La poesía y el mar 11 de julio

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Poemas del 13° encuentro… 

La belleza del mundo, poema 85

Encuentro en el árbol

mis brazos

las largas piernas de mi amor

la invitación al viaje:

recibir el reflejo

el rocío resplandeciente

de esta luna llena.

La luz de no ser de este mundo.

Y así anclar para siempre aquí.

 

Descanso en el árbol

y despierto.

Mis ojos miran

a través de las hojas.

(primer poema final….¿?. Le agregué la última estrofa después del sábado)

***

Rima IV

No digáis que agotado su tesoro

De asuntos falta enmudeció la lira

Podrá no haber poetas pero siempre

Habrá poesía.

*

Rima II

Gigante ola que el viento
riza y empuja en el mar
y rueda y pasa y se ignora
qué playa buscando va.
Eso soy yo que al acaso
de dónde vengo ni a dónde
mis pasos me llevarán.
*

Rima LII
Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!

G.A.Bécquer: Rimas (fragmentos)

***
Herbst (Otoño)

La hojas caen, caen como de lejos,

como si se marchitaran en el cielo lejanos jardines;

(Die Blätter fallen, fallen wie von weit,

als welkten in den Himmeln ferne Gärten;)

Ellas caen con un gesto negativo.

(sie fallen mit verneinender Gebärde).

Y en las noches cae la pesada tierra,

Desde las estrellas, en la soledad.

(Und in den Nächten fällt die schwere Erde

aus allen Sternen in die Einsamkeit).

Todos nosotros caemos. Esa mano, allí, cae.

Y mira a otros: está en todos.

(Wir alle fallen. Diese Hand da fällt.

Und sieh dir andre an: es ist in allen).

Y sin embargo hay uno,  quien,  ese caer

con infinita suavidad en sus manos sostiene.

(Und doch ist Einer, welcher dieses Fallen

unendlich sanft in seinen Händen halt).

Rainer Maria Rilke

(versión intercalada con el original alemán, tal como lo leyó Marcos en la charla).

*

Día de otoño

Señor, ya es tiempo. Grande ha sido el verano.

Tiende tu sombra sobre los relojes

de sol, y desata los vientos por el campo.

Haz madurar las frutas más tardías,

dales dos días más de sur,

fuérzales a acabar, y echa

el último dulzor al vino recio.

Quien ya no tiene casa, no la construirá.

Quien ahora está solo, lo estará mucho tiempo.

Velará, leerá, escribirá largas cartas

e irá por los paseos, deambulando

de un lado a otro, mientras las hojas caen.

Rainer María Rilke

**

El náufrago

I
Il mare, al buio, fu cattivo. Urlava
sotto gli schiocchi della folgore! Ora
qua e là brilla in rosa la sua bava.

Intorno a mucchi d’alga ora si dora
la bava sua lungi da lui. S’effonde
l’alito salso alla novella aurora.

Vengono e vanno in un sussurro l’onde.
Sembra che l’una dopo l’altra salga
per veder meglio. E chiede una, risponde

l’altra, spiando tra quei mucchi d’alga…
*
El mar, en la oscuridad, se hizo maligno. ¡Gritaba
bajo el crujido del fulgor! Ahora,
aquí y allá, brilla su espuma rosada.

Lejos de él, ahora su espuma se dora
en torno a montones de algas. Se derrama
el hálito salado de la nueva aurora.

Van y vienen en un susurro las olas.
Parece que una sube después de la otra
para ver mejor. Y una pregunta, y la otra
responde, espiando entre aquellos montones de algas.

II
– Chi è? Non so. Chi sei? Che fai? Più nulla.
Dorme? Non so. Sì: non si muove. E il mare
perennemente avanti lui si culla.

Noi gli occhi aperti ti baciamo ignare.
Che guardi? Il vento ti spezzò la nave?
Il vento vano che, sì, è, né pare?

E tu chi sei? Noi, quasi miti schiave,
moviamo insieme, noi moriamo insieme
costì con un rammarichìo soave…

Siamo onde, onda che canta, onda che geme…
*
¿Quién es? No sé. ¿Quién eres? ¿Qué haces? Nada más.
¿Duerme? No sé. Sí: no se mueve. Y el mar
perennemente se mece delante de él.

Sin darnos cuenta besamos tus ojos abiertos.
¿Qué miras? ¿El viento ha destrozado la nave?
El viento vano que, si existe, ¿ni aparece?

¿Y tú quién eres? Nosotras, casi dóciles esclavas,
nos movemos juntas, morimos aquí juntas
con suave queja…

Somos olas, ola que canta, ola que gime…

III
Tu guardi triste. E dunque tua forse era
la voce che parea maledicesse
nell’alta notte in mezzo alla bufera!

Noi siamo onde superbe, onde sommesse.
Onde, e non più. L’acqua del mare è tanta!
Siamo in un attimo, e non mai le stesse.

Ora io son quella che già là s’è franta.
E io già quella ch’ora là si frange.
L’onda che geme ora è lassù, che canta;

l’onda che ride, ai piedi tuoi già piange.
*
Tú miras triste. ¡Y entonces era quizás
tuya la voz que parecía maldecir
en plena noche en medio de la tempestad!

Somos olas soberbias, olas sumisas.
Olas y nada más. ¡Es tanta el agua del mar!
Existimos en un instante, y ya nunca más somos las mismas.

Yo soy aquella que se estrelló allá.
Y yo soy aquella que está estrellándose allá.
La ola que gime ahora está allá arriba, canta;
la ola que ríe, llora a tus pies.

IV
Noi siamo quello che sei tu: non siamo.
L’ombre del moto siamo. E ci son onde
anche tra voi, figli del rosso Adamo?

Non sono. È il vento ch’agita, confonde,
mesce, alza, abbassa; è il vento che ci schiaccia
contro gli scogli e rotola alle sponde.

Pace! Pace! È tornata la bonaccia.
Pace! È tornata la serenità.
Tu dormi, e par che in sogno apra le braccia.

Onde! Onde! Onda che viene, onda che va…
*
Somos aquello que tú eres: no somos.
La sombra del movimiento somos. ¿Y hay olas
también entre ustedes, hijos del rojo Adán?

No hay. Es el viento que agita, confunde,
mezcla, alza, baja; es el viento
que nos aplasta contra los roqueríos y rueda hacia la orilla.

¡Paz! ¡Paz! Volvió la bonanza.
¡Paz! Volvió la serenidad.
Tú duermes y parece que en sueños abres los brazos.
¡Olas! ¡Olas! Ola que va, ola que viene…

Giovanni Pascoli

Versión de Rosemarie Heyn y Lorenzo Peirano.

***

Las olas

I

El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido o cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insubstancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías.

 

II

“…mis ojos lanzan selváticas miradas y mantengo los labios prietamente cerrados. El pájaro vuela. La flor baila. Pero oigo siempre el sordo sonido de las olas, y la bestia encadenada patea en la playa. Patea y patea”.

 

III

“Las olas rompían y deslizaban rápidamente sus aguas sobre la arena. Una tras otras se alzaban y caían. El agua pulverizada saltaba hacia atrás impulsada por la fuerza de la caída. Las olas eran de un profundo azul, con la sola excepción del dibujo de la sembrada de diamantes en sus lomos, que se contraían y distendían como los musculosos lomos de grandes caballos al avanzar. Las olas caían. Se retiraban y volvían a caer, con el sordo sonido del patear de una gran bestia”.

 

IV

“Un pájaro gorjea. Los campesinos encienden las tempranas velas. Sí, es la eterna renovación, el incesante alzarse y caer, caer y alzarse otra vez.

Y también en mí se alza la ola. Se hincha, arquea el lomo. Una vez más tengo conciencia de un nuevo deseo, de algo que surge en el fondo de mí, como el altivo caballo cuando el jinete plica espuelas y después lo refrena con la brida”.

Virginia Woof

***

Tankas en oleadas

Quiero ir con vos

Al horizonte blanco

En donde zarpan

Los barcos de la vida

Que nos quiere con ella.

 

Voy del mar al mar

Abrazada de amor

Hay remolinos

Que me están llevando

Donde las olas nacen

 

Llevo la dicha

Guardada en la raíz

De mis cosquillas

Coloreada de niñes

Que me tiñen las penas.

 

Nos encontramos

Barrenando la cresta

Salpicada de sal

Desde ahí partimos

Hasta este hoy nuestro.

 

Parecíamos

Dos brillos enredados

En la espuma

Del minuto temprano

En el que nos parimos

 

Entra la noche

Silenciosa y franca

Oscureciendo

Desvelados de amor

Le hacemos un lugar

 

Entra la noche

Tan instantáneamente

Gruesas estrellas

Sorprenden mi silencio

Nos queremos escuchar

 

Entra la noche

nos encuentra sin ropa

Entre sudores

Ávida  y sedienta

Bebe de nuestras pieles

 

En un espejo

el agua se miraba

vuelta en cielo.

Flotando en su caudal

estábamos nosotros.

Cómo no quedar

Suspendida del aire

Cuando el mundo

Descalzo se desplaza

Rogándome un lugar.

Gaba Bauer

***

Donde una vez las aguas de tu rostro

Donde una vez las aguas de tu rostro

giraron impulsadas por mis hélices, sopla tu áspero fantasma,

los muertos alzan la mirada;

donde un día asomaron el pelo los tritones

a través de tu hielo, el viento áspero navega

por la sal, la raíz, las huevas de los peces.

Donde una vez tus verdes nudos hundieron su atadura

en el cordón de la marea, allí camina ahora

el vegetal destejedor,

con tijeras filosas, empuñando el cuchillo

para cortar los canales en su origen

y derribar los frutos empapados.

Invisibles, tus mareas medidoras del tiempo

irrumpen en las camas galantes de las algas;

el alga del amor se vuelve mustia;

allí en torno a tus piedras

sombras de niños van, que desde su vacío

lloran ante el mar colmado de delfines.

Secos como la tumba, tus coloreados párpados

no serán aherrojados mientras la magia se deslice

sabia sobre el cielo y la tierra;

habrá corales en tus lechos,

habrá serpientes en tus mareas,

hasta que mueran todos nuestros juramentos del mar.

Dylan Thomas

Versión de Elizabeth Azcona Cranwell

***

Para Rosita que vuelve con el amanecer
Desde las comisuras del oleaje
fluye  una mujer-oveja,
deshoja  una alpargata,
se nutre de cerezas.

Me trae
la canción de cuna
y del azogue.

Jugo de uvas,
de borgoña espectral.

Una nube insensata
se revuelca
sobre los pescadores
y el hombrecito del imán.
Sos vos, allí estás,
en la aurora mareada:
sensual silueta de neblina.

Rubén Darío
y tu voz de ojitos tristes
me atraviesan:
-“El mar como un vasto cristal azogado”…

Vení. Vení  que ya llegamos.
Vení y cantemos juntas:

-¡La Niebla está Borracha!
¡La Niebla está Borracha!-

GraCiela Vergel
Julio 2020

***

Bajo el manto de Rothko

Libro IV

…cuando cruzaron el desierto, luego de haber descansado horas

Sintieron una profunda sensación de vacío…

Un cielo nuclear, una letra nuclear, una dejadez nuclear

Todo bajo esos pies quebrados…

La soledad como un deposito de hervíboros se reproducían

En sus manos

El manto de Rothko los protegía de la tristeza

El manto como un escudo captaba la aceleración de las arenas

¿Quién habita estas huellas? – decía el discípulo

¿Quién corta este pedazo de pan?

…cuando llegaron a un templo, se ocultaron por días…

Partieron en silencio

La noche, quema los ojos y produce metafísica para el amanecer…

¡NO QUIERO ESPERAR!

¡NO PUEDO DESCANSAR!

El discípulo exclamaba en la cueva

Poseído por el delirio de los muros alados…

No cabe la obtusa ausencia de un coro…

El manto de Rothko yace en el calor patente del hombre

Maimónides sabe que Rothko ha muerto

Sus lagrimas paren el espacio de la noche

Su discípulo no esta enterado

No quiere ahuyentar los arboles de su cerebro…esta durmiendo.

Los camellos dibujan un circulo alrededor de ellos

El manto los guía como un faro repleto de leche…

Hay tanta dulzura en estos animales

Que Maimónides cierra los ojos  y apoya su cabeza

En una joroba de miel…

Las estrellas  refrescan el aura de los muertos…

En voz baja, Rothko

Prepara un fuego bajo las arenas…

Jorge Castañeda

***

Sombra de árbol

Gracias, sombra sagrada de los árboles.
Ahora te derramas en mis brazos,
sombra, y siento un humor como de aurora
sobre la hierba nueva de los prados.

¡Amigo de los pájaros!: tú eres
como la casa mía por lo manso
y por esa humildad de fortaleza
que hay en tus ramas bellas como brazos.

He parado mi planta en el camino,
y una serenidad grave de lago
pones sobre el asombro de mis ojos…

Para el fin de la vida y del trabajo,
como un sudario todo de armonía,
tenga tu gran serenidad, hermano.

Enrique Banchs

***

El mar que nos trajo

Cuando cada tanto, por lo general a principios del invierno, la barca yacía sobre la arena para un calafateo, Agostino se demoraba con el pincel embreado, hablándole como a una criatura viva. ¿Te gusta el mar? ¿Conocías un mar como éste? Tan azul. Vamos lejos los dos, en el mar. No importa la pesca, barquita mía, importa respirar el mismo aire, sentir sobre la frente el mismo viento y ser mecidos por la misma corriente.

Griselda Gambaro

***

Frente a mi notebook tipeando

Mientras voy negándole luz  a la pantalla

como una extraña manera de apagar las cosas

busco el sentido de las letras dadas

quito luz para que sea.

Pienso en lo que escribo

sobre una placa de LCD

en el su fondo azul de escritorio liquido

como un mar deshecho por el barrido incesante del cursor

en  códigos reconocibles tan solo

por 530 millones de personas de habla hispana

las 498 millones que lo saben leer

otro tanto que podrían entenderla

5000 personas si lo pudiera publicar

50 conocidos, 4 o 5 amigos

Dos o  tres que estarían dispuestos a hacerlo …

Y Mientras releo esto

me pregunto como hago

para resistir la tentación

de privarme de cosas

como apología de la ausencia

Gracias a la sangre que  bebo

a la luz que respiro

al metal que evito

y a la incercia que impide

marchitarme en mi contra.

Javier Agostinelli

**

Un retrato con tapaboca

Decidí tomarle unas fotografias con su mascara

Con su tapabocas de frontera

con su soledad en media cara

con su sonrisa impregnada en sus ojos.

Qué más que ojos sonriendo?

Solo ojos en un rostro cubierto

Un rostro cubierto con sus ojos liberados

Necesitaba recordarla.

Su rostro.

No podía retener su rostro

Pero no podía olvidarla

Creo que había algo en ella que me impedía recordarla

algo que iluminaba tanto que su imagen quedaba desdibujada y era imposible fijar.

Podía volverá verla cien veces y no recordar su rostro no poder retenerlo

en mi memoria.

Podría no verla jamas y no olvidarla nunca.

Se incorporo a mi memoria mas allá de una forma

Se incorporo como un sentido

Un sentido cercano con un rostro lejano

algo que brillaba tanto que era imposible fijar

Si logro tomarle unas cuantas fotos, pensé

Podría fijar de forma tangible su mirada

Darle forma  a esta imposible manera de no olvidar.

Mirarlas cada tanto y conectarlas con ese brillo que me impedía verla.

Necesitaba recordar

Como quien olvida todos los días las formas del mundo

no su sentimiento hacia el.

Como si las fotos fueran un eslabón entre el pasado y el futuro

Tal vez mirando las fotos una y otra vez recuerde su rostro y me ayude a olvidarla.

Javier Agostinelli

***

Hay que caer y no se puede elegir donde

Hay que caer y no se puede elegir dónde

Pero hay cierta forma del viento en los cabellos

Cierta pausa en el golpe

Cierta esquina del brazo

Que podríamos torcer mientras caemos.

 

Es tan solo el extremo de un signo

La punta sin pensar de un pensamiento

Pero basta para evitar el fondo avaro de unas manos

Y la miseria azul de un dios desierto.

 

Se trata de doblar algo más una coma

En un texto que no podemos corregir.

Roberto Juarroz

***

Dónde el corazón te lleve

Cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda.

Respira con la confiada profundidad con la que respiraste el día en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún.

Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón.

Y cuando te hable, levántate y ve dónde él te lleve.

Susana Tamaro

***

Sonet 130

My mistress’ eyes are nothing like the sun;

Coral is far more red than her lips’ red;

If snow be white, why then her breasts are dun;

If hairs be wires, black wires grow on her head.

I have seen roses damasked, red and white,

But no such roses see I in her cheeks;

And in some perfumes is there more delight

Than in the breath that from my mistress reeks.

I love to hear her speak, yet well I know

That music hath a far more pleasing sound;

I grant I never saw a goddess go;

My mistress, when she walks, treads on the ground.

And yet, by heaven, I think my love as rare

As any she belied with false compare.

William Shakespeare

**

Soneto 130

Los ojos de mi amada no son soles

de su labio al coral hay buena brecha

sus pechos son tirando a morochones

sus pelos negros son… son casi mechas.

Yo he visto rosas lindas. No hay ninguna

que resplandezca tanto en sus cachetes,

y es cierto que hay perfumes que perfuman

más que el aliento que su boca expele.

¡Cómo me gusta oírla! Sin embargo

la música es mejor en mis oídos.

No he visto andar de diosas, me hago cargo:

mi amada afirma el paso sobre el piso.

Pero a pesar de todo es tan coqueta

que no hay otra que a coquetear se meta.

(versión rioplatense de Miguel Angel Montezanti)

**

Estampas del poema

No hace mucho

me preguntaron mis hijos pequeños

por qué una oveja llevaba cencerro.

Sentí que les sorprendió

que la llamáramos madrina,

palabra que en sus mundos evocaba otra cosa.

 

Vino después la yegua madrina

y la tropilla.

¿Cómo la siguen, papi? preguntó uno.

Le dije: al caballo nuevo lo acollaran a la madrina.

La collera es como una soga con que lo atan,

pescuezo con pescuezo,

y así se acostumbran al tintineo del cencerro.

 

Después de esto me quedé meditando sobre el poema

y me di cuenta

de que hay una palabra, una sola, que es la madrina:

si está bien elegida

entonces las demás conocen su tintineo

como las ovejas la voz del pastor bíblico,

en las quebradas, las lomas y los cauces de los arroyos.

El cencerro atrae a las otras,

las vuelve armoniosas.

La tropilla o la majada siguen al sonido

como al tintineo elemental de la madrina.

 

Pero, pensé, si no fue bien elegida,

entonces, el tropel de palabras

se dispara a campo abierto

y a las cerriles y montaraces

no hay boyero

que las haga volver.

Miguel Angel Montenzanti

***

Mar en Calma

Profunda calma reina en las aguas,

Sosegado, sin movimiento está mar,

y angustiado mira el navegante

la lisa llanura que los rodea.

 

¡Sin brisa por ningún lado!

Calma mortal ¡aterradora!

En la monstruosa extensión

Ninguna ola se agita.

**

Viaje feliz

La niebla se disipa,

el cielo está claro,

y Eolo desata

su medrosa atadura.

 

El viento susurra,

Se mueve el navegante.

«¡Deprisa! ¡Deprisa!

Las olas se parten,

Se acerca la lejanía;

¡Ya veo la tierra!»

Johann Wolfrang von Goethe

***

Given to fly

He could’ve tuned in, tuned in
But he tuned out
A bad time, nothing could save him
Alone in a corridor, waiting, locked out
He got up outta there, ran for hundreds of miles
He made it to the ocean,
Had a smoke in a tree
The wind rose up, set him down on his knee

A wave came crashing like a fist to the jaw
Delivered him wings, «hey, look at me now»
Arms wide open with the sea as his floor
Oh, power, oh

He’s.. flying
Whole
High.. wide, oh

He floated back down ‘cause he wanted to share
His key to the locks on the chains he saw everywhere
But first he was stripped and then he was stabbed
By faceless men, well, fuckers
He still stands

And he still gives his love, he just gives it away
The love he receives is the love that is saved
And sometimes is seen a strange spot in the sky
A human being that was given to fly

High.. flying
Oh, oh
High.. flying
Oh, oh
He’s flying
Oh, oh

Pearl Jam

**

Dado para volar

Él podría poner punto final dentro, punto final dentro
Pero él puntualizó fuera
Un mal tiempo, nada podría salvarlo
Solo en un corredor, esperando, cerró con llave
Él llegó allí de afuera, corrió centenares de millas
El lo hizo por el océano,
Fumaba un cigarrillo en un árbol
El viento subió, poniéndolo bajo sus rodillas

Una ola vino chocando como un puño a la mandíbula
Entregando sus alas, “hey, mírame ahora”
Brazos abiertos con el mar como su suelo
Oh, poder, oh

El está.. volando
Entero
Alto.. ancho, oh

Él flotó atrás abajo porque quiso compartir
Su llave a las cerraduras en las cadenas él vio por todas partes
Pero primero fue despojado y después fue apuñalado
Por hombres inferiores, bueno, jodones
Él se detiene

Y él todavía da su amor, él apenas lo regala
El amor que recibe es el amor que se ahorra
Y a veces se ve una mancha extraña en el cielo
Un ser humano que fue dado para volar

Alto.. volando
Oh, oh
Alto.. volando
Oh, oh
Él está volando
Oh, oh

Pearl Jam

**

A la deriva

24

hoy es jueves

el mar está calmo

en esta mañana de invierno

 

un grupo de aves

se apiña allí donde las olas se extinguen

 

de pronto huyen en bandada

se alejan a favor del viento

 

buscan un lugar

a resguardo de pasos indiscretos

 

hoy es jueves

el mar está calmo

en esta  mañana de invierno.

 

25

esta soledad estaba

antes de que esta soledad

fuera esta soledad.

 

26

no voy a salir

no voy a entrar

como antes

como siempre

como después

como nunca

me quedaré en el umbral

 

27

fui al mar pensando en números

tal vez en la bella demostración

del poema (perdón, teorema) de Pitágoras

(x2+y2=z2)

pero al llegar a la playa

olvidé en qué pensaba

cuando salí a caminar

 

en el trayecto me habían atravesado

una sombra

un chillar de cotorras

los olores de una lluvia antigua

las hojas muertas de una higuera

 

así que concluí

que en mí habitan

Pitágoras y las cotorras

las sombras y las lluvias

y tal vez también

la semilla que un día

germinó

y fue higuera

 

y si somos cotorras y Pitágoras

sombra y lluvia

mar y tierra

hojas muertas y flor de un día

cumbre y abismo

mediocridad y maravilla

herejes y devotos

 

si en nosotros

todo cabe todo habita

toda partícula se desparrama y circula

entonces tenía razón el viejo Porchia:

 

y si crees que eres como cualquier ser,

como cualquier cosa, eres todos los seres,

todas las cosas, eres el universo.

Juan Pablo Trombetta

***

Monumento al mar

Paz sobre la constelación cantante de las aguas

Entrechocadas como los hombros de la multitud

Paz en el mar a las olas de buena voluntad

Paz sobre la lápida de los naufragios

Paz sobre los tambores del orgullo y las pupilas tenebrosas

Y si yo soy el traductor de las olas

Paz también sobre mí.

 

He aquí el molde lleno de trizaduras del destino

El molde de la venganza

Con sus frases iracundas despegándose de los labios

He aquí el molde lleno de gracia

Cuando eres dulce y estás allí hipnotizado por las estrellas

 

He aquí la muerte inagotable desde el principio del mundo

Porque un día nadie se paseará por el tiempo

Nadie a lo largo del tiempo empedrado de planetas difuntos

 

Este es el mar

El mar con sus olas propias

Con sus propios sentidos

El mar tratando de romper sus cadenas

Queriendo imitar la eternidad

Queriendo ser pulmón o neblina de pájaros en pena

O el jardín de los astros que pesan en el cielo

Sobre las tinieblas que arrastramos

O que acaso nos arrastran

Cuando vuelan de repente todas las palomas de la luna

Y se hace más oscuro que las encrucijadas de la muerte

 

El mar entra en la carroza de la noche

Y se aleja hacia el misterio de sus parajes profundos

Se oye apenas el ruido de las ruedas

Y el ala de los astros que penan en el cielo

Este es el mar

Saludando allá lejos la eternidad

Saludando a los astros olvidados

Y a las estrellas conocidas.

 

Este es el mar que se despierta como el llanto de un niño

El mar abriendo los ojos y buscando el sol con sus pequeñas

/manos temblorosas

El mar empujando las olas

Sus olas que barajan los destinos

 

Levántate y saluda el amor de los hombres

 

Escucha nuestras risas y también nuestro llanto

Escucha los pasos de millones de esclavos

Escucha la protesta interminable

De esa angustia que se llama hombre

Escucha el dolor milenario de los pechos de carne

Y la esperanza que renace de sus propias cenizas cada día.

 

También nosotros te escuchamos

Rumiando tantos astros atrapados en tus redes

Rumiando eternamente los siglos naufragados

También nosotros te escuchamos

 

Cuando te revuelcas en tu lecho de dolor

Cuando tus gladiadores se baten entre sí

 

Cuando tu cólera hace estallar los meridianos

O bien cuando te agitas como un gran mercado en fiesta

O bien cuando maldices a los hombres

O te haces el dormido

Tembloroso en tu gran telaraña esperando la presa.

 

Lloras sin saber por qué lloras

Y nosotros lloramos creyendo saber por qué lloramos

Sufres sufres como sufren los hombres

Que oiga rechinar tus dientes en la noche

Y te revuelques en tu lecho

Que el insomnio no te deje calmar tus sufrimientos

Que los niños apedreen tus ventanas

Que te arranquen el pelo

Tose tose revienta en sangre tus pulmones

Que tus resortes enmohezcan

Y te veas pisoteado como césped de tumba

 

Pero soy vagabundo y tengo miedo que me oigas

Tengo miedo de tus venganzas

Olvida mis maldiciones y cantemos juntos esta noche

Hazte hombre te digo como yo a veces me hago mar

Olvida los presagios funestos

Olvida la explosión de mis praderas

Yo te tiendo las manos como flores

Hagamos las paces te digo

Tú eres el más poderoso

Que yo estreche tus manos en las mías

Y sea la paz entre nosotros

 

Junto a mi corazón te siento

Cuando oigo el gemir de tus violines

Cuando estás ahí tendido como el llanto de un niño

Cuando estás pensativo frente al cielo

Cuando estás dolorido en tus almohadas

Cuando te siento llorar detrás de mi ventana

Cuando lloramos sin razón como tú lloras

 

He aquí el mar

El mar donde viene a estrellarse el olor de las ciudades

Con su regazo lleno de barcas y peces y otras cosas alegres

Esas barcas que pescan a la orilla del cielo

Esos peces que escuchan cada rayo de luz

Esas algas con sueños seculares

Y esa ola que canta mejor que las otras

 

He aquí el mar

El mar que se estira y se aferra a sus orillas

El mar que envuelve las estrellas en sus olas

El mar con su piel martirizada

Y los sobresaltos de sus venas

Con sus días de paz y sus noches de histeria

 

Y al otro lado qué hay al otro lado

Qué escondes mar al otro lado

El comienzo de la vida largo como una serpiente

O el comienzo de la muerte más honda que tú mismo

Y más alta que todos los montes

Qué hay al otro lado

La milenaria voluntad de hacer una forma y un ritmo

O el torbellino eterno de pétalos tronchados

 

He ahí el mar

El mar abierto de par en par

He ahí el mar quebrado de repente

Para que el ojo vea el comienzo del mundo

He ahí el mar

De una ola a la otra hay el tiempo de la vida

De sus olas a mis ojos hay la distancia de la muerte

Vicente Huidobro

***

Hasta el sábado!!!!

(La foto es de Hernán «Odiseo» Mlynarzewicz)

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