Obra poética (2). Respiraciones y estrellas (1981-1988)

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Segunda parte de mi primer poemario. Años de intimidad, naturaleza y mar. La foto es de 1985, en la casa de Avenida 10 y Paseo 101, “Los Alamos”. Para los que quieran conocer mi obra poética desde el principio, la iré publicando completa (y es un forma de compartir mi vida). ¡Abrazo!
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Paisaje

El medallón del cielo cae hecho cenizas
y hace un pozo de claridad en la noche
sobre el lago quieto de mi sangre dispersa.

Reúno la vastedad como la estrella al fuego,
concentro en mi unidad el eje de la tierra,
el temblor vertical y ciego de la noche.

Grito al oído húmedo del aire,
abrumo a los árboles que aguardan el día,
vuelco mi cerebro extendido en rocío.

Es alta y ancha la magnitud del alma
que cruza como un caballo el horizonte
y como un búho abre los ojos fijos.

La vida corre en arroyos hacia el mar,
la humanidad balbucea en una niña enferma,
en el campo arden abandonadas las hogueras.

*

Álamo

El alivio del álamo en el cielo,
voz de la tierra inclinada hacia el mar
fina seda de hojas conjurando llantos
y un rumor de savia que circula en el viento.

Tibio algodón verde sobre madera luna,
entrañable altura de mi primera muerte,
bajo el sol de noviembre, en la edad
del silencio, de la huida en soledad y arena.

Siempre el alivio del álamo, siempre
campanas, párpados cerrados, abiertos,
y ondulantes olas bajo el mar
del cielo, y un cardumen en llamas.

¡Posesión o exilio entre nubes huyendo!

*

Tocata y fuga

Una lluvia de hojas amarillas, de tenues copos húmedos
o de alas errantes que perdieron al pájaro en su vuelo…
y el repentino plomo del cielo desprendiendo su llanto
sobre el teclado enorme y seco de la tierra
que ya libera aromas musicales…

Esa dulce y serena alegría contra una ventana cálida
llegando desde la claridad de aquella aldea
igualmente cubierta de pinos y rocío…

Y el fuego humano ardiendo en el hogar
y la lentitud de besos encendidos
y el calor de la piel frente al otoño…

Y este mar
quebrándose en ecos infinitos, envolviéndolo todo,
urdiendo la telaraña mágica de notas
que une y sostiene los silencios…
…..
Y más arriba del aire y de la lluvia
increíbles gaviotas de fantasía…

Y en esta tierra incierta de destinos
un irisado cielo de semillas…

Y entre la ternura de las hojas que mueren
un recuerdo que cae en la memoria…

*

Avenida ocho

Cada mañana tus jardines
despiertan en mis ojos
y me hundo en tu atmósfera de cielo
y en tus álamos de madera luna.

En las campanas de las hojas
el mar canta una armonía salada.

El rocío flota sobre los techos
y el viento teje un destino en mi frente
mientras avanzo entre madreselvas claras
o con la escarcha del invierno
desvaneciéndose.

*

Cuna

Por amor a lo que respira
la noche no hace ruido
y la respiración invade todo
y se traga el tic tac metálico.

El televisor de pies fríos te mira
y ves a la Virgen rezando de perfil,
por amor al niño que sueña
tu respiración se ha detenido.

En la oscuridad se dibujan los sueños
como canciones de cuna
y la noche se deja llevar
y se pierde en el cuerpito dormido.

*

Paso revista

El viento silba entre párpados muertos
y es la respiración de cada día, difícil,
entre pechos como cuevas oscuras
con estalactitas de tabaco
y un sueño engangrenado entre los ojos.

Paso revista y el cielo está en su sitio
y hay una atmósfera de templo perdida
entre las ramas y las hojas
y los grategus son el cuerpo y la sangre
para la comunión de los zorzales.

*

En la ciudad vacía

En la ciudad vacía canta solamente el mar.
Alguien respira en el viento frío.
¿Por qué nadie pronuncia mi nombre?

Ya se habían muerto todos,
ya me desangraba suavemente
a través de la caña de pescar
mientras el viento mordía los anzuelos.
Y el mar estaba solo,
cantando.

*

Merienda

Una paloma se adelgaza, tersa, contra el cielo.
Sobre la rama se estaciona la nube
ocre del atardecer.
El cachorro duerme sin abrigo sobre el pasto seco.
El té humea y la tostada cruje
y en los vidrios empañados
por una tibieza humana conocida
se derraman, meciéndose,
las hojas muertas de un álamo.

Allá lejos, lejos
se recorta un frágil horizonte.

*

Universo

El universo es el dormitorio de Dios,
las galaxias son móviles que adornan
el Cielo,
y que Dios hizo por terror al vacío
o para no aburrirse.

Luego Dios
se tiró a dormir
los cinco minutos celestiales
que duran todavía.

Dios está dormido.
La respiración de Dios
mueve los móviles.

*

Poema Infantil

Mi hermana tenía diez en redacción
y en sus escritos de escolar
un niño o una niña se perdían
en la selva cerrada y oscura.

En su historia un claro se abría
sin embargo, hacia la altura del cielo
y por allí Dios enviaba un rayo
de luz, pintado de amarillo.

Ella escribía y recitaba “La higuera”,
perdida como estaba en la espesura
multicolor y frágil de la infancia;
sin embargo algo bajaba hasta su alma.

Y no importa si detrás de Dios hay otro
y otro y otro:
ella sigue subiendo
por su rayo de tinta cada día.

*

El otro mundo

El otro mundo es un perro en vigilia,
velando nuestros sueños bajo suaves estrellas,
sereno en la brisa y en el rumor del mar.

Es el modo como escucha las olas
y respira el aire pleno de rocío
y ese olor fresco de la extraña noche.

La noche tiene una palabra ciega
sílabas perdidas y la ilusión que negamos
al hundirnos ebrios en el sueño más hondo.

Dormir es necesario, cerrar los ojos,
para que los muertos vengan a pedirnos ayuda
y a despertarnos cuando sale el sol.

*

El caracol

Soy el que goza con la lluvia leve
soy el que reverdece con las hojas;
siento en mis nervaduras las gotas deslizarse
anunciándome vida y vida de savias nuevas.

Renace la frescura dentro de mis huesos
se filtra el polen impregnado de aromas
en mi piel reseca por días de fuego y de desierto;
una infusión me estira, me conmueve.

Soy el caracol que sale de su encierro
a mojarse, a recibir alivio del agua;
soy el invadido por humo y alcoholes
buscando la salud perdida, el zumo de los árboles.

Soy el que huye de la noche y busca el día
con un deseo de hojas recién brotadas
recorro el silencio que preanuncia el grito
que tiene cada cosa donde la vida late.

*

Anillos

Hacia adentro, en espiral interminable,
atravesando máscaras y espejos,
lejos de lo hostil, evitando
la mordedura del aire y del invierno,
voy forjando una escultura temblorosa.

Con el pincel de cada día, con los crepúsculos,
insistiendo en auroras, metales y sonidos,
dibujo esta figura que aún desconozco
y que brilla en el pecho del pájaro amarillo
golpeado por el sol, en otoño, a mediodía.

Me reconozco en el árbol, en el sol, en la noche,
reitero un día de vida, el tiempo ejemplar de vivir,
y me ocupo en penetrar el secreto de esta hoja
que cuelga sola, ocre, del esqueleto otoñal.

Pero allí donde el mar y el río se unen
algo late, algo debe latir, suceder,
lo primordial, la fe: al fin creo
en la fuerza de las palomas y de la tierra
y en lo que detrás del otoño acecha.

Atravieso calles, horas, tareas, poseído por sueños
distintos a esto que sucede; no estoy como la línea
de un horizonte o el arco de una ola
sino en esta flor, afirmado en un cielo,
en una esquina para no caerme, o perdido
en el ruido de los pasos de las marionetas,
apenas filtrándome, o auscultando una lluvia
que desde un tronco se desliza, imperceptible,
o cuando hay lágrimas en las paredes,
o mil soles estrellados en las alas del pájaro
que ágil se mueve en el pasto como un cristal
o un diamante irisado y fugaz.

Sin tristeza deambulo, sentado o parado,
al margen del tiempo, salido del cauce
de la amargura y del odio, del surco del viento,
esperando, casi sonriente, una posible muerte.

*

Elegía

Salgo a la noche con dos ojos de sombra
palpando un cielo demasiado lejano
hay fragmentos de estrellas entre las ramas
vacilante cruzo el umbral tan temido.

Ahora no importa, debo cruzar, hundirme
en vértigo continuo y detenerme
a la altura de las hojas, acechando
la voz remota de sus roces,
sus repentinos estremecimientos.

Quiero comprender la vehemencia de un gesto
urgido por la brisa y abandonar ahora
esta máquina pesada de sangre y torpeza
animal inerme cegado también por la luna.

Hay una canción apenas
un álamo en lo oscuro que canta
como un disuelto pájaro sin cuerpo.

Muerdo la secreta frescura de los pastos
apoyado en la rugosa piel del pino:
¡qué bien danzan los plumerillos,
uniéndose al aliento del aire,
deslumbrados de polen!

Me alegran los plumerillos, amigo, amigo muerto,
ellos son más ágiles que el llanto
y están en la tierra y respiran mejor
que los que gimen sin saber, sin entender adónde
están el cielo y la tierra y la savia y el canto
y el viento que venga y a uno lo sople al fin,
lo sople y empuje son sus manos blancas.

*

Ruido

Ruido en la lejana mente
íntima respiración del agua,
compañía, presencia, calor
asmático en las hojas.

La noche no tiene la culpa
cuesta entender, ilusionar
un viaje violento, inaceptable,
el absurdo ciego, el hielo final.

Leva el cáncer encima,
ahora no lo siente, lo tienen
sus ojos, su boca
que no ríe.

Va por los lugares de siempre,
respira igual, es uno de tantos,
lo rodean tres amantes,
el mundo negro alrededor
y todo lo que suena:
la fe en el paraíso
la escupida del mal
treinta grados febriles.

Otras miradas se pierden
el propio ciego ruido de metales:
una noche así lo recuerdo quieto
el sol le abrió la boca
la piel ahogada, el corazón partido:
aunque está conmigo
le cosieron los labios.

La noche destila vida espesa
y un sonido se teje
para que baile el viento:
las ranas ya no hablan
queda solamente un pájaro con vida,
el ruido baja en un arroyo blanco
desde la luna, entre las piedras limpias.

*

El sueño

El sueño desborda
el dominio de todo alrededor,
el zorzal vuelve a cantar
al amanecer.

Sentía ese mismo aroma fresco
impregnado de pájaros y de aire de mar
volvía la vida en las chicas
de rostro secreto, en los más grandes.

Siempre había ese vacío
la soledad partida en dos
en medio de la sensación feliz.

Ningún tiempo pasó
ningún tiempo murió
la misma mordedura
el niño sigue detrás
de su cortina de silencio.

El destino es imposible de pensar
las ilusiones ingenuas
es casi indecible impensable vivir.

¿Cuánto dura esta agonía feliz
que no se consume,
la fuga hacia delante,
la ilusión del viento?

*

Tarde en el mar

La perfección ya es recuerdo
y vaga y sutil está en el tiempo:
instante de luz reflejada
en la llanura del mar,
aire más transparente en el cielo iluminado.

La resistencia ya es huella,
suspiro, gloria perdida
en el movimiento de la ola,
agua interrumpida por la carne gozante,
cicatriz ahora, en el sinfín del cuerpo.

Materia residual esta alegría
que la sangre atesora en su fluir
cuando la noche emplazada
por altamar hambrienta
desata su condena.

Pero también el mar se disgrega en sus límites:
hermoso y extendido en la serenidad
aullaba por sus peces, en la tarde mansa,
absorbía miradas y gaviotas
y temblaba de angustia en el atardecer.

Era la soledad que volvía,
la música igual del viento,
la monstruosa rutina de la eternidad.

*

El enfermero

El enfermero se pierde
en las estrellas
recorre sigiloso
inclinado hacia
con paños para el frío del espacio.

Babas estelares
le mojan los labios
y eructos de meteoros
y lluvias de sangre helada
en la ausencia de luz.

El quiso esa altura,
disolverse en el polvo del cosmos
con su delantal
interminable
dejando el descanso para después.

Cuando iba subiendo
oleadas de niebla
golpeaban la ciudad
mientras todos dormían.
Llevaba algodones y palabras.

El cielo lo absorbía
indiferente
para curarse las heridas
y él se dispersaba en
palabras,
su única medicina,
también consuelo de los astros.

*

Saber
(A J. L. Borges)

El cuerpo quiere saber
si agoniza en los atardeceres
o si acaso el zorzal le recuerda
la música secreta
dormida entre las piedras
trasponiendo los siglos del deseo
o la lluvia que el poeta no escucha
en su tierra de olvido.

El cuerpo quiere saber
si caerá sobre sus ojos
la toalla del universo,
si el viento secará el sudor
si los huesos tendrán una respuesta.

*

Epitafio
(a Cacho)

Mientras yo dormía
la siesta de febrero
me anunció, secretamente, que se iba.

Un eco sutil
de su big bang de amor
llegaba hasta mi almohada.

Él desde su hoyo y yo
desde el mío
buscamos largamente
las palabras perdidas.

Pero esa simetría horizontal
de su cuerpo muriéndose y el mío
soñando con su muerte
había ido ya muy lejos.

Al fin hicimos una tregua
que total del polvo al polvo
la creación se continúa
y aquí estoy yo, y están mis hijos,
y estarán los hijos de mis hijos.

Ahora los dos descansamos en paz.

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