Góngora pescador

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Mallas visten de cáñamo al lenguado,
Mientras, en su piel lúbrica fiado,
El congrio, que viscosamente liso
Las telas burlar quiso,
Tejido en ellas se quedó burlado.

Las redes califica menos gruesas,
Sin romper hilo alguno,
Pompa el salmón de las reales mesas,
Cuando no de los campos de Neptuno,
Y el travieso robalo,
Guloso, de los cónsules, regalo.

Éstos y muchos más, unos desnudos,
Otros de escamas fáciles armados,
Dio la ría pescados,
Que, nadando en un piélago de nudos,
No agravan poco el negligente robre,
Espacïosamente dirigido
Al bienaventurado albergue pobre”

(versos 90-195)

Vemos un lenguado “vestido” (atrapado) por la red de cáñamo; un congrio (quien tuvo ocasión de pescarlo sabe que es tal cual dice el poeta: viscoso y liso, de piel aceitosa); un salmón majestuoso, un róbalo travieso… y otros muchos nadando en “un mar de nudos” (la red). La escena concluye con el bote (robre) que se dirige, cargado (agravado) al albergue pobre…

La cuestión con Góngora, entre otras muchas, es la traslación de las estructuras del latín al castellano. Un castellano relativamente nuevo, que surgía de la amalgama de varios idiomas y tomaba forma, así como tomó forma el italiano con Dante y con Petrarca y entró en la literatura. Góngora tiene tres facetas: la sencillez del romancero y otros formatos de la llamada “poesía menor”; la del soneto, importado de Italia por Garcilazo y Boscán, de enorme productividad en España; y su “invento” más personal, que lo caracteriza: la poesía enrevesada, que a veces pierde completamente de vista el referente bajo una maraña de complejidades sintácticas, figuras retóricas, alusiones y otras formas que van construyendo un magnífico castillo verbal.

Acá van otros fragmentos de la Soledad Segunda (el primero lo puse por afinidad personal con la pesca).  Son dos ejemplos simples de cómo funciona el hipérbaton.

“Los escollos el sol rayaba, cuando
Con remos gemidores,
Dos pobres, se aparecen, pescadores,
Nudos al mar, de cáñamo, fiando”.

(versos 33-36)

“Si de aire articulado
No son dolientes lágrimas suaves
Estas mis quejas graves,
Voces de sangre, y sangre son del alma”.

(v. 116-119)

En los dos hay que “desarmar” el hipérbaton: “Cuando el sol rayaba los escollos, dos pobres pescadores se aparecen, (remando) con remos gemidores, fiando (arrojando) al mar nudos (redes) de cáñamo”. “Si éstas, mis quejas graves de aire articulado (voz), no son dolientes y suaves lágrimas, (son) voces de sangre; y sangre del alma”.

(…)

El siguiente fragmento también sirve para explicar el uso del hipérbaton, y además ilustra el matiz narrativo de la poesía de Góngora (matiz extraordinario), su capacidad para contar y construir escenas. En ésta, las seis hermanas ponen la rústica mesa en el bosque para servir la comida. Es de notar que en medio de la complejidad de la sintaxis y las imágenes, los últimos versos son muy simples y llanos.

(…)

Este sitio las bellas seis hermanas
Escogen, agraviando
En breve espacio mucha primavera
Con las mesas, cortezas ya livianas
Del árbol que ofreció a la edad primera
Duro alimento, pero sueño blando.

Nieve hilada, y por sus manos bellas
Caseramente a telas reducida,
Manteles blancos fueron.
Sentados, pues, sin ceremonias, ellas
En torneado fresno la comida
Con silencio sirvieron.

(v. 337-349)

Desmintiendo que es casi siempre ilegible, acá se ve la escena con relativa facilidad: eligen un lugar, e improvisan unas mesas con cortezas de árbol, mesas (breve espacio) tan bellas y coloridas que compiten u ofenden (agravian) a la primavera. Ponen manteles caseros que son “nieve hilada”, de tan blancos. Y finalmente sirven la comida.

Atención a un punto: desarmar los hipérbaton ayuda a comprender la secuencia, pero el poema funciona en su estructura. Un castillo en su esplendor es distinto a un castillo desarmado. Aquél brilla, intriga, conmueve; éste no dice casi nada, es un montón de pedazos sueltos.

(…)

Tres sonetos, de los más conocidos del poeta, para terminar. Dos que recrean el tópico del “Carpe diem” (aprovecha el día/goza el día). El tercero más bien apunta a la vanidad de todas las cosas, incluso las más bellas.

 

V

1582

 

Mientras por competir con tu cabello,

oro bruñido al sol relumbra en vano;

mientras con menosprecio en medio el llano

mira tu blanca frente el lilio bello;

 

 mientras a cada labio, por cogello.                   5

siguen más ojos que al clavel temprano;

y mientras triunfa con desdén lozano

del luciente cristal tu gentil cuello:

 

goza cuello, cabello, labio y frente,

antes que lo que fue en tu edad dorada                  10

oro, lilio, clavel, cristal luciente,

 

no sólo en plata o vïola troncada

se vuelva, mas tú y ello juntamente

en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

 

 

XXXV

1623

 

Menos solicitó veloz saeta

destinada señal, que mordió aguda;

agonal carro en la arena muda

no coronó con más silencio meta

 

que presurosa corre, que secreta

a su fin nuestra edad. A quien lo duda

(fiera que sea de razón desnuda)

cada sol repetido es un cometa.

 

Confiésalo Cartago, ¿y tú lo ignoras?

Peligro corres, Licio, si porfías

en seguir sombras y abrazar engaños.

 

Mal te perdonarán a ti las horas,

las horas que limando están los días,

los días que royendo están los años.

 

 

 

XXXVII

Vana rosa

 

Ayer naciste, y morirás mañana.
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lucida?
Y, ¿para no ser nada estás lozana?

Si te engañó su hermosura vana,
bien presto la verás desvanecida,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana.

Cuando te corte la robusta mano,
ley de la agricultura permitida,
grosero aliento acabará tu suerte.

No salgas, que te aguarda algún tirano;
dilata tu nacer para la vida,
que anticipas tu ser para tu muerte.

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