevó un árbol. ¡Oh pura elevación!
¡Oh canto de Orfeo! ¡Oh gran árbol frondoso en la
oreja!
Y todo calla. Sin embargo, en el vasto silencio
hay un nuevo principio, una señal y un cambio.
Animales de quietud salen de la clara
y liberada selva de guaridas y de nidos;
y entonces revelan que no por astucia
ni por angustia se han callado,
sino para escuchar. Rugidos, gritos, bramidos
parecían pequeños a sus corazones. Y ahí donde apenas
había una choza para acoger el canto,
un humilde refugio nacido del más obscuro anhelo,
con una entrada de temblorosos quiciales,
ahí creaste tú un templo en el oído.
II
Muchacha casi y surgió
de esa sola ventura del canto y de la lira
y brilló luminosa en sus primaverales velos
y se hizo un lecho en mi oído.
Y se durmió en mí. Y todo era su sueño.
Los árboles que me admiraron, esas
sensibles afueras o aquellos prados ya sentidos
y cada nuevo asombro que me sobrecogía.
… Adormeció al mundo. Oh dios rapsoda, ¿de qué modo
la limitaste para que no exigiese
al punto despertar? Mira, fue y duerme.
Su muerte, ¿dónde está? ¿O hallarás todavía ese tema
antes de que tu canto se consume?
¿Y adonde huye de mí…? Muchacha casi…
Rainer María Rilke
***
Maimónides bajo el manto de Rothko
(fragmento)
Nunca observe tanto ardor
Ni tanta oración alrededor de un átomo.
Sefarad en el exilio
¿Por qué las lenguas
No explotan en tu mente?
AVERROES
Tiene la fuente magneéica en sus ojos,
Es tan fuerte el ardor
Que la piel se hace inmolar
Del otro lado del desierto,
¡un desierto infinito!
Esta a punto de caer
Sobre tu manto
( y Rothko…desnudo
No puede mas de tristeza
Su sombra
Atraviesa el cerebro de Maimónides).
Jorge Castañeda
***
Imágenes para Crusoe
(Fragmento)
¡Crusoe! Esta noche, cerca de tu Isla, el cielo que se aproxima loará al mar, y el silencio multiplicará la exclamación de los astros solitarios.
Corre las cortinas; no enciendas:
Es la noche sobre tu Isla y en su contorno, aquí y allá, dondequiera se curva el impecable vaso del mar; es la noche color de párpados, sobre los caminos entretejidos del cielo y del mar.
Todo es salado, todo es viscoso y pesado como la vida de los plasmas.
El pájaro se arrulla en su pluma, bajo un sueño aceitoso; el fruto vano, sordo de insectos, cae en el agua de las caletas, cavando su ruido.
La isla se adormece entre el circo de vastas aguas, lavada por cálidas corrientes y grasas lechadas, en la frecuentación de légamos suntuosos.
Bajo los manglares que lo fecundan, lentos peces entre el cieno han descargado burbujas de su cabeza chata; y otros que son lentos, manchados como reptiles, velan. — Los légamos son fecundados. — Oye chasquear a las huecas bestias en sus conchas. —Sobre un trozo del cielo verde hay un humo apresurado que es el enmarañado vuelo de los mosquitos.— Los grillos bajo las hojas se llaman dulcemente.— Y otras bestias que son dulces, atentas a la noche, cantan un canto más puro que el anuncio de las lluvias: es la deglutición de dos perlas hinchando su gollete amarillo…
¡Vagido de las aguas girantes y luminosas!
¡Corolas, bocas de moaré: el duelo que apunta y se ensancha! Son grandes flores móviles en viaje, flores vivientes para siempre, y que no cesarán de crecer por el mundo…
¡Oh el color de las brisas circulando sobre las aguas calmas,
las palmas de las palmeras que se menean!
Y ni un lejano ladrido de perro que signifique la choza; que signifique la choza y el humo de la tarde y las tres piedras negras bajo el olor de pimiento.
Pero los murciélagos cortan la noche blanda con pequeños gritos.
¡Alegría!, ¡oh alegría desatada en las alturas del cielo!
¡Crusoe!, ¡estás ahí! Y tu rostro se ofrece a los signos de la noche, como una invertida palma de la mano.
Saint John Perse
***
Para entonces
Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía
y el alma un ave que remonta el vuelo.
No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.
Morir cuando la luz triste retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira;
algo muy luminoso que se pierde.
Morir, y joven; antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona,
cuando la vida dice aún: «Soy tuya»,
aunque sepamos bien que nos traiciona.
Manuel Gutierrez Nájera
***
Los cuatro cuartetos
The Dry salvages
IV
Señora, en tu santuario que está en el promontorio,
Ruega por todos los navegantes,
Los dedicados a la pesca y aquellos
Que se ocupan en lícito comercio
Y quienes los dirigen.
Reza también por las mujeres que han visto
Zarpar y no volver a sus maridos o a sus hijos,
Figlia del tuo figlio,
Reina del Cielo.
Ora asimismo por cuantos navegaban
Y terminaron su viaje en la arena,
En los labios del mar
O en la sombría garganta que no los devolverá
O allí donde no puede ya alcanzarlos
El tañido de la campana del mar,
Su ángelus perpetuo.
*
The four quartets
The dry salvages
Lady, whose shrine stands on the promontory,
Pray for all those who are in ships, those
Whose business has to do with fish, and
Those concerned with every lawful traffic
And those who conduct them.
Repeat a prayer also on behalf of
Women who have seen their sons or husbands
Setting forth, and not returning:
Figlia del tuo figlio,
Queen of Heaven.
Also pray for those who were in ships, and
Ended their voyage on the sand, in the sea’s lips
Or in the dark throat which will not reject them
Or wherever cannot reach them the sound of the sea bell’s
Perpetual angelus.
T. S. Eliot
Traducción de José Emilio Pacheco
**
La pala vizcachera
¿Has visto trabajar la pala vizcachera?
El hombre que la maneja dobla cada vez más la cintura
y hace girar, forcejeando, los brazos de la pala.
Cuando la siente llena
la saca del pozo
y desprende sobre una pila los terrones húmedos.
Pero solo hay un tiempo de terrones húmedos;
viene luego la greda pegajosa
y después una tierra que se desgrana
y la pala cumple sólo la mitad de su oficio.
Excava, pero no puede quitar lo excavado
porque se le desmenuza entre las fauces.
Hace años que me he puesto a cavar.
Siento los brazos cansados de empuñar
el extraño socavador de almas
que saca a la luz un poco de humus promisorio
y se entierra en las centralidades y entresijos
y se desgarra en los dolores y frustraciones
que se desmenuzan entre las quijadas
Miguel Montezanti
Hasta el 25 de julio…! Cita con Orfeo…!
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