LA ÚLTIMA CHARLA

publicado en: Blog | 0

El sábado 27 de febrero fue la última charla del ciclo 2016 de La poesía y el mar, con un encuentro muy potente y variado, que incluyó el recuerdo de Mónica García. En su homenaje leímos con Pato De Donato una selección de textos de Neruda, y Gabriela Bauer leyó “En mi verso soy libre”, de Dulce María Loynaz. Hicimos una sección especial dedicada a “mar y caballos”, con Tante Puppy como invitada especial… Recorrimos la mitología, con la figura central de Poseidón y su señorío sobre los caballos –padre de Pegaso y de Arión, caballos fantásticos-. Luego la presencia de los caballos en la poesía marina de todos los tiempos, entre ellos un texto de Virginia Woolf, y este poema de Antonio Esteban Agüero (nacido en Merlo, San Luis), que leímos con Daniel Martinez Rubio.

CANCION DEL POTRO DEL MAR

Potro ciego del mar
Cómo te envidio
Ciego potro del mar
Esta mañana.

Potro ciego del mar
Por las muchachas
(ciego potro del mar)
Que te cabalgan.

Con los muslos desnudos
Te cabalgan
(potro ciego del mar)
Sobre la playa.

Un millón de muchachas
Te cabalgan,
Mojados los cabellos,
Y los pechos desnudos
Te cabalgan.

Solas de sol y yodo,
Fragantes por las algas,
Solas de piel y sol
(potro ciego del mar)
Esta mañana.

Y yo las miro solo
(potro ciego del mar)
Adán sin nada
(potro ciego del mar)
Sobre tus playas
Torturado de sed
Y sal amarga…

¡Potro ciego del mar!

Luego nos abocamos a “El mar y la ventura”, con la figura central de Odiseo, el principal héroe de la Grecia clásica, y las diversas interpretaciones que se hicieron de él. Entre ellas, los poemas de Borges titulados “El mar”, y “Odisea, libro vigésimotercero”.

ODISEA, LIBRO VIGÉSIMO TERCERO

Ya la espada de hierro ha ejecutado
la debida labor de la venganza;
ya los ásperos dardos y la lanza
la sangre del perverso han prodigado.

A despecho de un dios y de sus mares
a su reino y su reina ha vuelto Ulises,
a despecho de un dios y de los grises
vientos y del estrépito de Ares.

Ya en el amor del compartido lecho
duerme la clara reina sobre el pecho
de su rey pero ¿dónde está aquel hombre

que en los días y noches del destierro
erraba por el mundo como un perro
y decía que Nadie era su nombre?
Jorge Luis Borges

Párrafo especial para el fragmento de la Divina Comedia, de Dante Alighieri, que da cuenta del final de Odiseo según la visión cristiana. Por lo tanto nos dimos el gusto de leer en el original la lengua del Dante, tarea a cargo de Hernán Mlynarzewicz.
Finalmente Lili Tobio le puso cuerpo y voz a Alfonsina Storni, en el poema “Frente al mar” y Mariel Galarza a Silvina Ocampo, en el poema “Los delfines”.

FRENTE AL MAR

Oh Mar, enorme mar, corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.

Oh mar, dame tu cólera tremenda,
Yo me pasé la vida perdonando,
Porque entendía, mar, yo me fui dando:
«Piedad, piedad para el que más ofenda».

Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa.

¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Quisiera no entender, pero no puedo:
Es la vulgaridad que me envenena.

Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.

Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría…
Ah, yo soñaba ser como tú eres.

Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.

Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza,
¡Aire de mar!… ¡Oh tempestad, oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.

Y el alma mía es como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la pudre y equivoca
Pequeña vida que dolor provoca,
¡Que pueda libertarme de su peso!

Vuele mi empeño, mi esperanza vuele…
La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.

Alfonsina Storni

LOS DELFINES

Los delfines no juegan en las olas
como la gente cree.
Los delfines se duermen bajando hasta el fondo del mar.
¿Qué buscan? No sé.
Cuando tocan el fin del agua
despiertan bruscamente
y vuelven a subir porque el mar es muy profundo
y cuando suben ¿qué buscan? No sé.
Y ven el cielo y les vuelve a dar sueño
y vuelven a bajar dormidos,
y vuelven a tocar el fondo del mar
y se despiertan y vuelen a subir.
Así son nuestros sueños.

Silvina Ocampo

Para el cierre propusimos una lectura coral del magnífico poema de Nicanor Parra, que cuenta como un rito iniciático su primer encuentro con el mar… Lectura compartida entre Silvia Parravicini, Tati Brandan, Daniel Robiglio y Martínez Rubio.
Coronamos el ciclo con un brindis que nos ofreció la nueva Directora de Museos, Bettina Feal, en nombre del Secretario de Cultura Carlos Rodriguez y de todo el grupo de trabajadores que tan bien nos trataron durante este verano. ¡Gracias y hasta la próxima cita!
Los dejo con el gran Nicanor, hermano mayor de Violeta, que hoy sigue activo a sus juveniles 101 años…

SE CANTA AL MAR

Nada podrá apartar de mi memoria
La luz de aquella misteriosa lámpara,
Ni el resultado que en mis ojos tuvo
Ni la impresión que me dejó en el alma.
Todo lo puede el tiempo, sin embargo
Creo que ni la muerte ha de borrarla.
Voy a explicarme aquí, si me permiten,
Con el eco mejor de mi garganta.

Por aquel tiempo yo no comprendía
Francamente ni cómo me llamaba,
No había escrito aún mi primer verso
Ni derramado mi primera lágrima;
Era mi corazón ni más ni menos
Que el olvidado kiosko de una plaza.

Mas sucedió que cierta vez mi padre
Fue desterrado al sur, a la lejana
Isla de Chiloé donde el invierno
Es como una ciudad abandonada.
Partí con él y sin pensar llegamos
A Puerto Montt una mañana clara.
Siempre había vivido mi familia
En el valle central o en la montaña,
De manera que nunca, ni por pienso,
Se conversó del mar en nuestra casa.

Sobre este punto yo sabía apenas
Lo que en la escuela pública enseñaban
Y una que otra cuestión de contrabando
De las cartas de amor de mis hermanas.
Descendimos del tren entre banderas
Y una solemne fiesta de campanas

Cuando mi padre me cogió de un brazo
Y volviendo los ojos a la blanca,
Libre y eterna espuma que a lo lejos
Hacia un país sin nombre navegaba,
Como quien reza una oración me dijo
Con voz que tengo en el oído intacta:
«Este es, muchacho, el mar». El mar sereno,
El mar que baña de cristal la patria.

No sé decir por qué, pero es el caso
Que una fuerza mayor me llenó el alma
Y sin medir, sin sospechar siquiera,
La magnitud real de mi campaña,
Eché a correr, sin orden ni concierto,
Como un desesperado hacia la playa
Y en un instante memorable estuve
Frente a ese gran señor de las batallas.

Entonces fue cuando extendí los brazos
Sobre el haz ondulante de las aguas,
Rígido el cuerpo, las pupilas fijas,
En la verdad sin fin de la distancia,
Sin que en mi ser moviérase un cabello,
¡Como la sombra azul de las estatuas!
Cuánto tiempo duró nuestro saludo
No podrían decirlo las palabras.

Sólo debo agregar que en aquel día
Nació en mi mente la inquietud y el ansia
De hacer en verso lo que en ola y ola
Dios a mi vista sin cesar creaba.
Desde ese entonces data la ferviente
Y abrasadora sed que me arrebata:
Es que, en verdad, desde que existe el mundo,
La voz del mar en mi persona estaba.

Nicanor Parra

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *