POEMAS DEL SÁBADO 11

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Muy buen encuentro el sábado 11, con la destacada presencia del poeta Osvaldo Picardo, de quien leímos poemas de su libro 21 gramos. Y una jornada especial, por la participación de amigos y amigas que leyeron textos de Viel Temperley, Ungaretti, Montale, Whitman, Idea Vilariño, Dylan Thomas, Alberti, Silvina Ocampo, Eliot… Mención aparte para Valeria, que aportó las lecturas en inglés, y para Hernán, por su ya tradicional aporte en italiano. También hubo citas de la Ilíada de Homero, las Historias verídicas de Luciano de Samosata y la Oda V de Horacio, que combinamos con el tango Aquella cantina en la ribera, letra de José González Castillo.

Transcribo El Nadador, poema-plegaria de Viel Temperley, que leímos con nuestra compañera de nado marino, Paula; Mensaje del mar, de Silvina Ocampo, leído por Lorena y Por allá estará el mar, de Idea Vilariño, leído por Carla. La próxima, el sábado 18. ¡Abrazos!

 

El  Nadador

 

Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada.

Soy el hombre que quiere ser aguada

para beber tus lluvias

con la piel de su pecho.

Soy el nadador, Señor, bota sin pierna bajo el cielo

para tus lluvias mansas,

para tus fuertes lluvias,

para todas tus aguas.

Las aguas como lonjas de una piel infinita,

las aguas libres y las de los lagos,

que no son más que cielos arrastrados

por tus caídos ángeles.

 

Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada.

Tuyo es mi cuerpo, que hasta en las más bajas

aguas de los arroyos

se sostiene vibrante,

como en medio del aire.

Mi cuerpo que se hunde

en transparentes ríos

y va soltando en ellos

su aliento, lentamente,

dándoselo a aspirar

a la corriente.

 

Soy el nadador, Señor, el hombre que nada

hasta las lluvias

de su infancia,

que a las tardes crecían

entre sus piernas salpicadas

como alto y limpio pajonal que aislaba

las casonas

y desde sus paredes

celestes se ensanchaba.

 

Soy el nadador, Señor, el hombre que nada

por la memoria de las aguas

hasta donde su pecho

recuerda las pisadas,

como marcas de luz, de tus sandalias.

 

Y recuerda los días cuando el cielo

rodaba hasta los ríos como un viento

y hacía el agua tan azul que el hombre

entraba en ella y respiraba.

Soy el hombre que nada hasta los cielos

con sus largas miradas.

 

Soy el nadador, Señor, sólo el hombre que nada.

Gracias doy a tus aguas porque en ellas

mis brazos todavía

hacen ruido de alas.

 

***

 

Mensaje del mar

 

No verme, no buscarme es inhumano;

no ver mis metafísicas mudanzas

mis cada día delirantes lanzas

en mis cóncavas olas de verano.

 

De tierra en la prisión que hoy  te circunda

y esos mismos jardines admirados

no te atraen, están desesperados

como estará la calle que te inunda.

 

Te doy mis líquidas cobijas blancas,

que olvides quiero el pasto y las barrancas

el río dulce, que al matar abrasa.

 

Te doy mi gusto a lágrima, sin pena

todo lo que al pasar por mi traspasa

tu corazón mortal sobre la arena.

 

***

 

Por allá estará el mar

Por allá estará el mar
el que voy a comprarme
que veré para siempre
que aullará llamará
extenderá las manos
se hará el manso el hermoso
el triste el olvidado
el azul el profundo
el eterno el eterno
mientras los días se vayan
la vida se me canse
el cuerpo se me acabe
las manos se me sequen
el amor se me olvide
frente a su luz
su amor
su belleza
su canto.

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