La charla del sábado 25 de junio 2022

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¡Jugosa la charla del sábado! Les paso parte de los textos y materiales que compartimos.

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Orfeo y Eurídice

Los coros fraternales de las Dríadas llenaron con sus clamores las cumbres de los montes, lloraron las sierras Rodopeas, el alto Pangeo, la marcial tierra de Reso, los Getas, el Hebro y la ateniense Oritia. Él, consolando con la cítara su amorosa pena, a ti, solo a ti, dulce esposa, cantaba en la solitaria playa al rayar el día, al caer la noche; así llegó hasta las gargantas del Ténaro y las profundas bocas de Dite, y penetró hasta los negros y pavorosos bosques donde están los manes y el tremendo rey, y aquellos corazones que no saben ablandarse con humanos ruegos.

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Atraídas por sus cantos, iban saliendo de los abismos del Erebo las tenues sombras y los fantasmas de los muertos, tan numerosas como las aves que a bandadas se acogen entre las hojas de los árboles cuando la estrella de la tarde o la lluvia invernal las ahuyenta de los montes; madres, esposos, cuerpos exánimes de magnánimos héroes; niños, doncellas, mancebos arrojados en la hoguera funeral a la vista de sus padres, acudían así por entre el negro cieno y los disformes cañaverales del Cocito, retenidos y cercados por los nueve ramales en que se estancan las densas aguas de la odiosa laguna Estigia. Pasmáronse hasta el mismo averno y los hondos abismos del Leteo y las Euménides, crinadas de cerúleas serpientes; cesó en sus ladridos el trifauce Cerbero y se paró en el aire la rueda de Ixión.

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Ya se volvía Orfeo, esquivados estos peligros, y ya su recobrada Eurídice se encaminaba con él a las terrenas auras, siguiendo sus pisadas (pues con esta condición se la había devuelto Proserpina), cuando se apoderó del incauto amante un súbito frenesí, muy perdonable en verdad si supieran perdonar los espíritus infernales. Paróse ya casi en los mismos límites de la tierra, y olvidado, ¡ay!, del pacto y vencido del amor, miró a su Eurídice; con esto fueron perdidos todos sus afanes y quedaron rotos los tratos del cruel tirano. Tres veces retumbaron con fragor los lagos del averno. Y ella: «¿Qué delirio, Orfeo mío—exclamó—; qué delirio me ha perdido, infeliz, y te ha perdido a ti? Ya por segunda vez me arrastran al abismo los crueles hados; ya el sueño de la muerte cubre mis llorosos ojos. ¡Adiós, adiós!, las profundas tinieblas que me rodean me arrastran consigo, mientras que, ya no tuya, ¡ay!, tiendo en vano hacia ti las débiles palmas.»

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Dijo, y de pronto, cual leve humo impulsado por las auras, se desvaneció ante los ojos de su amante, que en vano pugnaba por asir la sombra fugitiva y decirle mil y mil cosas; no la volvió más a ver, ni el barquero del Orco consintió que otra vez pasase el mancebo la opuesta laguna. ¿Qué hacer? ¿Adónde ir habiéndole sido por dos veces arrebatada su consorte? ¿Con qué llanto podría conmover a los dioses infernales, con qué palabras a los númenes celestes? En tanto Eurídice, yerta ya, iba bogando en la barca infernal por la laguna Estigia. Es fama que siete meses enteros pasó él llorando bajo una altísima peña a la margen del solitario Estrimón, y repitiendo sus desventuras en aquellas heladas cavernas, amansando a los tigres y arrastrando tras sí las selvas con sus cantos.

(Metamorfosis, canto X. Ovidio 43 AC)

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Retrato de una mujer en llamas. A la altura de 1 h 10 minutos

Leen el mito de Orfeo, en base a la versión de Ovidio (Metamorfosis), muy manipulado y adaptado a las necesidades del guión.

“Y pulsadas al son de sus cantos las cuerdas de su lira, así cantaba: Oh, divinidades del inframundo, donde habitan las criaturas mortales de nuestra especie, aquí me hallo en busca de mi esposa. Al pisarla, la víbora la mordió y la hizo perecer, arrebatándole su juventud.  Yo os invoco. Reparad inmediatamente el destino trágico de Eurídice. Nada escapa a vuestras voluntades, aquí es donde todos acabamos. Esta es nuestra última morada. Vuestro poder reina sobre los humanos. Yaciendo en su tumba, ella quedará bajo la potestad de vuestras leyes por los siglos de los siglos. Si los azares del destino me niegan reencontrarme con ella, no tengo intención de regresar tras mis pasos, pues las almas de ambos os pertenecerán entonces. Entonces, por primera vez, un mar de lágrimas surgió y recorrió las mejillas de las Euménides. Ni la reina ni el rey de las profundidades pudieron contenerlas. Llamaron a Eurídice. Ella se encontraba entre las sombras de los recién llegados. Se acercó, cauta, ralentizada por su herida. Orfeo la recibió bajo la condición de no darse la vuelta para mirarla antes de salir. Si no, su favor habría sido en vano. Tomaron, en medio de un gran silencio, un sendero inclinado, escarpado, oscuro, envuelto en una espesa bruma. La superficie no quedaba lejos. Podían tocarla. Pero, temiendo que ella lo abandonara, e impaciente por verla, su amado esposo se dio la vuelta y ella fue arrastrada hacia atrás. Ella extendió los brazos, buscando su abrazo y deseando abrazarle, pero la pobre sólo rozó el aire que la rodeaba. Al morir por segunda vez, no se quejó de su esposo, pues de qué iba a quejarse, sino de ser amada”.

Las tres interpretaciones:

Sofhie: se enoja con Orfeo… las directrices eran claras.

Marianne: Quizás se dio vuelta por eligió el recuerdo de Eurídice. No elige como un enamorado, sino como un poeta.

Heloise: Estaba loco de amor, no pudo resistirse.

Fin de la lectura:

“Ella manda su último adiós, que él apenas alcanza a escuchar, mientras ella vuelve a caer en el abismo del que salió”.

Heloise: Quizás fue ella la que le dijo: gírate. (Mirándola a la pintora a los ojos).

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De Diario de un poeta recién casado.

Hacia el mar.

A Joaquín Sorolla

                                                                         LIV

11 de febrero 1916

LLEGADA IDEAL

De pronto se abre la tarde, abanico de oro, como una gran ilusión real…

¡Que bienestar nos entra, que dulzura! Parece que lo estuviera viendo Turner con nosotros…

Gaviotas que no hemos sentido venir, que, sin dudas, estaban ya, vuelan arriba, en el gallardete de los palos… ¡que lejos del cielo y que altas de nosotros! El cielo se alza, se va, desaparece, no tiene ya nombre, no es ya cielo sino gloria, gloria tranquila, de ópalo solamente, sin llegar al amarillo.  Se riza el mar en una forma nueva, y parece que, al tiempo que, mas fluido se levanta el cielo, el se baja, se baja, más líquido. En la onda vienen maderos, una barrica…Dejamos atrás unas barquitas pescadoras. ¿Llegamos?

El sol poniente tiñe de rosa, con un nostálgico rayo caído, la borda de babor. Que alegre el rojo, encendido con el rosa, de los salvavidas; que dulce el blanco, encendido con el rosa, de la borda; el negro de esa negra, el aceituna de ese japones; cuan bellos todos los ojos, todos los cabellos, todas las bocas, con el sol poniente. ¡Que hermanos todos – negros, blancos, amarillos-, en la alegría!  Escucho, con gusto, la charla melancólica de este señor que toma opio. Le respondo a este comisionista a quien no he hablado en todo el viaje. Resisto el humo del puro del fraile… las imaginaciones se ponen en los rostros, encendidas. Se canta, se corre, no se quiere bajar para comer, se saca el rostro contra el fresco tibio que viene de la tierra nueva. – A estribor pasean, con nuestra esperanza, los que no cantan, los que no sueñan, los que no aman. –

El momento parece una canción levantada de un sueño, y nosotros sus héroes.  Si, somos la verdad, la belleza, la estrofa eterna que perdura, cogida con la rima, en el centro más bello y entrevisto de una poesía eterna que conocemos siempre, y que siempre estamos esperando, nueva, conocer – el segundo cuarteto de un puro soneto marino?  –  Donde estamos? ¿De qué tiempo somos? ¿De qué novela hemos salido?  ¿Somos una estampa? ¿Llegamos?

…Pero la estampa cae y se apaga. ¡Nunca una tarde se ha apagado tanto!  El cielo baja de nuevo y el mar sube, y nos dejan tan pequeños como el día. Otra vez la angustia por horario, la niebla, la nariz fría, el poco trecho, el menos.

Los que nos hablamos hace un instante, nos despegamos los silencios. Me paseo solo a babor enlonado y chorreante.  Volvemos a no llegar nunca, a empujar las horas con la imaginación, navegando a un tiempo, en dos barcos, a maldecir del mar igual, aburrido, soso, el eterno mármol negro veteado de blanco…, si, mármol!, a un lado y otro del barco pesadote, del oso este maloliente…El papel se me cae… Ya no se escribir…

Juan Ramón Jiménez

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Maritud

El cielo está

exhausto de versos,

le hace una transfusión

al aire y al oleaje.

Andamos hambrientos

de papeles

y los papeles

se burlan de nosotros:

¡Si toda la tinta

se volcó en el infinito

y la tarde

se chupó al lenguaje!

Flota el cuaderno

como nave desierta.

No hay como este estado

de anáfora y silencio.

Porque en Maritud

el cielo es un poema

que se escribe a sí mismo.

Graciela Vergel

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A Sorolla

Pasión del movimiento,

la tierra es tu caballo.

Cabálgala. Domínala.

Y brotará en su casco

su piel de vida y muerte,

de sombra y luz, piafando.

Asciende. Rueda. Vuela,

creador de alba y mayo.

Galopa. Ven. Y colma

el fondo de mis brazos.

 Miguel Hernández

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Encuentro La poesía y el mar del 25/6/2022

Mis aportes (Graciela García)

Apuntes de la película  Mr.  Turner  (Mike Leigh, coproducción británico-franco-alemana, 2014)

-Plutarco dijo «la pintura es poesía silenciosa».

-El sol es Dios.

Apuntes del documental Sorolla, el color del mar  (producido por la Fundación Caja Canarias 2013)

-«Quiero pintar la verdad» (lo que su vista le decía)

-La pintura «Cosiendo la vela» recibió críticas sobre la vulgaridad del objeto pintado, pero deslumbró a su mentor. Un objeto convertido en un espectáculo de luz demuestra que no importa el objeto, sino la pintura.

-Sorolla, como Turner, pinta marinas.

-Sorolla pinta organismos vivos, mar, personas, animales, nunca naturalezas muertas.

-Su pintura se inscribe en el Naturalismo y el Impresionismo.

-El puro color es cada vez más protagonista en sus pinturas.

-Uno de sus curadores habla de cómo los impresionistas usan el violeta, entre los fríos y los cálidos en las pinturas de mar.

-Captar un momento bello de luz era el placer de Sorolla.

-Gran amigo de Juan Ramón Jiménez, que también era pintor.

-Sorolla fue un pintor sin fronteras, de fama internacional y que tuvo éxito en vida.

-Es un pintor para pintores, les habla de su oficio, del oficio de pintar y del oficio de mirar.

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Apuntes de la película El artista y la modelo (Fernando Trueba, España, 2012)

-«Es un buen hombre, aunque sea un artista» (la criada a Mercé, la modelo)

-«Esta luz no se puede inventar» (el artista)

-«La idea es lo que importa . . . y Rembrandt la tenía» (el artista a Mercé, observando un dibujo de Rembrandt)

-«La naturaleza triunfa siempre: pueblos bombardeados y árboles en flor» (el artista)

-«La primera prueba de la existencia de Dios es el cuerpo de la mujer . . . y la segunda, el aceite de oliva» (el artista a Mercé)

-«Cuando uno empieza a comprender las cosas, hay que marcharse» (el artista)

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El cómplice (Jorge Luis Borges)

Me crucifican y yo debo ser la cruz y los clavos.

Me tienden la copa y yo debo ser la cicuta.

Me engañan y yo debo ser la mentira.

Me incendian y yo debo ser el infierno.

Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo.

Mi alimento es todas las cosas.

El peso preciso del universo, la humillación, el júbilo.

Debo justificar lo que me hiere.

No importa mi ventura o mi desventura.

Soy el poeta.

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