El mar color de vino…

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En la charla del sábado 21 recorrimos la presencia del mar en la poesía griega, de la mano del profesor Marcos Ruvituso, de extensa carrera docente en las cátedras de griego (UNMdP) y de latín (UNLP). La introducción fue la lectura con la poeta Graciela Vergel, de una selección de poemas de Archipiélago, libro que publiqué en 2004 y que tuvo su fuente de inspiración en la lírica griega arcaica (siglos VII y VI AC).

La exposición de Ruvituso, titulada «Imágenes del mar en la poesía griega antigua», estuvo centrada en la poesía homérica, especialmente en el Canto V de la Odisea. Paso algunos fragmentos de los textos.

¡Nos vemos el próximo sábado!

*

1. Il. I, 34     33 Así dijo. El anciano sintió temor y obedeció el mandato.

                        Fuese en silencio por la orilla del estruendoso mar;                                                                                               βῆ δ’ ἀκέων παρὰ θῖνα πολυφλοίσβοιο θαλάσσης·  I, 34

2. Il..  I 327     Contra su voluntad fuéronse los heraldos por la orilla del estéril mar,

3. Il..  I 350     Aquiles, con lágrimas en sus ojos se sentó lejos de sus compañeros

                        en la orilla del espumoso mar, mirando por encima del ponto ilimitado,

                        θῖν’ ἔφ’ ἁλὸς πολιῆς, ὁρόων ἐπ’ ἀπείρονα πόντον

                        y  extendiendo las  manos , dirigió a su madre muchos ruegos:

4. Il..  IV  422 ss.

Como cuando en la resonante playala hinchada ola del mar  κῦμα θαλάσσης

se levanta en rápida sucesión, impelida por el Zéfiro;

en el pontoπόντῳ  primero se encrespa y al romper en el continente

en seguida brama con fuerza, en torno de los promontorios   425

se encumbra abombada y escupe las la espuma del mar ἁλὸς ;

así se sucedían los batallones de los dánaos

hacia el combate sin desfallecer. Daba órdenes a los suyos

cada príncipe, y los demás iban callados -habrías asegurado

que tantas huestes como les seguían no tenían voz en el pecho- 430

y en silencio, temerosos de los  jefes y en todos lucían

las centelleantes armas con las que iban revestidos.

   […]

446 Cuando los ejércitos llegaron a juntarse, chocaron entre sí los escudos, las lanzas y

el valor de los hombres armados de broncíneas corazas, y al aproximarse los abollonados escudos se produjo un enorme estruendo. Allí se oían simultáneamente los lamentos de los moribundos y los gritos jactanciosos de los matadores, y  la tierrase mojaba con  sangre.

Como dos torrentes nacidos en grandes manantiales χείμαρροι ποταμοὶ se despeñan por los montes, reúnen las  hirvientes aguas en hondo barranco abierto en el valle

455 y producen un estruendo que oye desde lejos el pastor en la montaña,

así eran la gritería y el trabajo de los que se mezclaron .

4.  Od.  1         es por el prudente Odiseo por quien se acongoja mi corazón,       [ ..] 

La hija de éste dios  lo retiene entre dolores y lamentos y trata continuamente de hechizarlo con suaves y astutas razones para que se olvide de Itaca; pero Odiseo,  58  que anhela ver levantarse el humo de su tierra, prefiere morir. Y ni aun así se te conmueve el corazón,

5. Od. 5    Pero no encontró al magnánimo Odiseo allí dentro,

            Sino que, sentado en la orilla lloraba, donde muchas veces

            Con lágrimas, suspiros y dolores consumía su corazón,

            cuando en el mar estéril fijaba su mirada, derramando lágrimas”

            πόντον π᾿ τρύγετον δερκέσκετο δάκρυα λείβων 84

6. Od. 5           “Retoño de Zeus, Laertíada de tantos recursos, Odiseo,

                        ¿Así pues a tu casa y a tu tierra paterna

                        Deseas irte enseguida?  Sé feliz, sin embargo.   205

                        “Mas si pudieras ver en tu mente cuántos males

                        el destino te hará soportar antes de llegar a tu patria”

                        “te quedarías aquí conmigo y cuidarías esta casa

            209      y serías inmortal,  aunque tanto anheles ver 

                        a tu esposa,  aquella que siempre deseas un día tras otro!

                        Y sin duda  creo no ser inferior a aquella,

                      ni en cuerpo ni en presencia, porque nunca y de ninguna manera corresponde                        

                     a las mortales competir con las inmortales ni por su cuerpo ni por su belleza!”

            214     Y respondiéndole a ella, dijo el prudente Odiseo:

᾿                      “Divina señora,  no te irrites conmigo!  Lo sé también yo,

todo esto, muy bien,  porque, frente a ti, la prudente Penélope

es  muy inferior en belleza, y en porte y eso se ve claramente,

pues ella es una mortal, y tú eres  inmortal y sin vejez.”

“ Y sin embargo ¡cómo quiero y deseo en todos mis días

regresar a mi casa y  ver el día en que vuelva!

Y si algúno de los dioses me parte en el mar color de vino,

he de soportarlo,  manteniendo en mi pecho un corazón que conoce el sufrir.

Pues ya muchas cosas sufrí  y muchas he padecido

En el mar y en la guerra. ¡Que venga también esto después de tantas cosas!

221  εἰ δ᾿ αὖ τις ῥαίῃσι θεῶν ν ονοπι πόντ,

τλήσομαι ἐν στήθεσσιν ἔχων ταλαπενθέα θυμόν·

ἤδη γὰρ μάλα πολλὰ πάθον καὶ πολλὰ μόγησα

κύμασι καὶ πολέμῳ· μετὰ καὶ τόδε τοῖσι γενέσθω.» 

**

Archipiélago

(2004)

6

Aturde el ruido del mar

y hay cincuenta gaviotas

y ninguna flor.

7

Un caracol fantasma

encallado

con huellas de naufragios…

abuelo

encanecido

legendario

con callos en la frente.

14

Pasan los barcos

como nubes perdidas

por la vastedad del mar

y alegres flotan las botellas

en la bodega de mi corazón

con cartas de mis hermanos muertos

y de náufragos que amé.

Amanece.

17

Se alegró el mar

sonrió la tierra infinita

y todo se colmó de un sabroso perfume

a sal marina y a corvinas.

18

Si vivo hasta los ochenta

me quedan todavía

doce mil novecientas cuarenta

tardes de pesca (menos una).

27

Lo dijo Mimnermo:

la aurora

enemiga del sueño

despierta a los gorriones.

Esto ya pasaba en el siglo VII A.C.

28

Quiero componer

un poema memorable

pero la brisa del norte

es un bretel que cae

y descubre el pecho blanco

de la tarde.

¿Qué hacer

sino ceder

al llamado de la sangre

y aflojar los lazos

de la posteridad efímera

de las bellas artes y las letras?

Voy del mundo imaginario

al otro, eterno, del instante,

en el que arden fríos

y azules, los labios

de las olas.

29

Por todas partes encuentro

a Helena de Troya.

Yo también la raptaría,

yo también iría a la guerra.

30

Entonces Prometeo

le robó a Zeus

tu perfume

y lo repartió entre los

efímeros mortales.

Y ahora él y nosotros

vivimos encadenados

en los confines.

31

Quiero cerrar los ojos

pero ahí está la noche

invitándome a percibir

su respiración de grillos.

Quiero cerrar los ojos para confirmar

que la boca enorme del universo

y su aliento perturbador

no existen fuera de mí.

Quiero que mi cabeza

sueñe en mi almohada

y se disipe alrededor del sol

girando con mis planetas interiores.

Quiero cerrar los ojos

pero el aire de afuera

me seduce como el agua del mar.

35

Ilíada

Despojada la tierra de colores y ruidos

canta la fría noche aterradora

su profundo latido estrellado

mientras los guerreros velan junto a las naves.

Los miro desde mi habitación iluminada

ebrio de su belleza y su coraje

y un nudo de garganta me reclama

desatar el potro azul de las palabras.

Cuando asome la aurora de doradas mejillas

me acercaré a palpar los restos del naufragio

lo que haya quedado del sueño de los héroes

de nuevo borrado por el viento y las olas.

Pero ahora resuenan las broncíneas espadas

porque ha recomenzado la batalla

y el enorme corcel que pesa sobre mi lengua

se levanta y galopa desnudo a la intemperie.

36

Ajeno al drama moral

de mis hermanos

sin comprender nada

del bien o el mal

que mañana me espera

nado en el océano

con mi amigo Fernando.

Despreocupadamente nado

como un pájaro del agua

y suelto palabras que caen abajo

y galopan en caballitos de mar.

41

Si el viento sopla demasiado fuerte

seguramente me enfermaré y moriré.

Si el sol se excede en su calor

me quemaré en un instante.

Si se concreta la amenaza de todos

-bacterias, malvados, meteoros, demonios-

seré exterminado en cualquier esquina.

Mientras tanto despunto el lápiz

de la felicidad, escribo una novela,

nado en el mar, dejo mi estela en tu piel pecosa.

Pero nunca me deja, siempre está conmigo

ese ejército silencioso y sin nombre.

**

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